Hace tiempo que los búlgaros nos hemos acostumbrado a los escándalos, habitualmente relacionados con políticos, hombres de negocios y delincuencia organizada. Ya son como la guarnición que acompaña nuestro día a día. Sin embargo, durante la semana pasada nos fue servida una guarnición difícil de tragar ya que está relacionada con la salud de nuestros hijos y nietos: la escandalosa importación de Turquía de vacunas Pentaxim y Euvax. La primera es 5-valente y se inyecta a bebés de hasta un año de edad contra difteritis, tétano, poliomielitis y haemophilus influenzae, enfermedades sumamente peligrosas de las cuales ya nos hemos olvidado precisamente gracias a las vacunas. La segunda, Euvax combate la hepatitis B.

El escándalo estuvo latiendo durante unos meses pero se desencadenó con fuerza hace unos días cuando la Fiscalía, ateniéndose estrictamente a la letra de la ley, calificó como una infracción la importación de las vacunas desde Turquía, un país no perteneciente a la UE, ya que para las mismas no se ha expedido el llamado certificado de liberar un lote de un laboratorio europeo, es decir no se pueden vender en la red de comercio de los países en la UE.

“No está permitido el uso en Bulgaria de las dos vacunas importadas desde Turquía”, manifestó Asia Petrova, presidenta de la Fiscalía Administrativa Suprema. El ministro de Salud Pública, Petar Moskov, respondió organizando una rueda de prensa especial en que informó que la vacuna Pentaxim es parte del calendario inmunológico obligatorio y que responde a todos los requisitos para ser utilizada en el país y en la UE. Además, Moscov agregó que no se vende en la red de comercio, sino que se ofrece por el Ministerio de Salud Pública a las estructuras sanitarias. En lo que se refiere a la vacuna Euvax, ésta se encuentra almacenada y es una reserva que tiene el Estado para hacer frente a casos epidemiológicos relacionados con los flujos migratorios y desastres naturales, precisó el ministro y agregó que para la vacuna contra hepatitis B que se aplica en conformidad con el calendario inmunológico fue organizada una subasta que ganó una empresa comercial y la vacuna está disponible”. Petar Moskov se mostró muy conmovido: “La sucia guerra de intereses económicos puede afectarme a mí, pueden someterme a controles, pueden reclamar mi dimisión, pero esto no puede afectar la tranquilidad y el instinto de la gente de proteger a sus hijos”.

Aparte del lado médico-judicial, el escándalo con las vacunas tiene un sustrato financiero. Es sabido que desde hace unos años en Bulgaria existen problemas con las licitaciones para la importación de vacunas. Tal vez es así porque el país es un mercado pequeño y por consiguiente poco atractivo para las grandes empresas farmacéuticas o tal vez porque los procedimientos para licitaciones públicas son demasiado pesados y desalentadores. O tal vez porque son muchos los funcionarios públicos corruptos que quieren hacerse con sobornos.

De todos modos el año pasado también fracasaron las licitaciones para contrataciones públicas para determinadas vacunas y el Ministerio de Salud Pública procedió a la opción de contratos directos, en este caso con la parte turca. Se llegó a un trueque: Turquía donó a Bulgaria las cantidades necesarias de Pentaxim y Bulgaria donó a Turquía vacunas contra tuberculosis. A juicio del ministro Moskov, el trueque fue absolutamente ventajoso para ambos países. Los especialistas afirman que la vacuna Pentaxim, importada desde Turquía, prácticamente es un producto de la empresa productora Sanofi, de Francia, y puede ser vendida en el mercado de la UE. Los componentes de la vacuna fueron producidos en Francia y en Tuquía se llevan a cabo las últimas operaciones de su preparación para fines comerciales.

Hay algo más. Las nieblas entorno a la información, las intervenciones de la Fiscalía y la defensa del ministro Moskov son indicios de un escenario político. No será de extrañar si que el objetivo final de todo esto es la dimisión del ministro Moskov reclamada por círculos farmacéuticos descontentos o formaciones políticas. O por ambos bandos a la vez. No es casual que en medio del escándalo el Partido Socialista Búlgaro por fin decidió cuál será el tema de la moción de censura contra el gobierno: el fracaso en el ámbito de la Sanidad, incluido el tema de las vacunas. No será una sorpresa si el ministro Moskov repite el destino de su predecesor Bozhidar Nanev del primer gobierno de Boiko Borisov que fue despedido de su puesto a causa de un escándalo con la importación del medicamento contra gripe Tamiflu. Cabe decir que a fin de cuentas resultó que las acciones de Nanev fueron absolutamente legales y del interés del Estado. Así y todo, la vacuna Pentaxim, importada desde Turquía ya se usa en Bulgaria, fue repartida entre los medios de cabecera y las estructuras médicas y la campaña inmunológica está en marcha. El ministro Moskov lo apostó todo. La historia con las vacunas, sin embargo, dejó un regusto amargo, la sociedad de nuevo es rehén de intereses financieros y políticos, para los cuales la salud de la nueva generación de búlgaros no vale nada.

Versión al español por Hristina Taseva