“Lázaro, levántate y anda”. Según los textos evangélicos, estas son las palabras que Cristo dirigió a su amigo e hizo el milagro de resucitarlo. A una semana de la Pascua de Resurrección, y el día que precede a Domingo de Ramos, la Iglesia celebra la resurrección de Lázaro. En el folklore búlgaro esta festividad se asocia con la primavera, incipiente por estas latitudes, como un período de transición y símbolo de la resurrección de la vida, del despertar de las energías naturales y la juventud, del nuevo comienzo.
En la tradición popular el rito llamado lazarúvane es de gran importancia para la socialización de las jóvenes doncellas –una de las ideas arraigadas era que la moza que no haya participado en este rito no contraería nupcias; además corría el riesgo de ser raptada por un zmey (criatura fantástica similar al dragón tradicional pero con múltiples cabezas que escupen fuego) que la desposaría. Vestidas de trajes nacionales y adornadas de flores, las muchachas y adolescentes, llamadas lázarka –por el nombre del patrono de la festividad, San Lázaro– , recorren la aldea cantando y bailando coplas y danzas rituales, y entran en cada casa. Se creía que las lázarka traen salud y prosperidad. Las jóvenes que ya han participado en el rito enseñan las canciones a las nuevas lázarka. Para aprenderlas, se reúnen desde mediados de la Gran Cuaresma.
La letra de algunas de las coplas contiene augurios dedicados a las propias lázarka: Vete, Lázaro, adiós. Vuelve de nuevo el año que viene, y si, cuando regreses, no estoy con las doncellas sino con las casadas, te traeré una muñeca.
Se llama muñeca un pan ritual de forma oblonga que las muchachas preparan para el rito prenupcial kumíchene. Éste se lleva a cabo a orillas del río más cercano de la aldea. Las jóvenes echan en el agua un trozo del pan, y el trozo que se adelante a los demás señala que su dueña sería la primera en casarse. Las jóvenes prometen a Lázaro obsequiarle también regalos aún más preciados si el año por venir las encuentra con un niño en brazos. Las lázarka tienen canciones para cada uno de los moradores de los hogares que visitan, para las diversas profesiones y ocupaciones, hasta para el jardín de cualquier doncella, y también para el rosal bajo el que está colocada una calderilla en que están puestos los anillos para los votos de Domingo de Ramos. Si en la casa hay una joven que todavía no tiene prometido, cantando le desean que pronto la lleven al altar. “Lázaro, me han dicho que aquí hay una muchacha bella y peripuesta. Que salga para ver si está prometida. Si no tiene novio arreglaremos el noviazgo en vísperas de Pascua con un huevo coloreado, y la casaremos en vísperas de San Jorge con un cordero de varios colores”, reza la letra de una canción.
Los anfitriones dan una cordial bienvenida a las jóvenes lázarka y les obsequian huevos blancos y dinero. El dinero lo dividirán entre sí más tarde, y los huevos los pintarán para Pascua de Resurrección.
Las lázarka describen un círculo simbólico para finalizar el recorrido en el mismo punto de donde partieron. Mientras, cantan y bailan, y si topan con algún viajero, le dedican coplas especiales. Por la noche, antes de despedirse, acuerdan dónde reunirse al día siguiente para celebrar el rito kumíchene.
Versión en español por Daniela Radíchkova
Fotos: BGNES
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