Europa tiene miedo de los refugiados.Los medios de comunicación dan pábulo a este miedo ya que relacionan elcomplejo problema del terrorismo islámico con la ola migratoria del mundo árabehacia Europa. A pesar de que los atentados en París y Bruselas son obra deciudadanos de Europa Occidental, que nacieron y crecieron en el ViejoContinente, es poco probable que exista un europeo que no ponga bajo un mismo denominador la religión y el terrorismo. Los medios de informativos aprovechan esta intuición. La verdad es que la crisis con los refugiados y losatentados mostraron con claridad qué frágil es la unión que se denomina europea.
El problema con los millones de refugiados muestra claramente la división entrelos 28 países comunitarios. Ha sido socavada la fe de los europeos en sus institucionesa nivel nacional e internacional.
Las minorías marginalizadas en los ghettosde las grandes ciudades europeas de repente resultaron ser una lacra que Europa ignoraba durante años con laingenua fe que la lacra sanará gracias a la panacea “democracia”. Cabe decirque se trata de la misma panacea que el oeste trató de imponer en el mundoárabe denominándola “Primavera Árabe”. La historia debería habernos enseñado quela imposición de modelos nuevos en sociedades que no han madurado para lasnuevas ideas está condenada al fracaso. Si la inseguridad que generan elOriente Próximo y el norte de África hasta hace poco nos parecía abstractaporque existía solo en las noticias, la ola de inmigrantes que se desencadenó después del inicio de la guerra civil en Siria la trasladó en nuestras ciudades.
De momento Bulgaria permanece almargen del camino de los refugiados hacia una vida mejor en Europa Occidental. A pesar de esto los datos estadísticos son estremecedores: Durante el añopasado la Agencia Estatal para los Refugiados registró un aumento del 87% delnúmero de las peticiones para adquisición de estatuto de refugiado respecto a2014. En Bulgaria fueron depositadas 20 165 peticiones respecto a 10 805en el año pasado. Sobre el telón de fondo de un millón de refugiados recibidos en Alemania, esto puede parecer poco. Son preocupantes, sin embargo, lasexpectativas de especialistas en seguridad de Bulgaria y deloeste de Europa de que Bulgaria se va convirtiendo en el más importante centrode tránsitode los migrantes.
Estasemanael Parlamento bbúlgaro ratificó el acuerdo entre Turquía y la UE sobre la crisis migratoria. “El interés nacional de Bulgaria ha sido defendido de modo categórico”, manifestó desde la tribuna la vice primera ministra responsable de Asuntos Europeos, Meglena Kuneva. En sus palabras este acuerdo no afecta los asuntos vinculados con la suspensión de los visados para ciudadanos turcos que viajan a la UE, así como el avance de las negociaciones para la adhesión de Turquía. Todos sabemos que este es el precio porque Turquía tiene la llave hacia la resolución de la crisis.
Europa no podría arreglárselas con más de dos millones de refugiados que en estos momentos se encuentran en el territorio de la vecina Turquía. Lógicamente, su ruta atravesaría Bulgaria. Bulgaria, que siempre ha subrayado como su ventaja geopolítica su situación en un cruce de caminos que une el Este y el Oeste.
Vivimos en un lugar interesante, en tiempos interesantes, a primera vista una combinación inesperadamente buena para los medios de comunicación. Pero al mismo tiempo, una maldición ya que ni los medios de información búlgaros ni los europeos logran saltar más allá de sus sombras.
La imagen que crean de Bulgaria influyentes televisiones y publicaciones sigue sirviendo a los antiguos clichés de un Estado donde reina la corrupción y la delincuencia. Hoy en día esta imagen se amplía con la información superficial de que los búlgaros tienen una actitud hostil hacia los refugiados, protestan contra su acogida en ciudades fronterizas pequeñas e incluso los persiguen con escopetas en las manos.
Bulgaria servilmente se suma al grupo de los habitantes del oeste de Europa cuando se trata de la negación de Polonia, Hungría o la República Checa de acoger a migrantes que tienen una religión diferente al cristianismo. Los medios de comunicación nacionales todavía no se han orientado bien en la falta de deseo de los búlgaros de vivir con nuevos compatriotas en una posición social desfavorable y en el discurso correcto de la elite política sin buscar las raíces de esta hostilidad. Y sin tratar de entrar en el papel de mediador.
Versión al español por Hristina Taseva
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