De enero a agosto del año en curso, los más de 1 millón de búlgaros que residen y trabajan en el extranjero han hecho a Bulgaria remesas del orden de más de 500 millones de euros. Las inversiones extranjeras directas hechas en Bulgaria en el primer semestre de 2016 ascienden por su parte a 779 millones de euros. Resulta que la diáspora búlgara constituye el inversor  extranjero más importante en Bulgaria con un 64 % del volumen global.

Las dos cifras anteriores pueden ser interpretadas de formas muy diversas y las conclusiones pueden ser positivas o negativas. Lo primero que cabe decir es que las inversiones extranjeras directas en Bulgaria tienen un nivel bastante bajo, de casi mil millones de euros al año, siendo el PIB del país de unos 50 mil millones. El búlgaro individual también tiene una contribución insignificante a la prosperidad del país. Algo es algo, dirían los optimistas. Esto es completamente cierto habida cuenta de que las posibilidades de los empresarios y hombres de negocios nacionales resultan aún más limitadas por la débil capitalización del sector económico búlgaro, su baja productividad y su escasa competitividad en los mercados internacionales.

En Bulgaria predominan las pequeñas y medianas empresas de capacidad financiera bastante modesta y así la mayor parte de los esfuerzos se orienta a la toma de medidas urgentes y de rescate para conservar mercados y clientes. El dinero  destinado a inversiones nuevas es muy deficiente, la cultura empresarial y la práctica diaria son pobres y de desarrollo bastante deficitario.

Por esto, las autoridades en el país se esfuerzan por atraer a  cada vez mayor número de empresas extranjeras para que inviertan en el país. Es que estas empresas disponen de  capacidades financieras y, además, encuentran todavía  ventajas de competitividad  en Bulgaria. Se trata, en primer  lugar, naturalmente, de los bajos gastos en la mano de obra que en Bulgaria cobra remuneraciones que son las más bajas  en toda la UE. Hasta no hace mucho, la mano de obra, además de barata, era cualificada, con buenas habilidades en una serie de sectores industriales. Hoy es precisamente esta mano de obra el inversor extranjero Número Uno en Bulgaria, puesto que, simplemente, ya no está en Bulgaria y se desempeña en el extranjero.

De una forma u otra, son los búlgaros residentes en el extranjero quienes cobran allá mayores sueldos que en la patria y esto les permite ofrecer asistencia pecuniaria a sus padres, hijos y otros familiares que se han quedado en Bulgaria. En esto precisamente se sitúa el nivel de las llamadas “inversiones extranjeras búlgaras”.

Se trata de un dinero, gracias al cual, quienes siguen en Bulgaria viven en forma relativamente decente, pagan sus facturas comunales, se compran ropa y adquieren coches  nuevos o de segunda mano.

Como parte del aflujo global de inversiones extranjeras directas, las “inversiones búlgaras” parecen impresionantes. Tras calcular que en los meses de enero a agosto, ambos  incluidos, cada búlgaro que trabaja al extranjero ha hecho a su hogar patrio remesas de una media de 500 euros, se comprueba que la situación no es color de rosa,  ni siquiera  allende las  fronteras de Bulgaria. Las mayores cuantías de dinero las “invierten” en casa los búlgaros residentes en los EE.UU., España y Grecia.

El inconveniente esencial del dinero que los búlgaros envían desde un país extranjero es que, por regla, no representa una inversión productiva, sino que es de índole eminentemente consumista. Esto no significa que a nivel nacional estas remesas no rindan beneficios. Al contrario, el aumento  plausible de un 3 % del PIB, esperado este año, se debe ante todo al mayor consumo interno. El problema de estas inversiones al consumo reside en que las mismas no propician condiciones para un crecimiento sostenible, sino que tienen efecto efímero.

Gran número de expertos y de políticos se vienen preguntando con frecuencia cada vez mayor últimamente si el país, de hecho, sale ganando o perdiendo por la exportación de mano de obra. Sí, hay dinero que llega a Bulgaria pero,¿qué pierde el país en perspectiva? Es que se trata del activo empresarial  más importante y más preciado sin el cual cualquier prosperidad económica resulta simplemente inconcebible y el cual difícilmente podrá verse sustituido con éxito por la importación de mano de obra del extranjero.

Se pueden poner como ejemplos en este sentido los países europeos de mayor desarrollo en los que se puede ver que los trabajadores extranjeros puede que sean de utilidad pero en muchos lugares ya va acarreando problemas de carácter social, de los valores y la civilización que van amenazando a los propios países europeos. 

Versión en español por Mijail Mijailov