Falta de objetivos nacionales, este es el principal problema de la agricultura búlgara. la conclusión es del Instituto para Estudios Económicos adscrito a la Academia de Ciencias de Bulgaria, después de una investigación de gran envergadura sobre el gasto de los medios europeos del primer periodo programado, de 2007 a 2013 del PO de Medio Ambiente, el Programa Agrario Común y el programa de Desarrollo de las regiones Rurales.

Según los economistas de la Academia de Ciencias de Bulgaria, este país ha implementado un 80 % de los medios de estos programas, o sea, 6.3 mil millones de euros. A pesar de la considerable financiación no hay prioridades claramente formuladas. A causa de esto, el dinero no ha aportado al desarrollo de la agricultura competitiva que genere productos de alto valor añadido.

Las prioridades no están claras, dice el doctor Ognian Boiukliev. Parece que el objetivo es implementar el dinero y no lograr efectos o reanimar la agricultura búlgara y hacer de ella un sector de primera fila. Después de 2007, cuando el dinero europeo comenzó a acceder en la agricultura búlgara, el IVA bruto disminuyó pero el PIB del país es relativamente estable. Los medios están orientados sobre todo a la producción de cereales. Bulgaria produce un 3.5 a 4 millones de toneladas de cereales al año. Hace 25 años, sin embargo, Bulgaria producía unos 14 millones de toneladas de cereales. Hoy somos uno de los más importantes exportadores de cereales pero hace 25 años este producto no se exportaba porque servía de forraje que por su parte se transformaba en productos con valor añadido como leche y productos lácteos. Hace 25 años Bulgaria fue uno de los grandes productores de frutas y hortalizas que satisfacían las necesidades del mercado interno. En estos momentos, el 80 % de la producción agrícola consta de cereales.

Si los cereales tiene 5 % de valor añadido, en el plato del turista es 20 veces más, subrayó el economista. De la producción de cereales perdemos unos 370 millones de  euros de valor añadido y miles de puestos de trabajo. A juicio de Boiukliev, Bulgaria no dispone de gran territorio y por esto no puede competir con productores de cereales como Kazajstán, Ucrania, EEUU, Canadá, entre otros.

El subsidio es el mismo, no obstante si se trata de producción de cereales, tomates o manzanas. Gran parte de los productores agrícolas búlgaros son empresas de la ciudad que agotan el subsidio. Algunos son importantes granjeros, otros son inversores que buscan una rápida realización de su dinero. En este caso, la culpa no la tienen las empresas sino la política nacional. Si los objetivos que nos hemos planteado son implementar los medios, podemos decir que hemos logrado un buen grado de implementación.

Como una desventaja de la política agraria hasta el momento se señala la falta de granjas familiares competitivas. Los pagos están orientados sobre todo hacia las grandes empresas: entre el 3 y el 4 % de los productores agrícolas han implementado el 78 % de los subsidios. Los pequeños y medianos agricultores resultan perjudicados de dos modos: obtienen subsidios menores como valor total, ya que los pagos se realizan por unidad de superficie. Por otra parte, no tienen la capacidad de diseñar proyectos para financiación de los programas europeos. En Polonia este problema fue resuelto con la ayuda de la Academia Agrícola. En Bulgaria esto no sucede. 

El dinero europeo se implementa de modo absolutamente legal pero, por falta de mecanismos nacionales que hagan a los productores a convertir los cereales en forraje o comprometerse con producción sobre la base de los cereales que tiene alto valor añadido, el efecto total para la economía es bajo.

Faltan políticas que fomenten la elaboración de productos únicos para el clima búlgaro como frutas y hortalizas, aceite de rosa oleaginosa, tabacos orientales, queso blanco en salmuera, queso amarrillo, etc. 

Versión en español por Hristina Taseva