Allí donde las profesiones son ejercidas por mujeres hay más violencia. Así lo indica una encuesta sociológica del Instituto de Investigaciones Sociales y Sindicales de la Confederación de los Sindicatos Independientes en Bulgaria (CSIB). Según esta encuesta, el 40 % de los empleadores están preocupados por la violencia y el acoso en el trabajo, pero sólo el 25 % de ellos han implementado medidas de prevención para dar frente a la violencia física y síquica. Esto se desprendió durante la conferencia nacional “NO a la violencia en el trabajo” organizada en vísperas del 8 de marzo por la Comisión para la Igualdad, la Familia, las Mujeres y los Menores de la CSIB.
De los Sindicatos de Profesores en Bulgaria (SPB) hicien recordar que en el primer puesto se ubica, por el estrés y el acoso, la profesión del profesor, le siguen los sanitarios y los periodistas. Los motivos que conducen a estos actos son sociales y económicos. Los líderes sindicales colocan en primer lugar el medio social negativo que se caracteriza por la pobreza y el desempleo, la inseguridad, el incremento de la delincuencia y la vida desenfrenada entre los diferentes estratos. El acoso físico y síquico en el trabajo ha sufrido un incremento y por eso los sindicatos proponen que se apruebe una ley contra este tipo de actuaciones.
En Bulgaria la noción “violencia en el trabajo” es algo nuevo pero estos fenómenos no son nada nuevos −dice el Dr. Luben Tomev, director del Instituto de Investigaciones Sociales y Sindicales de la Confederación de los Sindicatos Independientes en Bulgaria−.
El problema de la violencia contra la mujer en el trabajo no es algo personal y proviene de los lejanos tiempos patriarcales, pero ahora se está profundizando aún más por el modelo económico global que comercializa la explotación del trabajo de la mujer. Al mismo tiempo, viola los derechos de todos los trabajadores. La violencia tiene formas diferentes, pero las más de las veces es acoso físico y síquico, insulto y maltrato. Los datos indican que el 75 % de los encuestados han sido víctimas de violencia física en los últimos 12 meses. En algunos casos el trauma síquico es peor que el físico. Las consecuencias negativas para nuestra economía se reflejan en la disminución de la productividad, la ausencia del trabajo por enfermedad, la gran rotación de personal, la jubilación anticipada por enfermedad, etc. Del 18 % de los encuestados que ha indicado haber sufrido estrés junto con un daño corporal, el 10 % de ellos ha tenido que someterse a tratamiento médico. Tomando en cuenta también los perjuicios indirectos se ve que el estrés en el trabajo resulta bastante caro para nuestra sociedad. La ira, la impotencia y el miedo muchas veces se aplican a los miembros de la familia.
La violencia está tan adentrada en nuestro día a día que, a veces, es difícil de filtrarla, señalarla e infamarla. Empieza en la guardería, luego pasa por la escuela, el trabajo, el idioma del odio en el Parlamento, en los medios informativos, el ajuste de cuentas de gente armada en plena calle. Todo esto es la victoria de la violencia sobre la civilización de la que pretendemos ser parte −dice el vicepresidente de la CSIB, Plamen Nankov−. El problema de la violencia en el trabajo está directamente relacionado con el asunto de asegurar a la gente trabajo digno y protección de los principales derechos laborales de los trabajadores.
“Cuando alguien ha acosado física o síquicamente a una persona en el trabajo debe asumir las consecuencias ante el tribunal. Si alguien me despojara de mi trabajo y me quedara en la calle sin que pudiera mantener a mi familia, esto también es violencia en el trabajo. Si el empleador simula bajo salario de su empleado para pagar cotizaciones más bajas, esto, una vez más, es violencia, porque así queda afectado mi derecho al servicio médico, mi acceso al crédito, etc. Esto es también una forma de violencia. Alguien tiene que parar esta locura, mientras se pueda parar. En caso contrario perderemos la batalla y ya no seremos un Estado de derecho. El derecho estará del lado del que esté mejor armado, del más fuerte. Este no es el camino por el cual debemos andar” −da la voz de alarma el vicepresidente de la Confederación de los Sindicatos Independientes en Bulgaria.
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