San Jorge es uno de los santos más queridos en  la tradición nacional búlgara  y, posiblemente, el más venerado. Su día, 6 de mayo, es el de una fiesta  grande. El pueblo suele decir que la Pascua de Resurrección es  un Día Grande, pero que la fiesta  por el día de San Jorge es más grande aún.

El santo fue poderoso y batallador, tuvo la valentía de enfrentarse con el dragón y triunfar. Así rompió los candados que mantenían encerrados manantiales y ríos y provocó “una llovizna menuda y un rocío fresco”. Tanto en la memoria del pueblo como en la iconografía  San Jorge va siempre montando un caballo y armado, y en sus  pies aparece  el dragón al que ha dado muerte. Una de las leyendas más populares relacionadas con la imagen de San Jorge narra cómo durante tres días seguidos hubo truenos en el cielo pero no cayó ni una gota de lluvia y se produjo una gran sequía. El dragón mantenía  cerradas las fuentes y pedía que cada día llevaran adonde él a una moza hermosa. En contrapartida le daba un poco de agua  a la gente. Así, el dragón se fue comiendo a muchas chicas y le tocó el  turno a la moza Bilianka ir donde el dragón. Su mamá rezó una oración a Dios implorando  que  Él se apiadara  de ella y de su hija. ”De repente vino San Jorge, atravesó con su lanza al dragón y le dio muerte. Comenzó entonces a lloviznar y la llovizna los sembradíos pudo abundantemente regar”. Son frases del cuento popular que han sido recreadas en una canción de Galina Durmushliiska.

San Jorge, al ver que los cultivos se secaban por la falta de lluvia consiguió “abrir” el cielo y así sobre la Tierra se descargó una lluvia bendita. Existe la creencia de que cada gota de la lluvia que cae el Día de San Jorge es más valiosa incluso que una moneda de oro y que si llueve ese día será un signo magnífico y un indicio de que  San Jorge , o el propio Dios está bendiciendo a los humanos y las promete una abundante cosecha.

En la víspera del Día de San Jorge, el agua, las hierbas medicinales, la propia hierba y todo lo que reverdece tienen un especial poder. Por esto los jóvenes recogen en el bosque y en el campo plantas verdes y lozanas con las que adornan las puertas y dinteles de sus casas, los corrales y los establos. Ramitas verdes se colocan sobre las mantas con que se arropa a  los hijos. De las hierbas medicinales recogidas se hacen ramilletes que luego son amarrados a las calderillas para la leche, se colocan sobre el cordero asado o se mezclan con la comida para los animales domésticos. También se guardan como remedios para curar diversas indisposiciones.

Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: Archivo