Vinos búlgaros de 70 bodegas se alzaron con un total de 109 medallas, de las cuales cuatro Grandes de Oro, 47 de oro más 58 de plata, en la 23ª edición del Concurso Mundial de Bruselas que se desarrolló del 29 de abril al 1 de mayo pasados en Plovdiv. Se trata de un auténtico triunfo para Bulgaria, que rivalizó con otros 51 Estados y se situó en el sexto lugar, precedida por Portugal, Francia, España, Italia y Chile.
Los más prestigiosos catadores y periodistas del mundo entero comparaban 257 vinos búlgaros con casi 9 mil vinos de las bodegas más famosas en el mundo. Hemos conversado sobre la presentación y las cualidades de los vinos búlgaros con Frédéric Galtier, jefe de Relaciones Públicas del Concurso Mundial de Bruselas, periodista de muchos años en el sector vinícola y enólogo exhaustivo. Él mismo cuenta cómo aún siendo un bebé en el Mediodía de Francia había sido “amamantado” con Gaillac Perlé por su padres , que se desvelaban por criarlo y educarlo debidamente.
Francamente y sin exagerar, creo que la edición 2016 del Concurso Mundial de Bruselas en Plovdiv ha sido una de las más fuertes en la historia del mismo. Lo específico para este concurso es que al mismo le gusta viajar a diferentes regiones, productoras de vinos. En Europa del Este sólo habíamos estado en Eslovenia y ahora estamos por vez primera en Bulgaria. Todo el mundo quedó entusiasmado por la hospitalidad y la excelente organización que muy difícilmente podría haber sido mejor. Fuimos igualmente impresionados por la revelación que hemos hecho de la enorme variedad de la tradición vinícola y gastronómica búlgara. Hemos descubierto un país importante, productor de vinos, que actualmente está viviendo una verdadera revolución en este sector y posee mensaje propio.
¿Cuáles son las variedades búlgaras que lo han impresionado a Vd. y cómo ve su porvenir en el mercado mundial?
Cada variedad tiene su carácter específico y capaz de encontrar su puesto. En este sentido no debemos atender siempre a la lógica del mercado global. Lo que importa es la autenticidad. Cuando una variedad vernácula puede decir algo distinto de lo que trae el resto, encuentra, pues, su nicho en el mercado. A mí personalmente me gustaron mucho algunas variedades búlgaras de uva para vino tinto y quedé especialmente encantado con la Pamid rosada que depara un resultado extraordinariamente interesante. Para las variedades búlgaras hemos creado una “Master Class” aparte, en este concurso. La Pamid para el vino rosado semeja algunas variedades de la Provenza, como la cinsault, muy idónea para el rosé. De las variedades para vinos tintos, aparte de la Mavrud y la Gamza-que son las más notorias,-a mí me agradan mucho las variedades Melnik y Rubí, de las que se hacen vinos muy originales. Desde luego, a partir de ahí, habría que desarrollar la comunicación en toda la cadena que llega a las diferentes categorías de consumidores.
Para los vitivinicultores búlgaros instalarse en el mercado internacional fuertemente competitivo es un tema especialmente importante. Este mercado tiene dos caras: la de los consumidores comunes y corrientes y la de los conocedores más exigentes que buscan catar vinos de variedades vernáculas y originales. A juicio de Frédéric Galtier Bulgaria se presenta excelentemente en ambos terrenos.
Volviendo al tema del mercado, no debemos olvidar que lo específico y lo original también es capaz de crear mercados. Por un lado tenemos el consumo masivo de vinos de variedades como Chardonnay y Merlot, y en este terreno la competencia es enorme porque rivalizan vinos producidos en todo el planeta. Muy a menudo los consumidores se convierten en aficionados al vino acercándose a éste por la puerta de las variedades de más amplia difusión, y, luego, comienzan a buscar algo distinto. De manera que este segmento del mercado es igualmente muy importante. Pero, por otra parte, creo que sólo con las variedades vernáculas que traen su autenticidad y su mensaje específico podremos conquistar al consumidor y cultivar su apego a un vino determinado. En este sentido Bulgaria tiene un potencial enorme.
Frédéric Galtier, que había visitado Bulgaria a finales de los años 90, se muestra ahora impresionado por el desarrollo de este país a través de los años. Considera que el vino búlgaro se va afirmando también en el segmento de las variedades de consumo masivo, y esto es importante para la supervivencia de los vinicultores . No hay que dejarse arrastrar por el afán excesivo de alcanzar la perfección y pretender ser exclusivamente únicos, aclara.
En principio, en cada zona del mercado mundial existe un interés reforzado por las variedades autóctonas y, en este sentido, según los enólogos, Bulgaria ya se ha adelantado un paso, tanto por la calidad como por la gran gama de las variedades autóctonas .La filosofía del Concurso Mundial de Bruselas apunta a que este certamen sea uno de los descubridores pioneros de lo nuevo, lo auténtico y lo de calidad, y que ofrezca asistencia a quienes luchan por granjearse el reconocimiento del consumidor.
Los vinos búlgaros han demostrado que lo pueden conseguir, de aquí en adelante todo es cuestión de tiempo y perseverancia para instalarse en el mercado, pero también es cuestión de ánimos. Mi consejo, pues, es, Ánimos. No debemos tener miedo a defender lo que somos, concluye Frédéric Galtier.
La próxima edición del certamen se celebrará en Valladolid, España. Los resultados del Concurso Mundial de Bruselas se pueden conocer aquí.
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: Archivo del Concurso
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