Elaborados en oro, plata o una aleación de cobre y zinc de color amarillo, los adornos femeninos eran importante parte del vestuario festivo de la búlgara. Igual que todos los objetos vinculados con las tradiciones tienen un variado significado, sirven de adorno y de talismanes y son parte inseparable de algunas costumbres y ritos mágicos. Los adornos son parte de las creencias populares y de la medicina tradicional.

Hebillas, pendientes, brazaletes, anillos y colgantes se utilizan contra el mal de ojo. Se solían colocar en lugares que son vulnerables como la frente, las orejas, el cuello, la cintura y las manos. No es casual que estas partes del cuerpo se cubrieran durante el rito matrimonial que marca el más importante paso de la vida de la moza. Aparte del denso velo que llevaba en la cabeza, la novia llevaba adornos de oro y de plata. En su frente llevaba una moneda que obligatoriamente tenía que ser de oro para atraer el bienestar y la paz en la casa. Se creía que el oro posee enorme fuerza. Por esto se solía poner una pequeña moneda de oro en el gorrito del recién nacido o la colocaban en su frente.

Los ritos en que se utilizan los anillos, los pendientes, las hebillas, los brazaletes tienen diferentes variantes en las diferentes regiones del país. Hay, sin embargo, muchos puntos en común. Por ejemplo, los brazaletes eran muy importantes en los ritos vinculados con la boda. Se colocaban en la llamada agua colorida, con la cual se amasaban los panes. Las mozas llevaban los brazaletes a los pozos y cantaban por el camino. Los adornos permanecían en el recipiente hasta que el agua alcanzaba la temperatura necesaria para que pudiera ser amasada la harina. Se creía que de este modo la novia sería protegida del mal de ojo y que todo en su vida familiar sería lleno. La mujer guardaba los adornos hasta su muerte. Cuando daba a luz a sus hijos el anillo se colocaba en el agua con que bañaban por primera vez al recién nacido. Al tercer día después del nacimiento del bebé se preparaba una mesa en que se ordenaba pan, vino y sal, así como los brazaletes y las hebillas. Todo esto se colocaba al lado del bebé y estaba destinado a las parcas que predeterminarán su destino.

Los anillos tenían enorme aplicación en las prácticas que anteceden las bodas. Antes del Año Nuevo, el día de San Jorge, en Pascua de Resurrección y el Día de la Asunción de Jesucristo, se realizaba el llamado “canto a los anillos”, con el cual se predecía con quién se casaría la moza. El día de San Jorge, el primer ordeño se hacía a través de un anillo para que fueran protegidas las ovejas de mal de ojo y para que dieran más leche. El mismo día se colocaba un anillo en agua callada, o sea, agua que fue traía en pleno silencio. Con ésta se rociaban los animales para que magos malignos no pudieran robar y reorientar la leche hacia otros rebaños. Con la misma agua se rociaba el cerco en que, según la antigua tradición, se colocaba el esqueleto de una cabeza de caballo. Se creía que de este modo protegían los rebaños de lobos.

Junto y por separado, las hebillas, los anillos, los brazaletes y los pendientes los utilizaban las videntes en casos de mal de ojo, sustos, magias y otras plagas, según la terminología tradicional. Si una novia se iba de este mundo, junto con la ropa y los objetos que utilizaría en el más allá, se guardaban sus adornos. Se creía que la guiaban en su camino hacia el más allá y que, si después de cierto tiempo se sacaban de la tumba, poseían enorme fuerza contra magias. Se consideraba una buena señal si uno soñaba con llevar un anillo en la mano, ya que significaba riqueza.

Versión en español por Hristina Taseva
Fotos: BTA, BGNES