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Bulgaria, bajo coste con tradiciones

Camille Guttin y Fabien Fougère filmando en Bansko
Foto: Ludmil Fotev

A finales de enero tuve el placer de trabajar unos días con un equipo de la France 2, la televisión pública francesa más grande, en dos reportajes sobre Bulgaria: el primero, referente a la industria búlgara de la ropa como proveedora de las principales marcas, y el segundo, sobre Bansko como un centro de esquí competitivo. Los reportajes ya están disponibles en línea. El primero de ellos dio lugar, en las redes sociales, a una animada discusión de si las costureras búlgaras son capaces o no de hacer valer sus derechos, y también si definir a este país como el taller de costura de Europa se corresponde con la realidad. Materiales sobre el tema existen desde el comienzo, en 1989, de los cambios democráticos en Bulgaria. Además, ya en los 70 las grandes marcas encargaban su producción a empresas nacionales. Sin embargo, es interesante saber cuál es el punto de vista de los periodistas franceses que trabajaron en ambos temas porque, a pesar de estar presente en el reportaje ya editado, es mucho más amplio de lo que pueden abarcar los límites de los tres minutos televisivos.

Me llamo Camille Guttin y soy periodista en la cadena France 2. En Bulgaria hemos trabajado en dos reportajes y creo que hemos logrado nuestro cometido. El momento más fuerte para mí fue la visita a las trabajadoras a domicilio. Fue un tema muy duro, y sus confesiones, muy fuertes, no había nada que añadir. Fue muy interesante. La decepción vino durante nuestra primera reunión donde el fabricante de camisas de lujo. Fui como si estuviese en Francia. Luego me di cuenta de que la gente no reaccionaba de la misma manera, especialmente cuando pensamos en encuadres de personas en movimiento. Ví que había que proceder de otra manera.

Por razones de tiempo, las imágenes grabadas no fueron incluidas en el material final. Le pregunté al camarógrafo Fabien Fougère cómo describiría las tomas que hizo.

Para mí el momento más fuerte fue el de las manos que producen los “pequeños” márgenes (de las grandes compañías); manos que cosen las pequeñas etiquetas de las marcas demandadas. Y en cuanto a imágenes: las hermosas vistas de montaña de Bansko, por supuesto. El tiempo fue maravilloso y todo estaba perfecto, comentó Fabien.

La decepcionante experiencia de Fabien fue su caída en el hielo en el estacionamiento del teleférico, que dañó su cámara. A mi pregunta de si volvería por su cuenta a Bansko para esquiar, después de haber probado sus pistas –y caer por la escalera oscura en el hotel– la respuesta de Camille fue inequívoca:

Sí, y no sólo porque soy esquiadora. Eso sí, no sería por una semana entera porque las pistas no son muchas; además, éste es un centro para gente más joven, está lleno de bares. A los franceses les gusta alquilar apartamentos en familia y no alojarse en hoteles. Para mí personalmente este es un buen lugar para unos 3 o 4 días de esquí.

Curioseé si Fabien habría comprado vaqueros de alguna marca prestigiosa, fabricados en Bulgaria.

Por lo menos lo pensaré más cuando vea las etiquetas corporativas –dijo él– . Por un lado, me abstendré al recordar estas manos “anónimas” a las que nos referimos anteriormente pero, por otro lado, están los fabricantes de artículos de alta calidad, cuyos trabajadores, juzgando por su aspecto, están bien tratados. De modo que no puedo responder con un simple sí o no.

Después de que los colegas de France 2 se sumergieron en la atmósfera búlgara, aunque por breve tiempo, fue interesante saber si había cambiado algo en sus ideas previas sobre este país. Para Camille Guttin fue la percepción de Bansko. Concretamente que en este centro de montaña las cosas no son lo que uno se imagina al escuchar el término “bajo coste”. Pero su mayor descubrimiento fueron los búlgaros, que respetan sus tradiciones.

Pensaba que Bulgaria es un apéndice más de Rusia y que la gente es taciturna, pero no, descubrí su calidez y su apego a la cultura, explicó Camille.

Fabien Fougère, por su parte, compartiría encantado los vastos espacios del sur de Bulgaria, los valles, los bosques, la nieve y, por supuesto, la comida, simple y sana, como les gustaría a mis amigos.

Versión en español por Daniela Radíchkova



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