La tensión en el sector de Energía de Bulgaria ha vuelto a subir y van saltando chispas. El Holding Energético Búlgaro, que es la entidad directiva de todas las sociedades estatales de generación y distribución de gas, carbón y corriente eléctrica está viviendo un verdadero quebradero de cabeza tratando de conseguir dinero para enjugar sus enormes deudas -del orden de más de 1500 millones de euros- y ahora, para colmo, se ha cernido sobre el mismo el peligro de multas colosales, del orden de más de 300 millones de euros, por parte de la CE. Y, encima, no hay claridad alguna y todo está sumido en una niebla y conjeturas en lo tocante al solar ya habilitado y los reactores ya suministrados para la segunda planta nuclear en el país.
La situación en el sector energético de Bulgaria parece tan compleja y enmarañada que el Parlamento búlgaro, que se complace en verse objeto de comentarios por la transparencia de sus labores, ahora ha celebrado una sesión a puerta cerrada en la que ha examinado el peligro que implican unas multas europeas. Se trata de una queja de una de las sociedades gasistas privadas búlgaras, de hace una decena de años, por no haber tenido ésta acceso a las tuberías distribuidoras de gas de la empresa estatal “Bulgartransgas” y haber sufrido daños por tal razón.
La Comisión Europea considera que se trata de abuso de posición dominante en perjuicio de la libre competencia. El caso se había mantenido casi olvidado en Bulgaria puesto que todos los agentes en el mercado del gas en este país actúan en pie de igualdad. Sin embargo, en Bruselas no lo creen así y obviamente están decididos a darle a Bulgaria una buena lección de economía de mercado también en el contexto del hub europeo gasista a orillas del mar Negro tan largamente acariciado por las autoridades búlgaras. Hacemos mención de este centro repartidor, pues el mismo está estrechamente vinculado con el malogrado proyecto del gasoducto “Corriente del Sur” de Rusia a Europa vía Bulgaria, proyecto borrado por Bruselas por las mismas razones que ahora motivan también las multas, o sea, la no admisión de otros proveedores a las instalaciones gasistas. En su reunión a puerta cerrada el Parlamento ha encomendado a Temenuzhka Petkova, ministra de Energía, defender los intereses búlgaros, signifique lo que signifique esta defensa. Con toda probabilidad, el Parlamento ha dispuesto que la ministra se esfuerce porque Bulgaria sea castigada con la multa mínima posible y, de ser posible, soslaye cualesquiera medidas de castigo.
Todas las variantes están sobre la mesa, ha dicho la ministra sin entrar en detalles. Sin embargo, algunos expertos consideran que Bulgaria no podrá zafarse por completo de las sanciones y que, con todo, deberá pagar ciertas multas. Es algo que no alegra a nadie y, menos aún a los gobernantes quienes, por lo demás, no disimulan su orgullo de los resultados bastante buenos logrados bajo su dirección por la economía nacional este año cuando se espera que el crecimiento del PIB rebase el 4 % y que el Producto Interno Bruto supere el umbral psicológico de 50 mil millones de euros, cuantía que es el doble del PIB que Bulgaria tenía en 2007 al acceder a la UE.
También siguen generando contratiempos y tensión los sucesos relacionados con el problema, un tanto olvidado, de la segunda planta electronuclear en Bélene, problema que persiste desde hace ya una treintena de años y no puede encontrar una solución satisfactoria y sensata. Han echado leña al fuego asimismo los expertos independientes -entre economistas y expertos energéticos y financieros- de la prestigiosa Academia de Ciencias de Bulgaria. Estos peritos han hecho público, hace una quincena de días, un informe de casi mil folios, del que se esperaba fuera capaz de cortar el nudo de las valoraciones contradictorias sobre la necesidad y la eficiencia de semejante planta nuclear.
Los científicos y los expertos han pronosticado que hacia el año 2030 en Bulgaria y en los países vecinos a ésta se producirá un déficit de energía eléctrica y que, bajo algunas condiciones, tal instalación energética tendría razón de ser y podría ponerse en explotación. En el Ministerio de Energía estiman que los expertos independientes han dado luz verde a esta instalación pero guardan silencio en lo tocante a los aspectos financieros de este proyecto sumamente costoso -por un valor superior a los 10 000 millones de euros- respecto al cual, en tres gobiernos sucesivos, el primer ministro, Boyko Borisov, se niega a aportar financiación con recursos públicos. Mientras tanto, el solar para las obras de construcción de la central nuclear se encuentra certificado y casi ultimado, los dos reactores rusos siguen sin desempacar y nadie sabe qué hacer en lo sucesivo. Para zanjar el problema incluso se ha invitado a expertos chinos pero, así y todo, no hay ninguna luz en el túnel.
De manera que en vísperas de las fiestas de Navidad y Fin de Año en el sector energético búlgaro aumenta la tensión. Una tensión no provocada por el consumo excesivo de electricidad, sino por la falta de soluciones para unos casos borrosos e intrincados. La incertidumbre es un estado de precariedad que entorpece las soluciones sensatas y correctas en la esfera de la economía, ya que no permite que se haga una valoración real de la situación ni que se reaccione adecuadamente a los acontecimientos y procesos.
Desde este punto de vista, cuanto está ocurriendo ahora en el sector de Energía de Bulgaria ejerce un efecto desalentador y amenaza todo el sistema económico y su estabilidad macroeconómica. Es algo capaz de hacer peligrar no sólo el crecimiento económico y la estabilidad financiera del país, sino también de impactar en el bolsillo de cada ciudadano de Bulgaria.
Versión en español por Mijail Mijailov
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