El 10 de noviembre de 1989 puso el inicio de los cambios democráticos en Bulgaria. Después de esta fecha, en el país empezaron transformaciones radicales en muchas esferas. El cine es una de ellas. Qué fue lo que pasó en el séptimo arte nacional, es el tema que está comentando ante Radio Bulgaria el Prof. Bozhidar Mánov, reconocido crítico de cine búlgaro.
“En el pasado el cine era un monopolio estatal – dice –. Anualmente se producían unas 25 películas de ficción para las salas de cine y otras tantas para la Televisión Nacional de Bulgaria, única en aquellos años. Todas las películas estaban financiadas por el único productor monopolista, el Estado. Más tarde, después de 1992, cuando el modelo de monopolio estatal fue destruido, aparecieron un gran número de productoras privadas independientes de posibilidades heterogéneas y se dedicaron a hacer cine nacional: largometrajes, documentales, animación, con una financiación muy limitada, sobre una base competitiva. Mientras tanto la Televisión Nacional continuó produciendo filmes siguiendo el método añejo. Las nuevas cadenas televisivas privadas también se unieron al proceso de hacer películas”.
Por otro lado, según el Prof. Mánov, comenzó una, privatización “temeraria” de las salas de cine lo cual restringió el acceso del público búlgaro al cinematógrafo nacional, sobre todo en las pequeñas ciudades y los pueblos. El cine sobre celulóide prácticamente está desapareciendo a expensas de las nuevas tecnologías digitales en la filmación, la distribución y la exhibición. Además, en estos tiempos dinámicos y revueltos en que vivimos, los autores búlgaros como que no lograron captar algunos aspectos de los cambios que se habían producido. Todo ello llevó a una fuerte disminución de la producción cinematográfica, incluso hubo años sin rodar ni una sola película, señala el crítico de cine.
Al abrirse Bulgaria al mundo, se presentaron oportunidades para hacer más coproducciones y la industria de cine nacional comenzó a recuperarse. Ejemplo de ello son largometrajes como El mundo es grande y la salvación acecha por todas partes, Piezas del Este, Zift, como también una serie de documentales, distinguidos con numerosos premios en todo el mundo. Así y todo…
“El cine búlgaro está en una profunda crisis que dura casi un cuarto de siglo, con algunos períodos de éxito temporal. El financiamiento, por supuesto, no es suficiente pero lamentarse y pedir más dinero no es la única salida posible; es necesario otro tipo de organización del proceso financiero y de producción. Desde hace tiempo se está hablando de que hay que cambiar los principios, los criterios, los métodos de financiamiento y de subvención, de prestar mayor atención a la distribución del cine nacional con las respectivas preferencias de mercado que el Estado debe proporcionar", señala Bozhidar Mánov.
Por otra parte, también hay cambio de generaciones. En el Festival del Cine de Ficción “Rosa de oro”, celebrado recientemente en la ciudad marítima de Varna, más de la mitad del total de 15 largometrajes y 19 cortos presentados son de directores debutantes jóvenes. Es una circunstancia importante y alentadora, pero ellos se enfrentan a grandes dificultades a la hora de financiar sus proyectos, así como durante su realización.
¿Cuáles son los beneficios de la oportunidad de comunicación con el mundo para los cineastas búlgaros?
“Son indiscutibles. Esto nos permite hacer comparaciones con el cine europeo y el mundial: ver hacia dónde va, cómo está progresando en materia de ideas y tecnología, qué es lo que interesa al público… Las señales positivas de los beneficios de esta comunicación también son indiscutibles. Recientemente, de San Sebastián, uno de los festivales más importantes del mundo junto con el de Cannes, Berlín y Venecia, regresó la cinta La lección, ópera prima de los realizadores jóvenes Kristina Grózeva y Pétar Valchánov, galardonada con el máximo palmarés en la categoría NUEV@S DIRECTOR@S. Es una señal valiosa que merece otorgarle importancia”.
¿Está perjudicado en audiencia tanto en gran pantalla como en televisión el cine búlgaro?
Si hablamos de las series televisivas de los últimos cinco o seis años, los espectadores las esperan y siguen con gran interés. Por supuesto, son producciones de calidad diferente pero esto es normal. En cuanto a los filmes para la gran pantalla, en palabras de Bozhidar Mánov, los domésticos son sumamente desfavorecidos ya que no resisten la competencia de las superproducciones, en su mayoría de EE.UU.
“La distribución de las películas búlgaras en un entorno altamente competitivo en los centros comerciales las coloca en condiciones injustas. Por un lado están perjudicadas por motivos de distribución, por otra parte se ven afectadas por el público que, en su mayoría, prefiere las lustrosas, impresionantes y dinámicas películas de acción norteamericanas. Mientras, el cine arte, lo que son una parte predominante de las producciones nacionales, está relegado en un rincón, privado de la posibilidad de comunicar con el amplio público. Lamentablemente, las estadísticas mensuales y anuales confirman estos hechos”.
Es un rompecabezas complicado, una maraña de muchos factores. En situaciones similares el panorama económico general en el país no ayuda, por el contrario, entorpece aún más el proceso.
“En 2015 el cine búlgaro cumplirá cien años, un siglo desde la creación, en 1915, de la primera película doméstica, El búlgaro es galante. ¿Será que precisamente en el centenario del cinematógrafo nacional nos enfrentaremos a un cuadro realmente dramático que, además de no ser digno de conmemorar, es extremadamente alarmante en cuanto a las perspectivas de esta industria en los próximos años? Si hacer llamados tuviera sentido, yo incitaría al Estado a apoyar el cine búlgaro, al público, a prestarle atención, a los cineastas búlgaros, a movilizar su capacidad organizativa y creativa para no desprestigiarnos a nosotros mismos ante este aniversario secular” – instó el crítico de cine, Bozhidar Mánov.
Versión en español por Daniela Radíchkova
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