Hoy, el interés de la UE por el proyecto del gasoducto South Stream es muy escaso, ha comentado en entrevista Yezhi Buzek, presidente de la Comisión de Energía del Parlamento Europeo. La importación de gas licuado de Qatar es una de las posibilidades para diversificar los suministros de combustible azul. La agencia informativa ucraniana Unian pronostica que la elección del partido GERB (que acaparó el mayor número de votos en las elecciones parlamentarias de Bulgaria, el pasado 5 de octubre), de hecho, podría poner fin a los planes para este gasoducto. Las obras han sido congeladas y está por asumir el poder un partido que, si bien apoya el proyecto, pone la condición de que el mismo cumpla todas las normas europeas, declara la edición ucraniana.

South Stream es el gasoducto que debería diversificar los suministros de gas natural ruso a Europa obviando a Ucrania, “una espina en el pie” del gigante gasístico Rusia.

En la etapa actual, la UE y la Federación Rusa no ceden de sus posiciones. Moscú estima que el gasoducto es un proyecto internacional que no debería cumplir los requisitos europeos. Bruselas, sin embargo, espera que la parte rusa solicite su exclusión de las normas del tercer paquete de medidas de liberalización, que apunta a abrir los mercados energéticos. La finalidad es que el mercado de energía interno de Europa ofrezca a los consumidores la posibilidad de optar entre diferentes sociedades proveedoras de gas natural y energía eléctrica, lo cual haría el mercado accesible a todos los proveedores. Pero, ¿cuándo sucedería todo esto, en el tiempo y en el espacio?

Azerbaiján y Europa han vuelto sobre lo suyo: ha comenzado la realización del proyecto Corredor Energético del Cáucaso Sur. Esta variante abreviada del ambicioso proyecto Nabucco deberá concluir en 2019 y comprende el sistema de gasoductos TANAP-TAP, que parten del yacimiento de gas Shah Deniz en Azerbaiján. El combustible azul pasará por los territorios de Georgia y Turquía para llegar a Grecia, Albania e Italia, al sur. Se trata de suministros, en un comienzo, del orden de 16 mil millones de metros cúbicos de gas natural al año, de los que 6 mil millones estarían destinados a Turquía y 10 mil millones, a Europa.

Europa y EE UU, que lanzan la idea de diversificar los suministros de gas natural y, en esencia, excluir a Rusia del mercado de exportaciones de gas (un rubro fundamental de la economía rusa), Europa y EE UU, decíamos, están muy contentos. “La decisión de abrir el Corredor Energético del Cáucaso Sur es un gran paso de avance. Con su ampliación en un futuro, este corredor tendría potencial para cubrir hasta el 20% de demanda de gas de la UE a largo plazo”, expresa un comunicado de prensa difundido por la Comisión Europea.

A primera vista, Rusia no está amenazada en absoluto por el proyecto Corredor Energético del Cáucaso Sur, porque los suministros de gas de Azerbaiján comenzarían apenas a finales de 2019 y cubrirían solo el 20% de la necesidad de Europa de este tipo de combustible. Semejante enfoque, sin embargo, sería superficial al valorar los riesgos que afronta la Federación Rusa por la simple razón de que a los proveedores podrían sumarse Turkmenistán e Irán, como mínimo. Este último país ocupa el segundo puesto en el mundo después de Rusia por el volumen de sus reservas de gas natural.

Además, en una perspectiva más lejana (me refiero al bloqueo del proyecto South Stream, que, según los proyectos, exportaría gas ruso a Europa), la idea del proyecto Nabucco con salida a Bulgaria, Rumania, Hungría y Austria, resulta absolutamente real.

Las perspectivas que afronta Bulgaria son magnificas. Tendremos combustible para la calefacción también después de 2019 (aunque no se sabe a qué precios) y dejaremos de ser dependientes al 100% del gas ruso. He mencionado la calefacción, ya que las insinuaciones dirigidas a Bulgaria son de meridiana claridad: este país podría ser solo turístico, una especie de zona de segundas viviendas de la UE.

Versión en español por Raina Petkova