Después de dos meses de vacilaciones, negociaciones y trabajo arduo, parece que el segundo gobierno de centro derecha de Boiko Borisov se sintió lo suficientemente seguro de sus fuerzas y abordó algunas reformas sociales más impostergables y difíciles en aras de las cuales la coalición ganó las elecciones el pasado mes de octubre. Lo primero que abordó fueron reformas del sistema de pensiones, el Parlamento las aprobó, dada la resistencia social y política de casi todos los bandos, el premier se vio obligado a aprobar una reforma de la reforma y a congelarla temporalmente hasta que se esclarezcan los problemas y se resuelvan las discrepancias.

Al mismo tiempo, el ambicioso, dinámico y muy controvertido ministro de Sanidad, Petar Moskov, acusado de racismo, poco a poco comenzó a trabajar y decidió proponer a la sociedad y a las fuerzas políticas un paquete de reformas que enmiendan las bases del sistema de salud existente. Para todos está claro que este sistema necesita ser cambiado. Tanto los médicos, como los hospitales, los enfermos y la Caja de Seguros de Salud Pública no disimulan su descontento por la situación actual y se acusan mutuamente.

A esto hay que agregar algunos hechos chocantes que solo confirman la profundidad de los problemas. A la sanidad de 7.3 millones de búlgaros este año se asignarán poco menos de 2 mil millones de euros, lo cual equivale a 240 euros per cápita. En realidad, esta suma es más grande, ya que casi una cuarta parte de la población por una u otra razón no cotiza a seguridad sanitaria. En las condiciones búlgaras este dinero puede que no parezca muy poco teniendo en cuenta que solo en los últimos 10 años ha aumentado tres veces. Sobre el telón de fondo del 9 % del PIB que es el promedio que asignan los países de la UE a la Sanidad, el 4 % búlgaro es insuficiente. Tal vez por esto los búlgaros son los europeos de menor esperanza de vida promedio, habiendo sido hospitalizado el 25% de la población a lo largo del año. A estos hechos nada consolantes se puede agregar el que la edad promedio de los médicos en Bulgaria supera los 55 años y que más del 60 % de los galenos jóvenes manifiestan que buscarán realización profesional y personal en el extranjero, y lo hacen.

El actual ministro de Salud Pública parece decidido a acometer en paralelo los problemas más graves y a resolverlos de la manera más rápida e integral. En abril expira el plazo que ha establecido para depositar en el Parlamento las propuestas de enmiendas a las leyes. Este ministro de ánimos reformistas es médico de profesión y se propone sustituir el modelo de sanidad francés empezando por la desmonopolización de hecho del sistema de seguridad sanitaria.

Hasta el momento, los búlgaros han estado obligados por ley a pagar una cotización del 8 % a la Caja Nacional de Salud Pública y, si pudieran y lo desearan, pagar cotizaciones adicionales a compañías privadas. El actual ministro de derecha propone, siguiendo el ejemplo del sistema de pensiones, que aparte del paquete básico de servicios médicos, que abarca el 93 % de las enfermedades de relevancia social, se implemente un segundo pilar. La idea es que se encarguen de él las compañías de seguridad sanitaria privadas. Además, desea que en la financiación de la sanidad el acento se traslade de los hospitales públicos y privados sospechosos de malversaciones a la atención prehospitalaria, es decir, a los médicos de cabecera y los consultorios privados.

Todavía no está claro si con la división de los asegurados en tres partes: principal, adicional y de asistencia médica urgente, se elevarían también las cotizaciones que deberán pagar o habrá solamente una redistribución interna de los medios financieros. De todos modos, en el presupuesto de Sanidad de este año aprobado por el Parlamento figura que las cotizaciones al seguro sanitario siguen siendo del 8 %.

Con el paulatino esclarecimiento de los principales contornos de las nuevas reformas sanitarias se han perfilado ya las posturas de las principales fuerzas políticas implicadas. Las reacciones iniciales han sido Contradictorias. Algunas organizaciones gremiales de los médicos y de los pacientes han aprobado las propuestas de reformas. Pero antes de que se haya hecho cualquier cosa concreta para la aplicación de las reformas planificadas, la influyente Unión de Médicos Búlgaros entró en conflicto con la Caja de Salud Pública con la cual debe firmar un contrato marco anual y le planteó condiciones que el monopolista estatal aprobó a duras penas y en el último momento.

¿Tendrá la reforma de la salud pública el mismo destino que la de pensiones que, aunque aprobada por el Parlamento, fue cancelada bajo la presión de la sociedad antes de que arrancara? El doctor Moskov asevera que esto no sucederá porque, a diferencia de las reformas del sistema de pensiones aprobadas con rapidez, las enmiendas al sistema de salud primero serán coordinadas, debatidas y aprobadas por los medios profesionales, las fuerzas políticas y toda la sociedad, y apenas entonces entrarán en vigor. Muchos esfuerzos y mucho trabajo esperan al ambicioso ministro y su equipo ya que para los búlgaros la vida y la salud son el principal valor que no tiene precio.

Versión en español por Hristina Taseva