La Iglesia Ortodoxa Búlgara venera la memoria de San Atanasio el Grande dos veces al año: el 2 de mayo, día de su deceso, y el 18 de enero, cuando fue su último regreso como arzobispo de Alejandría. El 18 de enero se festeja también la celebración popular Atanásovden (es decir, Día de Atanás), llamado, asimismo, Tanásovden (es decir, Día de Tanás, donde Tanás es forma apocopada del nombre Atanás), San Tanás de İnvierno o Mitad del Invierno.
En algunas regiones de Bulgaria existía la creencia de que el día de san Atanasio nació la peste. Para protegerse de la peligrosa enfermedad la gente sacrificaba una gallina negra. Con ella se preparaba un plato ritual que se repartía entre los vecinos y los familiares junto con panes rituales. Otra costumbre popular es la de amasar y repartir hogazas frescas untadas de miel y decoradas con una ramita de albahaca en el centro –se cree que esta planta protege la salud. Ese día las mujeres no se dedican a las faenas domésticas y no cocinan frijoles ni lentejas.
En las nociones tradicionales de los búlgaros san Atanasio es el Señor del Invierno. Él es uno de los seis santos hermanos celestiales: Nicolás, Elías, Basilio, Pedro y Antonio, hermano gemelo de Atanasio. Según una leyenda, cuando Dios repartió el cielo y la tierra entre los seis, a Atanasio le tocaron los fríos invernales, la nieve y los hielos. En su día, el santo viste una camisa de seda, monta un corcel blanco, sube a la montaña y grita: “¡Márchate, invierno, para que venga elverano!” Al escuchar estas palabras, el invierno se prepara para irse, y el verano, a reemplazarlo; por eso el día de san Atanasio comienza la transición del invierno al verano. En esta fecha también se suelen organizar celebraciones comunes, se hacen korbán (ofrendas para salud), así como misas familiares en honor al santo patrono de la familia, la propiedad y los animales domésticos.
En el folklore, Atanasio y su hermano gemelo Antonio eran herreros. Un día los dos estaban trabajando en el taller y su perro se encontraba recostado en el suelo. Los hermanos metieron en la fragua el hierro pero cuando éste se calentó al rojo vivo no tenían con qué sacarlo. Entonces Atanasio cogió un par de palos metálicos para ayudarse con ellos. En eso, su mirada cayó en el perro y sus patas delanteras dobladas. El herrero dio la misma forma a los palos, los fijó uno con otro y sacó el hierro del fogón. Es así cómo fueron inventados los alicates de herrero. Ambos hermanos son considerados protectores de los herreros, herradores, chisperos y cuchilleros, así como patronos de la confraternidad, por eso el día de san Atanasio se realizan ritos de hermanamiento (en el sudeste de Bulgaria).
Este día celebran su onomástica quienes se llaman Atanás, para los hombres, y Atanaska, para las mujeres, así como también Nasko, Naska, Nacho, Taño y Tinka, entre otros nombre derivados de los dos primeros.
Versión en español por Daniela Radíchkova
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