¡Esto ya es escandaloso! El bloqueo, con tractores y demás maquinaria agrícola pesada, de la frontera de Bulgaria con Grecia organizado por los agricultores helenos estiró hasta el límite los nervios de los transportistas búlgaros durante la semana que se va; los camiones TIR griegos se alinearon en largas filas a ambos lados de dos principales puestos de control fronterizo: Kúlata–Promachonas e Ilinden–Exochi.

Los agricultores griegos protestan contra la intención del Gobierno de Tsipras de aumentar sus impuestos y seguros. Está bien, que se rebelen, que protesten, que se declaren en huelga, es normal disgustarse y reaccionar cuando quieren meterte la mano en el bolsillo y hacerte la vida más difícil; pero surge la pregunta: ¿es correcto, acaso, que con sus actos estos agricultores, por su parte, también metan mano en el bolsillo de los transportistas búlgaros, complicándoles así más la vida? La demora de los camiones con mercancía supone pérdidas no sólo para los transportistas sino también para los productores de la misma y para los comerciantes que deben venderla en el mercado. Según expertos, sólo los transportistas realizan pérdidas diarias de 100 mil euros, aproximadamente.

Este bloqueo no es un precedente; también otras veces y por otros motivos los agricultores helenos han bloqueado los cruces fronterizos con Bulgaria. ¿No resulta un poco extraño, acaso, que en el apogeo del invierno, como en este caso, los agricultores del vecino país aparquen tractores y similar maquinaria agrícola en medio de la carretera, mirando la que se lía? ¿Por qué no organizan bloqueos en plena campaña agrícola, cuando los equipos mecánicos son necesarios en el campo? Además, ¿será posible que las leyes griegas permitan que en tiempos de paz sean cerradas, impunemente, durante días carreteras estatales que unen dos países vecinos, miembros de la UE? ¿O es que las autoridades helenas no disponen de unidades especiales antidisturbios? Porque una cosa es el derecho a protestar y a declarar huelga, y otra, bien diferente, actuar al borde de la ley y de la moral.

Mientras tanto, ¿qué medidas tomaron las instituciones búlgaras? Reaccionaron apenas cuando los medios informativos divulgaron la “invitación” dirigida a ministros y parlamentarios de Sofía por parte de irritados conductores de camiones a pasar sólo una noche con ellos, acampando junto a la carretera. Como resultado el Ministerio de Exteriores informó oficialmente a la CE sobre “la situación en los pasos fronterizos con Grecia” y pidió a la Comisión “adoptar medidas para resolver el problema en el plazo más breve posible”. En la nota se señala que en este caso “Grecia no cumple con sus compromisos relacionados con libertades fundamentales en el marco de la UE, como la libre circulación de personas y mercancías entre los Estados miembros”. Algunos políticos, empero, señalaron con ironía que era dudoso que la CE se moviera de Bruselas para venir a despejar la frontera búlgaro-griega. Para consuelo de los damnificados, el titular de Exteriores, Daniel Mítov, informó que semejante régimen aleatorio de bloqueó sufrían también los pasos fronterizos de Turquía y de la ERY de Macedonia, otros países que limitan con Grecia.

En una conversación telefónica con su homólogo griego, Alexis Tsipras, el premier Boyko Borísov hizo hincapié que “los problemas internos no deben convertirse en motivo de violar el derecho a libre circulación de personas y mercancías”, e instó que sean asegurados corredores para el tráfico de tránsito. Y todo terminó hasta aquí. Algunos observadores preguntaron asombrados si las autoridades búlgaras conocen el concepto “medidas recíprocas”, y también, ¿qué pasaría si Sofía impusiera un embargo temporal sobre las importaciones en Bulgaria de naranjas, mandarinas, lechugas y otros productos griegos hasta que los agricultores de aquel país no desbloqueen los camiones búlgaros?

Obviamente, también en este caso la malentendida diplomacia y el oportunismo político sacrificaron una vez más los intereses nacionales.

Versión en español por Daniela Radíchkova