En los próximos días Bulgaria extraditará a su país, en un vuelo a Kabul, el primer grupo de migrantes afganos. Se trata de unas 50 personas involucradas en los disturbios en el centro de acogida de migrantes en la ciudad de Jármanli. Todos estos migrantes han entrado ilegalmente en el país, su estatuto en Bulgaria no está regularizado y ellos mismos, por voluntad propia, han expresado deseo de ser repatriados. Por voluntad propia porque no han logrado continuar hacia su objetivo anhelado: la rica Europa Occidental, camino a la cual Bulgaria es sólo una estación de paso. La extradición del primer grupo se aceleró tras las conversación entre Boyko Borisov y Abdullah Abdullah, primeros ministros de los dos países, el pasado 1º de diciembre. En Bulgaria quedan todavía cerca de 5000 migrantes afganos cuyo destino será similar y depende, en gran medida, del futuro acuerdo de readmisión entre los dos países. Los primeros ministros acordaron el inicio de la preparación activa del documento, que será dirigida por los ministros del Interior.

La extradición de los ciudadanos afganos, que forman una parte significativa de los extranjeros que han entrado ilegalmente en territorio nacional, no mitiga el problema migratorio. Después del acuerdo migratorio entre la UE y Turquía, el flujo de nuevos migrantes procedentes de nuestro vecino meridional se redujo de forma sustancial pero se intensificó la presión migratoria desde Bulgaria hacia Europa Occidental a través de países balkánicos vecinos, principalmente, Serbia. Así el problema migratorio se convirtió ante todo en interno porque los esfuerzos de las autoridades, centrados hasta ahora en detener la oleada migratoria, se reorientaron a reforzar el control sobre el desplazamiento de los ya recibidos en el país y frustrar sus intentos de salir ilegalmente rumbo hacia el Oeste. Las nuevas preocupaciones se complementan de indicios de un aumento inminente de la cifra de migrantes que Europa Occidental devuelve a Bulgaria.

Versión en español por Daniela Radíchkova