A pesar de que entramos en el siglo XXI hace años, seguimos obedeciendo a algunos estereotipos anticuados. Uno de ellos es la práctica de dividir las profesiones en masculinas y femeninas, y asumir que las damas suelen dedicarse con menor frecuencia a especialidades técnicas y que se desenvuelven más que nada en esferas como la sanidad, la educación, las ciencias sociales y la deontología.

No solo en Bulgaria sino también en toda Europa se mantiene la desigualdad de géneros en materia laboral. Teniendo incluso un mejor nivel de estudios, las mujeres ascienden con mayor dificultad en la jerarquía. Según datos publicados por Eurostat, son mujeres apenas el 18 % de los miembros de las juntas directivas de las mayores compañías de la UE que cotizan en la bolsa. Además, las representantes del mal llamado sexo débil cobran una media de 16 % menos que los hombres por el mismo trabajo en la misma posición jerárquica.

Existen algunos mitos como, por ejemplo, el que las profesiones de conductor de orquesta o de locomotora son masculinas al 100 %. La historia de dos damas que presentamos a continuación desmiente totalmente este mito.

Kalina Vasileva dirige la Orquesta Sinfónica de Shumen (importante ciudad en el noreste de Bulgaria). Dice que su trabajo le permite conocer y tratar a músicos de gran talla, a catedráticos del Conservatorio, etc., y que con frecuencia choca con cierta desconfianza tácita de su capacidad profesional.

“A veces se muestran desconfiados no solo porque soy mujer sino también porque, por colmo, soy joven. Sin embargo, al finalizar un concierto, veo cómo cambia su mirada y su actitud hacia mí. Me reconforta ver que valoran mi trabajo”.

“No me había dado cuenta de lo rara que resultaba con la profesión que ejerzo. Será porque de pequeña me dedico a la música. Mis padres son músicos y de niña me llevaban con frecuencia a los ensayos de la orquesta. Crecí en ese entorno, que es el más natural para mí y en el que me siento en mis aguas. De pequeña soñaba con ser cantante. Tenía una bella y sonora voz, pero al crecer opté por la flauta. A lo largo de 10 o 15 años mi mayor ambición fue ser una buena flautista. Me gradué por el Conservatorio en esa especialidad. Sin embargo, ya en el segundo o tercer año de los estudios académicos me había dado cuenta de que ser una simple instrumentista me resultaba insuficiente y que necesitaba una visión más general de la música. Deseaba dirigirla, sentir que me atravesaba la obra completa y no solo la partitura de las flautas. La suerte quiso que conociera a las personas más indicadas para lograrlo. Me alentaron y con el tiempo, llegué a ser directora de orquesta”.

Daniela Kostadinova optó por una profesión aún más inusual para una mujer.

“En mi familia no hay ferroviarios y, sin embargo, desde pequeña siempre quise conducir una locomotora. Me gradué por la Escuela Superior de Transporte, en la que hice también el curso para conductores de locomotora. Desde hace tres semanas soy ayudante de maquinista de tren en la empresa Transporte de Cargas de la Compañía Ferroviaria Nacional. Siempre supe que ése era el trabajo que anhelaba pero apenas al ingresar en la Escuela Superior me percaté de lo responsable que es la profesión a que quería dedicarme. Esa responsabilidad me resulta muy motivadora”.

Es muy inusual ver a una mujer en el papel de directora de orquesta o de ayudante de maquinista de tren, casi tan inusual como ver en Bulgaria a un hombre haciendo de enfermero. Es una de las pocas profesiones que en el Catálogo Nacional de Funciones figura sólo en el género femenino.

Sin embargo, esta circunstancia no perturba para nada a Ivailo Eftimov, quien lleva dos años y medio trabajando como enfermero en la Academia de Medicina Militar. Dice que en su hospital hay tres varones con esta ocupación, y que en toda Bulgaria son una cincuentena. Ivailo es graduado en medicina veterinaria pero siempre soñó con ser enfermero. Comenta que algunas de sus cualidades de varón le ayudan a cumplir con éxito las obligaciones que le corresponden.

“Me es más fácil mantener la sangre fría mientras que algunas compañeras con las que entramos juntos a trabajar en este centro sanitario caen con facilidad en crisis. Soy más seguro de mí mismo y mi fuerza física es otra ventaja, sobre todo en clínicas tan intensas como la de reanimación, la de cuidados intensivos, la de asistencia médica urgente, etc”.

Otra profesión casi totalmente feminizada es la docente. Las estadísticas hacen ver que el 85 % de los maestros de escuela son mujeres. Por esto no deja de llamar la atención que un hombre joven, graduado en politología por la Universidad de Munich, haya optado por ser profesor escolar.

“Lo importante es trabajar con profesionalidad y tomar a pecho lo que se hace. Creo que son los elementos que predeterminan el éxito de cualquiera en cualquier profesión”, dice Tomislav Rashkov, maestro de inglés en el programa Juntos en Clase. “Nunca he sentido discriminación ni ironía por parte de mis colegas. Todos me tratan muy bien a mí y a los demás maestros, porque no soy el único varón en el personal docente de la escuela. Eso sí, he vivido momentos cómicos en el aula. Por ejemplo, en cierta ocasión los alumnos habían escrito en la pizarra “Miss Rashkov is our favourite teacher”, en lugar de Mister Rashkov. Lo hicieron por inercia y eso no me molesta, más bien me divierte”.

Versión en español por Raina Petkova