Se encuentra en su apogeo la pugna preelectoral de cara a los comicios parlamentarios anticipados a finales de marzo. Todos los participantes -13 partidos, 9 coaliciones y 21 comités de iniciativas que promueven a candidatos independientes a diputados- rivalizan por granjearse la confianza de los electores haciendo promesas a cual más atractivas. Los búlgaros se muestran especialmente sensibles cuando se trata de su bolsillo, o sea, fijan su atención en las plataformas económicas y sociales de los candidatos a diputados.

Tienen sobrada razón para dedicar una atención especial a los aspectos económicos de los programas electorales, ya que un tercio de los búlgaros malvive con ingresos inferiores al mínimo vital, más de la mitad se consideran pobres y así, todas estas personas esperan poder, por fin, comenzar a vivir como europeos con unos ingresos decentes. ¿Quién, sino los gobernantes, es capaz de hacer esto? El hecho de que esto no sea precisamente así y que el nivel de vida no siempre y no en lo tocante a todos dependa únicamente de la política del Gobierno carece de importancia especial para el votante de a pie quien se mantiene firmemente convencido de que, salvo el poder, no hay otro capaz de solventar sus problemas.

La impresión general que uno se lleva de las plataformas económicas es que éstas han sido redactadas de manera no especialmente competente, son superficiales pero, en cambio, sintonizan perfectamente con la moda política mundial actual, la del populismo.

Hasta no hace mucho, las autoridades colocaban en el centro de la política económica del país la política financiera restrictiva y la financiación de proyectos de infraestructura de envergadura. Ahora las cosas están cambiando y de las inversiones cuantiosas se pasa a los problemas económicos del individuo y de la familia. Se trata de los ingresos en forma de sueldos, pensiones, subsidios sociales. No hay partido ni coalición que no enfatice en los ingresos del individuo en su política económico-social. Tampoco hay partido o coalición que no asegure que los incrementará, al menos varias veces, durante su eventual gobierno. Unos aseguran que a finales del mandato el salario medio nacionalmente habrá subido de los 500 euros actuales a 750 euros, y que el salario mínimo interprofesional, sin generar tensión en el mercado laboral, también crecerá de los actuales 230 euros a 330.Otros prometen que ningún ciudadano búlgaro vivirá por debajo del umbral de la pobreza, que actualmente es de 155 euros. Otros más aseguran que elevarán los ingresos en un 50 % si gobiernan en los próximos cuatro años. ¿Cómo va a ocurrir todo esto? Es un misterio, ya que se trata de frases generales con argumentos borrosos. En cualquier caso no será resultado de una subida de los impuestos, ya que existe casi unanimidad plena en torno a la conservación de los impuestos a su nivel hasta ahora. Entonces, quizás, ocurrirá gracias al alto crecimiento económico, recogido en los documentos de todos los candidatos a diputados. Sin embargo, en este terreno faltan, una vez más, detalles que expliquen cómo se logrará este crecimiento estable del PIB. Algunos sugieren que una de las herramientas para ello es la lucha contra la corrupción y la economía sumergida. Eso está bien pero no basta para elevar el bienestar nacional e individual.

En los programas socio-económicos preelectorales faltan, o sólo están esbozados muy someramente, problemas como la inflación, la deuda externa, las inversiones extranjeras, la balanza de pagos, el comercio exterior, etc. Esto resulta, con todo, comprensible hasta cierto punto, ya que estos programas no se destinan a expertos económicos, sino al muy amplio público. Por esta razón, vistos con realismo, estos programas no ofrecen una idea exhaustivamente fidedigna sobre el tipo preciso de política que promoverán quienes accedan al poder tras las elecciones ni si ellos cumplirán sus promesas.

Versión en español por Mijail Mijailov