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El pueblo de Parvomaytsi prospera con el arduo trabajo de la gente y su amor a la tierra

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Vivir en un pueblo que lleva un nombre relacionado con el 1 de mayo, el Día del trabajo y de la solidaridad internacional de los trabajadores, no es ningún chiste. Y ser habitante del pueblo de Parvomaytsi (el nombre es derivado de primero de mayo), cerca de Gorna Oryájovitsa, en la provincia de Veliko Tárnovo, es un auténtico privilegio. La tierra es fértil y la naturaleza es benevolente con los habitantes de la localidad, que viven en armonía con ella y disfrutan de las hermosas vistas que hay a lo largo del río Yantra. El pueblo de Parvomaytsi fue fundado en 1955, fruto de la unión de dos pueblos: Temnisko y Sergyuvets. La historia de estos asentamientos empezó en el siglo XII. Los primeros registros escritos datan del año 1347, cuando el zar búlgaro Iván Alexandar firmó un documento que mencionaba la existencia de los pueblos en ese lugar.

Según los habitantes de Parvomaytsi, el período tras la unificación de ambos pueblos fue una época de progreso económico y social. Se construyeron varios edificios públicos y nuevas casas, y se crearon puestos de trabajo. Actualmente, el pueblo es el más grande de la provincia de Veliko Tárnovo, con una población de más de 2.600 personas. Aquí no se refleja la crisis demográfica: en Parvomaytsi hay una guardería, un colegio y un centro comunitario que desarrollan una intensa actividad. La fiesta del pueblo es el Día de la Ascensión de Jesús, una celebración que tiene lugar 40 días después de Pascua y que la gente llama Spásovden, es decir Día del Salvador (17 de mayo).

La Iglesia Ascensión de Jesús Foto: wikipedia.org
Parvomaytsi celebra muy activamente sus fiestas. Además de los festivales de otoño, dedicados a las costumbres de fertilidad, en el pueblo celebramos también un festival culinario, explica Teodora Mínovska, secretaria de la Casa de Cultura de Parvomaytsi.

"La fiesta está dedicada a un guiso local, llamado “razsol”, un plato que aquí se prepara especialmente para la reunión popular de Spásovden. Se trata de carne de cordero que se corta en porciones, se le añade agua, harina, pimienta y otras especias, se envuelve en papel de aluminio y se mete en el horno. Es muy sabroso, y se prepara solamente para las fiestas. El otoño llega a la Casa de Cultura con un gran festival de clubs locales de la danza típica joró, titulado “El joró zigzaguea por el río Yantra”. Con él queremos ofrecer la posibilidad a los clubs más pequeños del país de presentar al menos un joró del norte de Bulgaria. Como parte del festival se organiza una exposición de cinturones de trajes típicos de la región confeccionados según el método tradicional, llamados cinturones de hebilla. Nuestros trajes tradicionales están compuestos por camisa blanca sin bordado, y las faldas también son de un único color. Un cinturón tejido de una forma especial es lo único colorido del traje. Lamentablemente, aquí ya nadie recuerda cómo se tejen esos antiguos cinturones, por eso en el festival del año pasado invitamos a la maestra artesana de tejidos Marieta Nédkova, de Sofía, para que nos mostrara modelos y los patrones para confeccionarlos".



En el pueblo de Parvomaytsi viven muchos jóvenes y se establecen muchas familias porque las condiciones son buenas. Parvomaytsi se encuentra muy cerca de las grandes ciudades Gorna Oryájovitsa y Veliko Tárnovo.

"En el pueblo se vive muy bien, porque puedes tener una casa con jardín y cultivar ahí fruta y hortalizas", prosigue Teodora Mínovska. La horticultura siempre ha sido un importante medio de subsistencia  para la gente de la zona. Además, hortelanos de Parvomaytsi que partieron a trabajar en Austria, Hungría y Chequia el siglo pasado crearon algunos de los huertos más bellos de Europa Occidental.

Uno de los libros de nuestra Casa de Cultura está dedicado a la jardinería. El autor es Anguel Kapinski, un hortelano del pueblo que partió a Viena a principios del siglo pasado. Ahí creó un hermoso huerto que todavía existe. La jardinería le venía de familia: primero su abuelo partió a Rumanía, y después su padre y sus tíos se fueron a Viena, donde después iría también él. Todos ellos crearon y cultivaron huertos en el corazón de Europa. Al principio empezaron con hortalizas. Anguel Kapinski incluso fue galardonado por el Gobierno austriaco por su aportación a la jardinería", cuenta Teodora Mínovska, y continúa:

"A finales del siglo XIX y a principios del XX, los austriacos no dominaban las sutilezas de la horticultura. En su libro, Anguel Kapinski describe detalladamente cómo los búlgaros innovaron ahí. A pesar de que tenía una educación elemental, ese hombre tenía intereses profundos y el don de la palabra, y le interesaba mucho el cultivo de plantas. Espero que llegue el momento en el que la agricultura se retome de nuevo en nuestra región, porque la gente tiene una inclinación natural hacia ello. Tiene potencial de convertirse en un medio de vida importante, especialmente para la gente joven y trabajadora". 

Versión en español por Marta Ros
Fotos: Cortesía de Marieta Nédkova



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