Recientemente, el destacado periodista y director cinematográfico, Milen Guetov, fue distinguido con el Premio Yosif Herbst por su contribución integral al periodismo búlgaro. Yosif Herbst fue periodista y editor, uno de los símbolos del periodismo libre en Bulgaria. Desapareció sin dejar rastro alguno en el año 1925 durante el régimen totalitario de Alexander Tsankov.
El motivo para la concesión de esta distinción a Milen Guetov es que éste se mantiene ya 70 años fiel a su profesión a la cual sirve con talento. Dice que él no ha elegido al periodismo, antes éste lo eligió a él. Esto ocurrió en el frente durante la II Guerra Mundial.
Se relacionan con su nombre decenas de materiales periodísticos redactados exclusivamente en el frente de la guerra. Muchas de sus manifestaciones están dedicadas a la historia y a la modernidad de Sofía. Hay más y es que Milen Guetov ha creado más de 200 noticieros cinematográficos en el cine nacional, casi un millar de documentales televisivos, puestas en escena, reportajes, apuntes de viajes, programas artísticos y periodísticos director, largometrajes y seriales. Actualmente está trabajando en una trilogía en la cual se refleja el siglo XX pero también su centuria. El pasado día 5 de diciembre Milen Guetov cumplió 90 años de edad.
Somos testigos de tres períodos históricos. El Reino de Bulgaria, el socialismo y la democracia. ¿Cómo caracterizaría cada uno de ellos?
“El asuntos es un tanto complicado, ya que el ser humano suele considerar su juventud como la etapa más hermosa de su vida. Sin embargo, partiendo de las posibilidades para ponderar estos períodos, el período que más me agrada es el primero, o sea mis años infantiles y de adolescente hasta el 9 de septiembre de 1944, cuando en Bulgaria se estableció un gobierno prosoviético. Me gusta el Reino de Bulgaria no como modelo político, sino como economía, relaciones entre las personas, educación, valores éticos. Para mí fue aquél el período más hermoso de mi vida. Luego el socialismo tenía sus lados buenos y malos, y ni que hablar del período actual”.
¿Por qué es importante para Ud. referirse a los tres períodos y expresar su posición ante ellos?
“Es importante porque la joven generación no está informada lo suficientemente bien. Tuve la posibilidad de recorrer los continentes de nuestro planeta e irme haciendo ideas sobre los regímenes sociales con todas sus distinciones. Creo que los jóvenes deben saber qué ha sido malo, qué ha sido bueno, sin ninguna clase de valoraciones tendenciosas que, simplemente entorpecerían nuestro desarrollo. ¿Qué significa para Vd. el premio Yosif Herbst? “Es para mi un premio importante ya que, además, yo conocía bien su actividad. Respecto al periodismo me resisto a decir que siempre haya ocupado posiciones de vanguardia. Desgraciadamente ahora esto no es así. Recuerdo que, antes del 9 de septiembre de 1944 mi padre era amigo allegado del redactor jefe del diario Utro, Tenev. Me decía él que cada vez que el Consejo de Ministros debía promover algún proyecto de ley o alguna clase de debate, se reunían con el primer ministro todos los redactores jefe de periódicos para examinar el tema, para prepararlo. Cuando iban delegaciones búlgaras al extranjero obligatoriamente formaban parte de las mismas representantes de todos los periódicos más importantes. O sea, el periodismo era un referente para el Gobierno, un correctivo. Además, por otro lado, el periodista tenía así la oportunidad de divulgar, de primera mano, la información indispensable. Así que el estatuto del periodista tenía sus valores y su prestigio y, a mi juicio, esto debería ser restaurado para que el periodismo cumpla con su misión”.
Ud. ha sido director de películas sobre el agente de los servicios de inteligencia búlgaros Emil Boev, las que por sus guiones obedecían a la ideología de la época del socialismo. ¿Cómo valora ahora aquellas cintas? ¿Hay acaso cosas que sigan valiosas al margen de la coyuntura de la época?
“El cine ha sido mi sueño, después del periodismo. Nunca había imaginado que rodaría películas pero sí tuve esa posibilidad. El primer guión que me gustó fue de Bogomil Ráynov, se titulaba Una melodía brasileña. Los dos éramos personas perfectamente desconocidas la una para la otra. Ráynov me preguntó si yo había leído atentamente el guión. Le dije que sí. Y ¿por qué a juicio de Ud. no se ha hecho hasta ahora?, me preguntó. Pues, por diferentes razones, una de las cuales es la económica, habría que contar con un presupuesto. Antes habían rodado películas basadas en guiones de Ráynov, se hacían asimismo viajes al extranjero. En este caso concreto no existían aquellas posibilidades y yo asumí el riesgo de escribir este guión. Ráynov me dijo: “Bien, estoy de acuerdo, haga Ud. una variante, preséntelo pero bajo una férrea condición: Ud. no escribirá mi texto. Me consta que ha viajado al extranjero y que sabe cómo son las cosas”. Unos años antes Bogomil Ráynov había regresado de París donde se había desempeñado como agregado cultural en la Embajada de Bulgaria. Me dijo: ”Para mi, es muy importante que la gente que se encargue de rodar la película tenga una idea precisa sobre el lugar en que transcurre la acción”. Hicimos el rodaje en forma de teatro televisivo y la obra gustó. El que me gustó a mi fue el actor Kosta Tsonev para el papel protagónico. Fue así como comenzó el rodaje de varias películas como Un hombre ingenuo de mediana edad, Réquiem para una zorra, Morir sólo en caso de extrema necesidad, Tifones con nombres tiernos. Aquella labor me resultaba interesante, curiosa, no se trataba de dinero. Trabajábamos en forma de teatro televisivo, que nos costaba de 10.000 a 20.000 euros, mientras que el presupuesto para una película era de 300.000 a 350.000 euros”
¿Probablemente Ud. ha meditado también sobre otro agente de las películas, James Bond?¿En qué difiere éste de Emil Boev?
“Había un enfoque ético a la hora de escoger la temática. En mis misiones de servicio al extranjero yo había visto películas de James Bond. En Bulgaria en aquella época se exhibían las series de televisión Aun estando solo, un guerrero es un guerrero y, después, Diecisiete instantes de una primavera. Los búlgaros estábamos, así decirlo, en la tierra de nadie, ya que en un lado estaba James Bond, y, en el otro, Aun estando solo, un guerrero es un guerrero. Es más: en la segunda película de James Bond, rodada en Estambul, había una secuencia muy humillante para Bulgaria y los servicios de inteligencia de este país, en la que el agente búlgaro encargado de vigilar a James Bond se ocultó muy torpe y chabacanamente para evitar que lo vieran y acabó capturado. Me sentí ofendido. Es que el protagonista de Bogomil Raynov es un intelectual, es como Sherlok Holmes, no interviene en tiroteos ni en incidentes con coches, ni en explosiones, y eso me gustaba. Me sentía moralmente comprometido no en rehabilitar los servicios de inteligencia búlgaros, sino al búlgaro como tal”.
Versión en español por Mijaíl Mijáilov
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