Zoran Zaev, líder de la Unión Socialdemócrata de Macedonia, reveló estos días en una entrevista a la Agencia Focus que los teléfonos de diplomáticos búlgaros en Skopie fueron intervenidos. Pruebas de ello les fueron presentadas personalmente. Según la práctica diplomática, el Ministerio de Exteriores en Sofía se negó a comentar públicamente un tema de esta índole. Sin embargo, consideró oportuno declarar que “la crisis política interna en Macedonia, causada por las revelaciones sobre la violación de los derechos humanos y las escuchas telefónicas masivas, incluyendo a diplomáticos de terceros países, genera preocupaciones muy serias” y es necesaria “una investigación independiente, integral y transparente de los hechos anunciados”. Este caso no favorece las ya problemáticas relaciones entre Bulgaria y la Ex República Yugoslava de Macedonia.
Hace tres meses, esta Emisora comentó que las relaciones son problemáticas en el contexto de la expectativa de una reunión de los ministros de Exteriores de los dos países para impulsar el diálogo a alto nivel. En aquella ocasión argumentamos la valoración escéptica basándonos en que en las relaciones bilaterales hay un gran potencial, pero poco progreso.
Tres meses más tarde, en lugar de diálogo a alto nivel hemos observado cómo el líder de la mayor fuerza opositora en Macedonia acusó ante un medio de información búlgaro a los gobernantes de su país de violar los derechos y las libertades fundamentales y la Constitución, controlar el poder judicial y los medios de comunicación, manipular las elecciones, pinchar los teléfonos de los diplomáticos.
La parte búlgara tomó muy en serio las acusaciones de Zoran Zaev, ya que el Ministerio de Exteriores de Sofía señaló que realizar las ambiciones de la Ex República Yugoslava de Macedonia de integrarse en las estructuras europeas y euroatlánticas sería posible sólo después de que en el país termine el proceso de construcción del Estado de derecho. Semejante reacción significa, en la práctica, que en esta etapa la Ex República Yugoslava de Macedonia no puede contar con el apoyo de Bulgaria para su adhesión a la UE y la OTAN. Probablemente, tampoco puede contar con el apoyo de la UE y de la OTAN, a juzgar por las reacciones de alarma de la CE y del Departamento de Estado de EE.UU. a raíz de las últimas circunstancias de su crisis política.
La crisis política en la Ex República Yugoslava de Macedonia, empero, no es nada nuevo y no se debe sólo a las últimas disputas y acusaciones recíprocas entre los gobernantes y la oposición. El país cayó en crisis política aguda inmediatamente después de las últimas elecciones parlamentarias anticipadas, cuya legitimidad sigue siendo cuestionada por la oposición. La oposición boicoteó el Parlamento, impidiendo de esta manera solucionar cuestiones vitales. Se notan contradicciones también en la coalición gobernante, sobre todo en lo tocante a la distribución de los recursos de poder y otros elementos. Por ejemplo, Ali Ahmeti, líder de Unión Democrática para la Integración, que desde hace tiempo es socio en el gobierno del partido gubernamental VMRO-DPMNE, a menudo se declara partidario de hacer concesiones sobre el nombre del país, que impide su adhesión a la UE y a la OTAN. No obstante, VMRO-DPMNE se opone categóricamente a ello.
Poco después de la entrevista escandalosa de Zoran Zaev concedida al medio de comunicación búlgaro, en reunión con el Embajador de Sofía en Skopie, Ali Ahmeti declaró que el diálogo constructivo entre Bulgaria y Macedonia debería formalizarse lo más pronto posible mediante la firma de un acuerdo de buena vecindad. Bulgaria no sólo desea firmar tal acuerdo desde hace años, sino que lo define como condición previa para dar su apoyo a la Ex República Yugoslava de Macedonia para el inicio de negociaciones de adhesión a la UE.
El socio principal de la coalición gobernante en Skopie, VMRO-DPMNE, tiene reservas también a este respecto. Desde que la antigua Yugoslavia se desintegró, la Ex República Yugoslava de Macedonia sigue enfrentándose a importantes problemas que resuelve con dificultad. El primer gran problema fue el reconocimiento de su independencia, ahora en el orden del día están las cuestiones relacionadas con su nombre, su identidad y su adhesión a la UE y a la OTAN, cuyos diplomáticos parecen ser objeto de escuchas telefónicas.
Las grandes cuestiones que afronta la Ex República Yugoslava de Macedonia pueden ser solucionadas sólo mediante el diálogo entre sus representantes, que han de ser predecibles y legítimos, y los factores internacionales correspondientes siempre que la situación política interna sea estable y que haya confianza mutua. Toda expectativa de éxito en ausencia de estas condiciones sería una ilusión.
Versión en español por Daniela Radíchkova
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