“La fuerza de las palabras: redes sociales, radicalización y burlas”, era el título de una conferencia en la Asamblea Nacional con ocasión del Día Internacional de la Francofonía. En ella se discutieron principalmente dos temas: la radicalización de la juventud en las redes sociales y el humor como crítica política. Entre los participantes de la conferencia se encontraba el conocido caricaturista búlgaro Chavdar Nikolov. ¿Cuándo empezó el género de la caricatura? Se inició en Italia en el siglo XVI, apunta él. Al principio se encontraba solamente en los talleres de los artistas, y en los siglos XVII y XIX apareció la caricatura política. Entonces se convirtió en un arma más de la libertad de expresión, pero también de la libertad de propaganda. Por otra parte ser caricaturista no siempre es seguro.
Tenemos ejemplos también de nuestra realidad. En 1925 en el país tenía lugar una guerra civil silenciosa, en la cual víctimas de ambos bandos morían con frecuencia como consecuencia de atentados. Alrededor de una semana antes de los atentados en la organización militar del partido comunista en la iglesia Sveta Nedelia, apareció en la prensa una caricatura de Alexander Dobrinov. Se trataba de una imagen de la Muerte, que decía “Este año Cristo no resucitará”. Y al cabo de unos días tuvo lugar el atentado con 213 víctimas mortales y 500 heridos. Alexander Dobrinov fue detenido en el acto, como sospechoso de estar vinculado al atentado. Estuvo detenido seis meses, hasta que el famoso político y periodista Dimo Kazakov abogó por él y fue puesto en libertad, cuenta Chavdar Nikolov. Más adelante ya se verá que Alexander Dobrinov no estaba en buenas relaciones con las autoridades, ya que tras el 9 de septiembre de 1944, cuando en el país se estableció un gobierno pro-soviético, fue condenado a dos años por el llamado Tribunal del Pueblo a causa de sus ilustraciones sobre la vida en la Unión Soviética emitidas por el Ministerio de Propaganda.
Otro caricaturista búlgaro, Alexander Bozhinov, representó a su vez a Molotov con un símbolo nazi en la época del pacto Ribentrop-Molotov, (un tratado de no agresión) cuando las relaciones entre la Unión Soviética y Alemania estaban en su máximo esplendor. Es curiosa la historia de Alexander Bozhinov antes de la condena del Tribunal del Pueblo. En esa época fue invitado a testificar contra él el talentudo artista Ilya Beshkov, conocido por sus tendencias de izquierdas. El Presidente del Tribunal dijo: Señor Beshkov, es usted el mejor caricaturista de Bulgaria, a lo que él respondió, No, al mejor caricaturista búlgaro lo ha condenado usted.
Sin embargo, esto le costó al artista un año de condena por parte del Tribunal del Pueblo. El peor de los casos en la historia de la caricatura búlgara fue el de Raiko Alexiev. Una de sus caricaturas, publicada en el periódico Shturets, mostraba a Stalin tocando la balalaika, y debajo ponía “Volga, Volga, madre patria, veremos cómo acaba”. Al parecer Raiko Alexiev no era muy apreciado por los comunistas. Fue ejecutado, y más tarde condenado por la Audiencia Nacional.
Más recientemente también ha habido otras historias de libertad de pensamiento y conciencia cívica.
Es interesante lo que sucedió en 1968, cuando Radoy Ralin y Boris Dimovski publicaron el libro “Pimientos picantes”. Es sabido que al cado de dos semanas toda la tirada se recogió y se incineró en el combinado poligráfico, la mayor imprenta de la capital, debido a la caricatura con la que Boris Dimovski ilustró un epigrama de Radoy Ralin “Una barriga llena, a la ciencia ajena”. Pero un poeta vio la firma de Todor Zhivkov. Por ese motivo se recogieron los ejemplares del libro y se incineraron, a pesar de lo cual aún se pueden encontrar algunos ejemplares en librerías de anticuario en Bulgaria. Después de eso, Radoy Ralin y Boris Domovski perdieron su empleo y cayeron en desgracia durante mucho tiempo.
Otro caricaturista búlgaro, Todor Tsonev, dibujaba casi a diario a Todor Zhivkov. Y tras los cambios de 1989 realizó una gran exposición. Tal vez no ha habido una exposición más visitada en toda nuestra historia, declara Chavdar Nikolov.
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