“Queremos llegar a la verdad más profunda sobre cómo surgió el Universo y cómo existimos nosotros, gracias a la física”. Esto dijo el catedrático Rolf Heuer, director general de la Organización Europea para la Investigación Nuclear, comúnmente conocida como CERN, en la apertura de una exposición en el Museo de la Tierra y los Hombres, en Sofía, dedicada al 60 aniversario de la organización europea y al 15 aniversario de la pertenencia de Bulgaria a ella.
Muy recientemente, el mayor laboratorio de física de las partículas elementales fue incluido en el Libro Guiness de los Récords por el descubrimiento del Bosón de Higgs (2012), llamado también “la partícula de Dios”. Corriendo el riesgo de parecer faltos de modestia, mencionaremos el papel de la ciencia búlgara en los intentos por descifrar los secretos asociados al origen del Universo.
Este país participó de forma activa en la preparación y el desarrollo de uno de los dos grandes experimentos del CERN: el solenoide compacto de muones (CMS) desde su propia creación en 1991. Físicos e ingenieros búlgaros han dado un aporte sustancial a la construcción del detector de partículas elementales CMS.
Oficialmente, Bulgaria fue aceptada como miembro de pleno derecho de la prestigiosa organización científica, el 11 de junio de 1999. A fecha de hoy, unos 120 investigadores y doctorandos búlgaros están realizando investigaciones científicas propias en territorio del CERN. Al referirse al aporte búlgaro, el catedrático Heuer dijo ante el micrófono de Radio Bulgaria.
“Creo que el papel de Bulgaria en CERN es muy fuerte y el aporte de este país al trabajo del centro europeo es equiparable al de los demás países pequeños. Muchos investigadores búlgaros participan en los experimentos científicos y su papel no deja de crecer. De las personas que en Bulgaria ocupan posiciones encumbradas en universidades búlgaras y en la Academia de Ciencias depende la posibilidad de atraer a los jóvenes, enseñarles cómo se desarrolla la labor investigadora y cómo podrían apoyar estas investigaciones. De manera que, en mi opinión, el papel de Bulgaria no deja de crecer aunque el país sea pequeño”.
Además de científicos, hasta el momento Bulgaria ha destinado al CERN a más de 255 maestros de escuelas secundarias, que han recibido formación durante una semana en los laboratorios especializados del centro y han visitado las instalaciones de experimentación. Esto ha sido posible gracias al programa de formación de maestros de física y astronomía en el Centro Europeo de Investigación Nuclear, promovido y financiado por el Ministerio de Educación y Ciencia de Bulgaria. Los maestros que recibieron formación gracias a este programa a su vez han introducido a más de 2000 alumnos suyos en los secretos de la ciencia.
Las empresas búlgaras también han aportado a la creación de las instalaciones del CERN. Entre 1999 y 2012 empresas nacionales de los sectores de construcción de maquinaria, electrónica y servicios informáticos han recibido pedidos por valor de 14 millones de francos suizos. De tal manera Bulgaria ha recuperado el 50% de su aporte a la CERN, gracias a los pedidos que le han sido adjudicados.
“Es un buen coeficiente de retorno de la inversión. En estos momentos estamos suministrando al CERN ordenadores”, comentó Leander Litov, director del equipo de científicos búlgaros en la Organización Europea de Investigación Nuclear.
Bulgaria planea construir un Centro de Terapia del Cáncer con protones e iones ligeros, que sería el primero en los Balcanes. En palabras del catedrático Heder, la llamada terapia hadrónica es la más amigable para con el paciente y la más tolerada por él, pero es a la vez bastante cara. A diferencia de los demás métodos terapéuticos, la terapia hadrónica no daña los tejidos sanos alrededor del tumor maligno. En estos momentos semejantes centros terapéuticos existen en EE UU, Japón e Italia, y en 2016 abrirá puertas uno en Austria.
“La idea es aprovechar un acelerador desarrollado por el CERN y dar formación a profesionales para su manejo”, explica Leander Litov. “El nuestro sería un centro regional que cubriría las necesidades de toda la Península Balcánica. Podría atender a unos 1500 pacientes. Lo más importante es que será una infraestructura científica que colocará a Bulgaria en primera línea en varios ámbitos: la oncología, la radio biología, las técnicas de aceleración y el diseño de detectores para aplicaciones nucleares en la medicina, muy útiles en el diagnóstico”.
La construcción del nuevo centro tomaría 7 años y costaría unos 150 millones de euros. Para que se haga realidad, se necesita una decisión política al respecto y negociar la financiación a través de los fondos estructurales de la UE. En la actualidad, en casos excepcionales, cuando Bulgaria envía a pacientes al extranjero, su tratamiento le cuesta 50 mil euros. “Si construimos semejante centro, el precio se reduciría a unos 15 mil euros para los pacientes búlgaros”, destacó en conclusión el director del equipo de investigadores búlgaros en la Organización Europea de Investigación Nuclear.
Versión en español por Raina Petkova
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