A mediados de noviembre del año pasado, el Partido Socialista Búlgaro (BSP, por sus siglas en búlgaro) anunciaba que seguiría participando en los debates parlamentarios únicamente si éstos versaran sobre la dimisión del entonces jefe del Parlamento, Dimítar Glavchev, el Presupuesto Público 2018 y para promover una moción de censura al Ejecutivo. Glavchev ya no es presidente del Parlamento de Bulgaria, los Presupuestos son ya un hecho y ahora lo que toca es promover una moción de censura al Gobierno, que sería la primera desde que el Gabinete “Borisov 3” asumiera el poder.

En la práctica política nacional no ha habido hasta ahora una moción de censura que haya prosperado y esta maniobra no se emplea para un cambio del Gobierno, sino para el logro de una repercusión social más fuerte de las críticas lanzadas contra el Ejecutivo. Es así como ha sido esta nueva moción de censura, pero lo que la distingue de las demás es que se ha promovido al comienzo de la primera presidencia rotatoria del Consejo de la UE asumida por Bulgaria. Los del BSP aseguran que mantendrán una postura constructiva con respecto a esta presidencia pero que no se callarán.

La moción de censura que los socialistas han promovido ha sido motivada básicamente por la corrupción. En este sentido en los últimos siete días se han hecho públicos datos sobre la vinculación inadmisible de políticos por el partido gobernante GERB con contrataciones públicas, entre otras afirmaciones perturbadoras que los gobernantes están negando.

En un principio existía la intención de que la moción de censura fuera promovida conjuntamente por el BSP y el Movimiento por Derechos y Libertades (DPS, siempre por sus siglas en búlgaro), pero esta intención quedó frustrada por las discrepancias profundas entre las valoraciones de las dos formaciones políticas citadas de la situación política en el país. El BSP considera que el Gobierno del GERB tiene alternativa pero a finales del año pasado el DPS estimó que actualmente en el país no existía una fuerza política capaz de erigirse en alternativa a la gestión del GERB y que unas elecciones anticipadas desestabilizarían al país. Lo anterior, empero, no coloca al BSP en una posición solitaria puesto que el DPS ha apoyado, con todo, la moción de censura, haciéndolo, eso sí, con “argumentos suyos propios”. Está por ver cuáles serán estos argumentos.

El BSP inicia su actuación contra el Gabinete “Borisov 3” también en el momento en que el partido socialista está siendo sacudido por contradicciones internas en relación con la posición con respecto al Convenio de Estambul contra la violencia que sufren las mujeres. Hasta no hace mucho los socialistas se mostraban solidarios con las intenciones de ratificar el documento pero, tras violentas polémicas en el espacio público, se vieron forzados a abandonar esta postura viéndose así en contradicción con el Partido de los Socialistas Europeos (PSE) y con el líder de éste, Serguei Stanishev, quien lideraba el BSP antes de quedar elegido presidente del PSE. Un congreso del Partido Socialista celebrado el pasado mes de octubre propuso a Stanishev para un nuevo mandato al frente de los socialistas europeos. Sin embargo, según la oposición interna en el BSP, las oportunidades de éxito de Stanishev para un tal mandato han caído en picado tras el cambio repentino de la posición partidista en lo tocante a la Convención de Estambul. Este cambio habría sido impuesto unipersonalmente por Kornelia Nínova, lideresa del Partido Socialista Búlgaro. En este sentido, según algunos analistas, el objetivo auténtico que se persigue con la moción de censura al Ejecutivo es que, por medio de la polémica en contra del partido GERB, la actual directiva del BSP pueda consolidar sus posiciones, tambaleantes actualmente.

Al igual que en ocasiones anteriores también ahora es insignificante la probabilidad de que se imponga la moción de censura. La correlación de fuerzas efectiva en el Parlamento de Bulgaria pone de manifiesto la inexistencia de una posibilidad aritmética de lograr la mayoría indispensable para derrocar al Gobierno.

Un sondeo sociológico del Centro de Análisis y Mercadotecnia, de mediados de diciembre de 2017, indica que de celebrarse eventuales elecciones anticipadas en medio de la actual coyuntura política, el Partido “Volya” (en español, voluntad) no sería capaz de superar la barrera del 4 % exigido para acceder al Parlamento. Tampoco accederían los llamados “reformadores” del espacio de la derecha nacional. De esta manera las formaciones parlamentarias se reducirían a únicamente cuatro: el partido GERB, el BSP, el DPS y los Patriotas Unidos. El GERB, con un respaldo electoral del 25.9 %, conservaría una delantera del 3 % frente al BSP, cuyo respaldo electoral ascendería a un 22.4 %. El DPS se situaría en el tercer puesto, con un 5.1 % de apoyo, y los Patriotas Unidos, con un 4.4 % se transformarían en cuarta, y última, fuerza política parlamentaria en el país.

Versión en español por Mijail Mijailov