El violinista Vasko Vasilev es uno de los músicos que cobraron fama entre un enorme número de melómanos aficionados a diferentes géneros. Es, además, el más joven concertino en la historia del Teatro Real de Ópera Covent Garden, de Londres. Cuando ocupó su lugar al frente de la orquesta tenía apenas 20 años de edad. Cada músico exitoso fue apoyado por al menos un buen profesor. En el caso de Vasko Vasilev los profesores fueron varios. Al principio fue su familia musical. Luego, a los 10 años de edad recibió una beca estatal y se trasladó a Moscú para estudiar en la Escuela Musical Central, adscrita al Conservatorio de Moscú.

“Mi primer profesor de música, Trendafil Milanov, daba clases en la escuela musical de Sofía. Después mi padre que también es violinista se encargó de mi formación. Tomaba los exámenes por correspondencia y mis dos abuelas también me daban clases. Una de ellas era profesora de lengua búlgara y literatura, la otra de biología. Mi madre que es pianista acompañaba mis interpretaciones hasta que tenía 20 años de edad. Mi familia tiene un papel muy importante en mi formación. Una persona muy importante para mí es la violinista, Dina Schnaiderman. Fue ella quien me dio la primera oportunidad de ofrecer un gran concierto en la sala Bulgaria, de la capital. Ella sigue siendo una amiga mía muy buena. Los primeros años fueron dedicados únicamente a dos actividades: aprender y tocar, a la creación de un aparato que funcionara como un coche de alta gama. Incluso en la música hay aspectos técnicos que deben aprenderse. A los 16 años fui a Londres donde conocí a grandes artistas y aprendí mucho de ellos. En realidad sigo haciéndolo hasta ahora. Hay personas de gran talento no obstante si son músicos consagrados o principiantes de quienes se puede aprender”.

Mientras estudiaba en Moscú, Vasko Vasilev se mereció un lugar entre los laureados de varios prestigiosos concursos como Jaques Thiboud, de París, Karoly Flesch, de Londres y Pagannini, de Italia. Su grupo integrado por solistas del Convent Garden también se llama Laureado. La pianista Pamela Nickelson es miembro de la formación.

“Me dedico especialmente a las cosas poco estándar y creo que tienen buena acogida. Hace falta ver nuestro arte desde otro ángulo para evitar que parezca anticuado. En estos momentos trabajo sobe unos cinco proyectos nuevos dedicados a la obra de Bach y a arias operísticas. Para mí es un enorme honor trabajar para esta institución tan prestigiosa que abre su escenario para los mejores artistas mundiales”.

¿Cómo concibe su patria después de tantos años en el extranjero?

“Para mí Bulgaria lo es todo. No se puede dar la espalda a las raíces. Tengo parientes en Sofía, en el norte de Bulgaria y en los Ródopes. Lo primero que me imagino es la naturaleza. Para mí no hay país más bello que Bulgaria. No hay otro lugar en el mundo con una naturaleza tan variada en una superficie tan pequeña. En lo que a los proyectos con músicos búlgaros se refiere, éstos son muchos. Acabo de grabar con Radio Nacional de Bulgaria un disco compacto con canciones napolitanas en la voz de Svetla Vasileva. He trabajado con el Misterio de las Voces Búlgaras. Creo que la vida es bella porque tengo una profesión que brinda alegría y placer a la gente. Estoy agradecido y feliz, nací con suerte”.

Versión en español por Hristina Taseva