Las elecciones legislativas anticipadas en Bulgaria pasaron a la historia y las negociaciones sobre la formación de un nuevo Gobierno están en marcha pero las disputas acerca del voto de los búlgaros de etnia turca emigrados еn Turquía siguen.

La Alianza “Demócratas por la Responsabilidad, la Libertad y la Tolerancia” (DOST, por sus siglas en búlgaro), escindida del Movimiento por Derechos y Libertades (DPS), que no consiguió entrar en el Parlamento declaró que demandaría a Bulgaria ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos porque los bloqueos organizados por formaciones nacionalistas en los pasos fronterizos con Turquía impidieron a miles de búlgaros emigrados en el vecino país ejercer su derecho al voto en Bulgaria. El Gobierno se mantuvo firme en que en la frontera hubo protestas y no un bloqueo fáctico. Por su parte, el primer ministro interino, Ognián Gerdzhikov, defendió el requisito de que los electores deben rellenar personalmente sus declaraciones de voto, y recordó que cada votante esta obligado a saber la lengua oficial de Bulgaria. A todo ello el líder de DOST, Lutfi Mestán, respondió que la Junta Electoral Central había cometido un crimen al introducir nivel de escritura, y acusó al Primer Ministro interino de oscurantista. A solicitud de la alianza "Red de Protesta", la Fiscalía inició una investigación previa contra tres candidatos a diputados por las protestas en la frontera en el período preelectoral. Siguieron informaciones contradictorias de que cientos de emigrantes de la región de Kárdzhali, en el sur de Bulgaria, habían sido engañados que, debido a las elecciones, su viaje a este país sería gratuito. Según una página web local y varios diarios, al enterarse de que tenían que pagar sus billetes de vuelta a Bursa, Izmir y Estambul acusaron a DOST de que les mintió. La Alianza niega haber costeado los gastos de transporte de los emigrantes pero una compañía transportista ha comunicado por escrito que “los procedimientos para el viaje gratuito ya finalizaron”. La Fiscalía todavía no ha abierto una investigación sobre este caso –y no se sabe si lo hará– pero en la sociedad queda la inquietante sensación de que sí hubo transporte gratuito, y, por consiguiente, que hubo manipulación o compra de sufragios a favor de un partido.

A todo este lío se sumó la noticia de que la Asociación de Cultura y Cooperación de los Turcos Búlgaros (BULTÜRK) en Estambul considera pedir a los gobernantes en Turquía exigir cuenta a DOST por su derrota electoral en Bulgaria. Según el Presidente de la Asociación, “alegando tener influencia en Bulgaria y que con toda seguridad entrarían en el Parlamento, desde DOST mintieron a varias instituciones y políticos turcos que los apoyaron directa o indirectamente”.

Las disputas sobre el voto de los búlgaros de etnia turca emigrados еn Turquía no son nuevas pero esta vez causaron tensiones no sólo entre los partidos políticos, sino entre los dos países, además en un contexto de delicada situación preelectoral en Bulgaria y de tensiones en torno al referéndum en Turquía. En la sociedad búlgara va madurando la convicción de que es necesaria una regulación legal más precisa del voto de los búlgaros en el extranjero ya que los problemas de hoy podrían resonar mañana no sólo en Bulgaria y Turquía, sino multiplicarse también en otros países.