Después de dos años de agobiantes negociaciones por fin el miércoles fue suscrito oficialmente un acuerdo entre la Compañía Nacional de Electricidad y las dos compañías termoeléctricas norteamericanas en el país, AES y Contour Global, para modificar los contratos a largo plazo para la compra de electricidad por éstas y los precios para el monopolista público. Este hecho en sí es muy positivo desde diferentes puntos de vista, sobre todo porque no vaticina alza de los precios de la electricidad. Basta con recordar que el primer Gobierno del primer ministro actual, Boiko Borisov, fue destituido del poder hace dos años a causa de los altos precios de la electricidad para los consumidores de a pie. A esto hay que agregar también la ventaja directa para la imagen de Bulgaria como un país donde invertir después del exitoso término de las negociaciones con los más importantes socios transatlánticos.

A partir del 1 de julio de 2015, la suma pagada por la Compañía Nacional de Electricidad a Contour Global para mantener en estado de explotación sus potencias, denominado también precio disponibilidad, será disminuido en el 17 % y el mismo precio que se paga a AES, en el 14%. La disminución garantizará a la parte búlgara unas ventajas directas de casi 600 millones de euros en 10 años. A cambio de estas ventajas la Compañía Nacional de Electricidad se compromete con pagar las deudas por valor de 365 millones de euros a las dos centrales hasta finales de junio para que éstas puedan pagar lo debido a las minas de carbon de las cuales suministran la materia prima. 

Todo esto podría parecer magnífico, merecer aplausos y ser un buen ejemplo para atraer nuevas inversiones si no existieran algunos pequeños detalles.

Los consumidores finales de energía eléctrica no se beneficiarán de la disminución acordada del 30 % ya que los precios para ellos se definen por la Comisión de Regulación de la Energía y el Agua sobre la base de los precios de los diferentes productores incluidas las costosas fuentes de energía verde que gozan de preferencias. La endeudada Compañía Nacional de Electricidad tampoco gana algo y simplemente disminuye los gastos. Todo esto sucede en un momento en que la energía búlgara en su totalidad y sobre todo la producción y el comercio con energía eléctrica viven una crisis sin precedentes y acumulan enormes deudas.

Por si fuera poco, como consecuencia del acuerdo la Compañía Nacional de Electricidad deberá buscar urgentemente una enorme suma de dinero que debe pagar a los norteamericanos en el plazo de dos meses. La compañía carece de este dinero pero sí tiene deudas por valor de 1.5 mil millones de euros. Ahora se verá obligada a extraer una deuda nueva que en algún momento deberá devolver.

La mayoría de los expertos opinan que si la electricidad se vende a precios inferiores de su valor real, es inevitable registrar pérdidas y acumular deudas. Sin embargo, expertos, políticos y sociólogos hacen recordar que más del 90% de los búlgaros son pobres en comparación con los ciudadanos comunitarios y no pueden permitirse el lujo de pagar energía eléctrica más cara. Además, 2015 es año en que se celebrarán elecciones municipales y la clase política no se perjudicará a sí misma permitiendo un aumento de los precios. Este arriesgado balanceo sobre una cuerda fina no puede durar para siempre pero en este momento no existen las condiciones políticas y sociales para la grave intervención quirúrgica que tarde o temprano deberá hacerse. Desde este punto de vista la transacción con las dos centrales eléctricas norteamericanas es ventajosa en primer lugar para la clase política de Bulgaria.

Versión en español por Hristina Taseva