Hace algunos meses Boyán Vodenicharov grabó en el Estudio 1 de Radio Nacional de Bulgaria música original improvisada. Algunas de las piezas son de programas concertísticos que tocó con el saxofonista belga Steve Uben, de un álbum grabado con anterioridad, con nuevos arreglos y nueva interpretación, pero la mayor parte han sido especialmente preparadas para esta ocasión. A diferencia de la vez anterior en que grabé música improvisada, estas piezas son algo más tonales, más tradicionales, al menos la mayoría, afirma Boyán Vodenicharov.
Famoso pianista y docente en el Conservatorio Real de Bruselas, en los últimos años el Prof. Boyán Vodenicharov cada vez con más frecuencia prefiere dar conciertos según un modelo distinto de hacer música.
La música improvisada va ganando terreno en mi trabajo y me proporciona un gran placer –declara– . Para mí esto es la forma más natural y libre de hacer música. Ya desde niño improvisaba constantemente. Aunque los adultos insistían en que tocara las piezas que me daban, no dejaba de improvisar. Me resulta muy enriquecedor porque se trata de componer en tiempo real. La improvisación desarrolla los procesos de composición, si uno tiene ese impulso. Durante mucho tiempo compuse de forma muy activa, además de tocar y dedicarme a la enseñanza. Entonces me di cuenta de que no se pueden hacer muchas cosas a la vez y hacerlas bien. Puedo decir que las ideas de composición que se cuecen en mi mente ven la luz precisamente en la improvisación. Por supuesto, son fenómenos diferentes. Un momento musical puede llevar días de composición, incluso semanas. Y a la hora de improvisar puede desaparecer y hay que pasar al siguiente. Se trabaja con material sonoro que se debe organizar para cuidar el lenguaje armónico, la forma, y por último pero no menos importante, la calidad de la ejecución. Siempre he encontrado muy atractiva esta forma de hacer música. A lo largo de los últimos diez años en mis recitales mezclo piezas de mi repertorio con improvisaciones. Por ejemplo, primero la obra de Schumann y después una improvisación, pero no sobre la música que acaba de sonar, sino algo “a su alrededor”. Al principio, cuando sugería programas, los organizadores se preocupaban por cómo sonarían, pero tras los conciertos venían sonrientes, felices por la reacción del público y por haber oído algo distinto, nuevo y espontáneo. Como docente dirijo un taller de improvisación para estudiantes de piano clásico en el conservatorio. Me parece que adquieran esas habilidades.
En 2015 la compañía musical Fuga Libera publicó un álbum llamado Random Patterns.
Versión en español por Marta Ros
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