Tras nueve años de interrupción del festival de Rozhen, en este año 2015, se congregaron más de 8 mil intérpretes, 315 formaciones de canto, más 25 conjuntos folclóricos. Detrás de estas escuetas cifras están los preparativos, los viajes y las emociones de todos los participantes. Y también los aplausos de unos 350 mil espectadores, búlgaros en su grueso, pero también hubo turistas griegos, rumanos, británicos, franceses y rusos.
Esta magna manifestación ha recorrido un largo camino desde la tradicional feria dedicada a los antiguos lugares de culto hasta el actual “Festival de la Creatividad Popular y la ganadería”. Hoy narraremos una parte de esta historia y nos entrevistaremos con representantes del público y de los participantes. A los registros documentales de temas musicales del festival dedicaremos un puesto especial. La música que ahora hemos seleccionado es del Monte Ródope y los intérpretes actuaron en la magnífica Velada Rodopiana. .
“Esta zona es emblemática para los Montes Ródopes y para toda la península Balcánica - dice Tania Mareva, directora del Museo provincial de Historia de Smolian. Todas las personas que vivieron en la montaña la ueron deificando en cierta forma. Las praderas de Rozhen, que ocupan unas 110 hectáreas, forman la línea divisoria entre dos ríos: el Maritsa y el Arda. En el siglo XIX se formaron en esa zona varios lugares de culto dedicados a las respectivas festividades cristianas: los días de Santa Marina, de San Pantaleimón, de San Elías, etc. En 1898, el padre Anguel Indzhov, quien ha quedado en la historia como uno de los fundadores del festival de Rozhen, propuso a sus paisanos que se reunieran en Rozhen en una misma fecha, el día de San Pantaleimón. Conocemos a ciencia cierta que, en 1904, el festival fue muy representativo y muy concurrido por visitantes. El nuevo comienzo de aquella feria se registró en 1961, cuando se organizó un certamen de canciones tradicionales para toda la región folclórica de los Ródopes. Actualmente, esta manifestación tiene escalas nacionales y esto no deja de satisfacernos”.
Veselina Babadzhankova, participante durante muchos años en el festival y hoy presentadora de los programas oficiales del mismo dice que lo primero que hace al despertar en Rozhen es escuchar el canto de los grillos: “Aquí estoy con mis raíces. Soy natural del Monte Ródope y para mi esta manifestación es un recuerdo de la infancia sobre cómo corríamos por la praderas, cómo observábamos por la noche el vuelo de las luciérnagas, los regalos que nos compraban nuestros padres. Fue en Rozhen cuando por vez primera escuché las canciones de tantos cantantes y el resonar de tan gran número de gaitas. Para mi este festival es el orgullo de mi montaña y en él el espíritu búlgaro late en las danzas, en las canciones, en los hermosos y vistosos trajes típicos”.
“Conozco las tradiciones de Bulgaria”, nos dijo una chiquilla búlgara de 10 años, nacida en Madrid. La mozuela canta temas folclóricos acompañada por su papá, y en España frecuenta una escuela búlgara para estudiar la lengua y la historia de Bulgaria. Otros muchos compatriotas nuestros residentes en el extranjero estaban ante las tarimas viendo las actuaciones. Había también visitantes de diferentes países.
Uno de ellos, Gyorgy Stuber, es gran admirador de la gaita búlgara. Hace algunos años se compró un disco con música folclórica del Monte Ródope que fue para él una revelación: “Me quedé pasmado, oí una música que tanto semejaba la húngara y tan cerca estaba de mi corazón. Luego fui visitando los Ródopes al menos una veintena de veces, recorría las pequeñas aldeas, me reunía con mujeres ancianas y de ellas grababa canciones. Aprendí a tocar la gaita kaba. Ya tengo gran número de amigos en Bulgaria, que es un país que me gusta muchísimo. I ncluso he creado una teoría propia sobre el origen común de la música de Hungría, del Monte Ródope y de Chuvashia. Creo que tienen raíces comunes”.
En un campamento de tiendas de campaña en Rozhen se habían alojado varios grupos de alegres aficionados al folclore. Eran de diferentes ciudades búlgaras. Svetoslav, de Sofía, nos dijo: “Me enteré sobre la celebración de este festival en Facebook. En este festival se presentan música y danzas de todas las regiones folclóricas. Es un espectáculo gratuito y accesible para todoel mundo. Me sentí un poco avergonzado al darme cuenta de que ni siquiera podía bailar un joró, una danza tradicional muy popular. Sin embargo, ayudado por un amigo, lo aprendí a bailar. Ahora la primera cosa que voy a hacer a mi regreso a Sofía será matricularme en algún club de aprendizaje de danzas tradicionales”.
“Creo que los jóvenes no tenemos contacto con nuestra cultura auténtica que es capaz de enlazarnos con las generaciones anteriores y antiguas de búlgaros - dice Plamena, estudiante universitaria de Plovdiv. Para mi, llegar a Rozhen ha significado sumergirme en las tradiciones autóctonas y genuinas .Ponemos la radio, escuchamos las canciones búlgaras y extranjeras más recientes, pero muy raras veces nos ponen muestras de folclore auténtico, que de veras traen una carga inconfundible, provocan satisfacción y alegría” -.
Aleidin Aliev es de Sevlievo, trabaja como bailador de clubes en Plovdiv. “Vine al festival para asomarme y rozar lo búlgaro. Es lo que provoca emociones y nos da felicidad. Creo que el folclore se ha de conservar en su forma originaria para seguir intacto y auténtico. No por casualidad en el mundo el más solicitado es precisamente el folclore auténtico”.
Ivan, mecánico naval, es de Burgás. “Estaba en Londres y me enteré allá de que el festival se restauraba y reanudaba tras un paréntesis de 9 años. Nos organizamos unos amigos y vinimos acá. Soy un partidario fervoroso del folclore búlgaro, y nuestras danzas son para mí la cosa más grande que hay en el mundo.
El festival de Rozhen tiene carácter competitivo en el apartado de canciones. Los participantes actuaron en cuatro escenarios. Formaban parte del jurado artistas destacados de la esfera de las artes tradicionales. Junto con las distinciones otorgadas por los organizadores se concedieron dos más, adjudicadas por Daniel Pichot, fundador de la asociación “Solidaridad Francia-Bulgaria”. Los galardones fueron para los gaiteros más anciano y más joven en el festival: Ilia Kadiev, de 86 abriles y Kostadin Margaritov, de 5.
“Transmitir la tradición de una generación a otra es algo sumamente importante - dice convencido el señor Pichot. Esta relación hay que conservarla y desarrollarla. Por otro lado, las gaitas kava son símbolo de los Ródopes y, de por sí, uno de los tesoros de Bulgaria. Las tradiciones del folclore nacional también hay que conservarlas y fomentarlas. Es importante compartirlas también con el resto de pueblos de Europa porque encierran valores humanos fundamentales” -.
Versión en español por Mijail Mijailo
Fotos: Albena Bezovska, BGNES, BTA
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