Son muchos los santos que el pueblo búlgaro venera a lo largo de los siglos confiando en sus poderes curativos o protectores contra diversas enfermedades. Entre esos santos está la Megalomártir Santa Catalina (o Ekaterina o Katerina, las variantes búlgaras de su nombre) cuya fiesta la iglesia celebra el 24 de noviembre.
En la cultura tradicional búlgara la santa es llamada por el nombre de Katerina. La celebración popular, que coincide con la religiosa, se suele relacionar más a menudo con la creencia de que su bendición protege a los infantes y mantiene alejada de ellos la viruela. La festividad se conmemora principalmente en el sur de Bulgaria. El ilustre etnógrafo búlgaro Dimítar Marinov lo registra en varias poblaciones en la zona alrededor de la ciudad de Plovdiv y la montaña Ródope. Según sus apuntes, la tradición también es difundida entre los pomacos (los búlgaros mahometanos).
¿Qué es lo que se acostumbraba hacer el 24 de noviembre? Al rayar el alba las madres con niños pequeños salían a por agua para amasar la masa. La mujer que hacía la masa arrancaba un pedazo y le daba forma de rosca. La rosca se horneaba, se untaba con miel y se colocaba en un lugar alto: en la parte superior del umbral o en el tejado, y la dejaban allí hasta olvidarse de ella. La rosca era un regalo para la viruela, personificada en una mujer vieja llamada Abuela Viruela, amante de los dulces. A falta de miel, la rosca se embarraba con petmez, un producto parecido al sirope muy popular antaño. Del resto de la masa se hacía una hogaza que también se untaba con algún tipo de mermelada. Todavía caliente la hogaza, cada uno de la casa rompía un trozo con las palabras: “¡Que santa Katarina nos proteja!” Se les daba del pan también a los perros para que no les cogiera la rabia. Luego se salía afuera con la hogaza y se regalaba un pedazo a cada persona que pasaba. Se creía que la Abuela Viruela nunca entraría en la casa donde se había hecho el pan.
En la región del macizo Strandzha, en el sureste de Bulgaria, la gente veneraba a santa Katerina como protectora de los hogares y los cultivos de los ratones. Las mujeres, con los ojos cerrados, embadurnaban de barro el hogar para “difuminar” simbólicamente los ojos de los roedores desagradables y perniciosos. Siempre con los ojos cerrados repartían maíz hervido, para “taparles” la boca. Este día las “faenas de mujer” como cortar con tijeras, tejer y coser con una aguja, estaban prohibidas.
En la zona de la montaña Ródope se creía que santa Katerina protegía contra la fiebre y la calentura. También en esa región de Bulgaria las amas de casa no tocaban objetos afilados en el día de la santa porque los cortes tardarían en sanar.
El día de Santa Catalina celebran todas las personas con este nombre o sus derivados. La festividad cae durante el Ayuno de Navidad. No obstante, la Iglesia permite el consumo de vino y aceite de oliva.
Versión en español por Daniela Radíchkova
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