Eramos mucha gente, ¡mucha! ¡El pueblo estaba maravilloso! Nos reuníamos en cada fiesta religiosa. Fue precioso: ¡gente, canciones, jolgorio!. Esto cuenta la nonagenaria Elena Stóykova, del pueblo fronterizo de Tsarvaritsa, ante el micrófono del periodista Rumen Stoíchkov. Llevo toda la noche despierta pensando en lo que pasó, sigue contando la anciana, y añade que ha trabajado toda la vida y nunca ha tenido vacaciones, y que ahora no tiene nada por lo que alegrarse.
El periodista Rumen Stoíchkov, de Radio Nacional de Bulgaria, transmite en su nuevo libro muchos pensamientos de habitantes de pueblos búlgaros despoblados. Ha recorrido cientos de pueblos, llevado por la curiosidad y por el deseo de aprender más sobre la gente y el pasado de los lugares donde viven. Dice que el periodismo debe mucho a aquellas personas que esperan con ansia que alguien les escuche, les preste atención y cuya mayor riqueza es la sabiduría que han ido acumulando en sus hogares a lo largo de los años. En su libro, el periodista no cambia las palabras de los sabios ancianos, sino que las transmite al pie de la letra, ya que sus palabras llevan una carga única. Incluso el título del libro, Con el corazón en la mano, oculta el gran agradecimiento del autor hacia todos los narradores ocasionales que han expresado sus pensamientos y recuerdos ante su micrófono.
Los pueblos que ha visitado Stoíchkov se encuentran en pintorescos rincones de Bulgaria, geográficamente descritos en el libro con precisión y claridad.
Los pueblos al final del camino, allá abajo en el llano, no me resultan igual de interesantes. Aquellos sobre los que escribo con más frecuencia están situados en las colinas. Ahí la vida es más dura y los caminos son desastrosos pero la gente es más sabia y parece encontrarse más cerca de Dios y más lejos del Estado. Para muchos de nosotros es complicado incluso imaginar en qué condiciones viven nuestros compatriotas en esas zonas. En la Radio hablo sobre los problemas, mientras que en el libro trato de hablar de cosas muy características y valiosas: tradiciones, costumbres locales y relaciones entre las personas. Me inspiré en la reunión con un sabio sobre el que hablaré más adelante. Espero que este libro no parezca triste, pero ahí donde he sentido algo de riqueza verbal y folclórica, de algunas costumbres, eso ha hallado un lugar en él.
El libro ha sido bien acogido por los lectores, y el poeta y periodista de Radio Nacional de Bulgaria Rumen Leonidov lo define como “un retrato audaz y preciso de la Bulgaria actual que permanecerá como un recuerdo para las generaciones venideras”.
Versión en español por Marta Ros
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