Independientemente de cómo fue el año y qué sucedió durante las cuatro estaciones, llega diciembre y se apodera de nuestro ánimo con sus días festivos, listas de regalos, opíparas mesas y reuniones con amigos y familiares. El apresurado día a día cede ante los preparativos para las fiestas, no menos intensos que el día a día, pero infinitamente gratos…Para nosotros, los búlgaros, este mes marca el inicio de una serie de santos que hemos de celebrar, además de la Nochebuena y la Navidad en que se reúnen sin falta todos los miembros de la familia.

Del caos al orden, de la oscuridad a la luz, del fin hacia un nuevo comienzo… Tal es el profundo sentido de un antiguo rito de origen pagano, practicado en nuestra tierra por estas fechas… En los días en torno al solsticio de invierno, nuestros ancestros celebraban el nacimiento del nuevo sol. En la noción tradicional, éste desciende por las ramas del Árbol Universal para llegar a nuestro mundo y alumbrar los días de los pobladores de la tierra. Este momento sacro es representado simbólicamente en los bordados hechos por nuestras abuelas y en las figuras que decoran los panes rituales o las alfombras “kilim”. El pueblo le ha dedicado también múltiples canciones tradicionales.

Más tarde la iglesia adoptó el 25 de diciembre como Día de la Natividad de Cristo. Por tradición, el pueblo búlgaro llama con enorme cariño al Niño Jesús, el Dios Joven, y en la noción tradicional su imagen presenta los rasgos de una deidad pagana venerada en la época pre cristiana.

¿Cuál es el sentido más profundo de todos los elementos de Nochebuena, una fiesta que conjuga admirablemente elementos cristianos y paganos?

Para algunos Nochebuena es sinónimo de cálida atmósfera familiar y una mesa colmada de un número impar de platos preparados sin carne, un requisito que suelen acatar hasta los más acérrimos contrarios del ayuno y el vegetarianismo. No pueden faltar en la mesa niños de arroz envueltos en hojas de col agria, pimientos secos con relleno de arroz también o de frijoles cocidos, diferentes legumbres, un pan ritual amasado sin levadura y con una monedita escondida en él.

En la mesa festiva debe haber de todo lo que produce la tierra: trigo (crudo o cocido), maíz, frutas secas y frescas, miel, cebolla, ajo, nueces… El hombre mayor de la familia inciensa la mesa y todo el hogar.

Además de con el incienso, la fuerza del fuego es exhortada también con el leño navideño, traído especialmente del bosque y cortado de un árbol fuerte. Ese leño ha sido encendido con un rito especial en el fogón y sus llamas y chispas sirven para adivinar cómo será el nuevo año que se avecina.

Todos los ritos practicados en Nochebuena están llamados a ayudar la transición de lo viejo a lo nuevo y el nacimiento de esto último. La fuerza del fuego está llamada a alimentar la fuerza del sol nuevo para que se imponga sobre el caos en la naturaleza y restablezca el orden en el Universo.

Los alimentos ofrecidos son una especie de sacrificio brindado sin derramar sangre, una expresión de agradecimiento y votos de un futuro mejor. Según la creencia popular, poseen una fuerza mágica y por esto se solían guardar los granos de trigo y maíz servidos en Nochebuena, las migas del pan ritual que cayeron sobre el mantel e incluso las cenizas del leño navideño porque luego se empleaban en diferentes ritos mágicos para curar enfermedades y pedir una cosecha copiosa y éxito en la vida.

A la medianoche, después de Nochebuena viene la Navidad. Se anuncia el Nacimiento del Niño Jesús. El ama de casa coloca sobre la mesa una rosca grande y un recipiente lleno de vino, en señal de que los moradores del hogar esperan a los cantores de villancicos Koledar, que inician ya en los primeros minutos de la Navidad su recorrido del pueblo cantando votos de fuerte salud, bienestar y bonanza para todos.

Son grupos de jóvenes solteros guiados por un hombre casado, que se sabe todos los villancicos de memoria y se los ha enseñado a ellos. Las estrofas y estribillos contienen votos para cada miembro de la familia: el hombre mayor, el ama de la casa, los jóvenes casaderos, los casados en el transcurso del último año, etc., así como para los artesanos dedicados a los más diversos oficios. Se cree que en la casa en que hayan entrado los cantores de  villancicos entrará el bien durante el año nuevo, sus moradores gozarán de buena salud y sus esfuerzos serán premiados con abundante cosecha.

La Navidad es la fiesta del nuevo comienzo compartido. Es tradición que los hijos, casados ya y con familia propia, se acerquen a la casa paterna para rendir homenaje a sus progenitores. Se realizan también visitas al hogar de los padrinos de boda o de la marina de los hijos. Se brindan obsequios muy especiales: pan casero ritualmente amasado y horneado, gallinas asadas vino y aguardiente. Por tradición se forma en la plaza del pueblo una ronda típica joró.

Hoy los búlgaros seguimos practicando estas tradiciones. Cierto que no salimos todos a bailar en la plaza central de la ciudad o en la del barrio pero  la música folclórica no puede faltar en nuestros hogares. Nos deseamos unos a otros lo mejor durante el nuevo año que se avecina y por esto no podríamos dejar de dirigirles ahora también a ustedes, amigos de Radio Bulgaria, nuestros más cordiales  votos de buena salud, mucha suerte, éxito y prosperidad en esta Navidad.