La noche del jueves, en un momento en que el Consejo Europeo debatía el problema con la presión migratoria hacia la UE, un disparo de un policía fronterizo hirió mortalmente a un inmigrante ilegal afgano que participaba en un grupo de otros 50 refugiados que se negaron a obedecer a la orden de detenerse. A juicio del Ministerio del Interior, el disparo no estaba dirigido hacia el inmigrante y la bala rebotó. Algunos, sin embargo, no tardaron en poner en tela de juicio esta afirmación e incluso insistieron en que no se trata de un incidente fronterizo ya que el siniestro sucedió lejos de la frontera. Un portavoz de la ONU anunció que estaba pasmado por el hecho de que un inmigrante que buscó asilo en Bulgaria encontró la muerte y recordó que es el primer caso de un refugiado matado a tiros en una de las fronteras de la UE.

Evidentemente al incidente se le da gran importancia ya que a causa de éste el primer ministro, Boiko Borisov, abandonó los debates en Bruselas y regresó a Bulgaria. Siguieron reacciones por parte del presidente de la CE, Jean Claude Juncker, y por el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk. En las palabras llenas de compasión hacia el duro destino de los refugiados, se escucharon notas de acusación hacia las acciones de las autoridades fronterizas. Fue condenado el uso de armas contra los refugiados que cruzan la frontera nacional ilegalmente y no a través de los respectivos puestos de control fronterizo. Nadie plantea la pregunta de qué más podría haber hecho una patrulla de tres personas por la noche en medio de un terreno abrupto contra 53 personas de procedencia desconocida que se negaron a obedecer al orden de detenerse. La otra pregunta que se puede formular es si este caso de desobediencia es aislado y qué debemos decir del caso de que solo algunas horas antes de incidente fatal, en el territorio de Burgas fueron detenidos 15 afganos después de haber sido perseguidos por la gendarmería y policías. Por qué si buscan asilo algunos inmigrantes se niegan a tomar en cuenta las personas que podrían dárselo y quienes, digámoslo de una vez, deben proteger su propia población. Parte de los búlgaros ya dieron su respuesta iniciando una recolecta de firmas en apoyo al policía que había disparado.

Para este caso no pueden ser acusados ni el agente que disparó cumpliendo su deber, ni el Estado búlgaro que lo envió para custodiar la frontera y el pueblo. A fin de cuentas, después de cuatro años de una afluencia masiva de inmigrantes ilegales un caso aislado fatal entre miles de otras ocasiones en que la frontera fue atravesada ilegalmente no puede ser criterio para hacer conclusiones. Son muchos más los inmigrantes que murieron camino a Europa antes de alcanzar Bulgaria pero en otras circunstancias. Somos testigos de un proceso de traslado de personas de una envergadura y situaciones complejas sin precedentes en la historia contemporánea que requiere un comportamiento responsable y leal por todas las partes involucradas en él.

Versión al español de Hristina Taseva