El 21 de noviembre, la Iglesia Ortodoxa Búlgara celebra la Presentación de la Virgen María en el Templo de Jerusalén, que "más tarde se convertiría en la Madre de Dios al dar a luz al Hijo de Dios hecho hombre". Antiguas fuentes escritas testifican que ella tenía apenas tres años cuando entró en el templo "para aprender sobre fe y pureza moral, y así prepararse para su gran misión". El día de la presentación de la Santísima Virgen María en el Templo está también establecido por la Iglesia como Día de la Familia Cristiana y de la Juventud Cristiana.
Ese día, hace más de 2.000 años, toda la familia de Nuestra Señora experimentó una gran alegría: sus padres, por presentar a su hija a Dios, y ella, por la mayor y más pura ofrenda para poder convertirse en el "receptáculo del Hijo de Dios", como cantamos en la liturgia, dice el profesor y teólogo Iván Zhelev. Este día festivo se estableció centrado en los niños, pero después de 1944, cuando a la Iglesia se le retiró el derecho a trabajar con adolescentes y formarlos, solo permaneció en "la familia cristiana". Ahora lo dedicamos a la familia y a los jóvenes, porque la familia es extremadamente importante para la salud y la fuerza de la sociedad, y los niños y los jóvenes son un valor fundamental de la familia y la sociedad.
Son los padres quienes llevan a los adolescentes al templo de Dios para que crezcan en la virtud y con buenos pensamientos. Es una pena que algunos no cumplan con su deber, señala el Prof. Zhelev. Cuando nosotros, los padres, les prodigamos amor y cuidados, y mostramos confianza y comprensión de sus problemas, estamos dándoles un ejemplo personal de virtud. La contribución de los maestros, educadores y clérigos no sustituye el deber de los padres. Sin embargo, según nuestro interlocutor, vivir en el templo no aporta beneficios si uno no aprende de la santidad, y eso se logra a través de los sacramentos eclesiásticos que llevan a los creyentes al templo:
Llamamos al bautismo "sacramento de introducción”, ya que con él se entra en la Iglesia. No es un acto de magia, aunque es un sacramento a causa de su carácter religioso. Nos permite ser cristianos, pero no nos convierte en cristianos de forma automática. Es lamentable que la mayoría de la gente se queda en "bautizados no cristianos" porque no desea aceptar conscientemente la fe cristiana y seguir la moral cristiana para preparar la salvación de sus almas en la vida eterna. El matrimonio por la Iglesia es un voto serio delante de Dios de amor, fidelidad y sacrificio, "como Cristo amó a la Iglesia y se sacrificó a sí mismo por ella", escribe el Apóstol San Pablo en su Carta a los Efesios. Con el sacramento del matrimonio adquirimos una gran responsabilidad. En estos sacramentos todo se reduce a complicados procesos racionales, emocionales y de voluntad. Si no llegamos a comprender que debemos hacerlo tal como dicta la Iglesia, es mejor no ponernos esa carga sobre los hombros. Todos los que vienen con responsabilidad al bautismo y al matrimonio y son personas felices en la Tierra, y Dios los recompensará cuando llegue la hora.
Según el profesor Zhelev, las escuelas dominicales y las charlas organizadas en algunas iglesias "no son solo interesantes, sino también útiles", pero desafortunadamente "esto no sucede en todos los templos". En los últimos años, también ha habido una tendencia a revivir la tradición de asistir a liturgias, celebrar matrimonios por la Iglesia y bautizar a los niños:
Esa tendencia surgió después de los cambios políticos en Bulgaria, cuando se eliminó el miedo a las autoridades ateas, explica el profesor Zhelev. En algún momento se puso "de moda ", pero esta moda no solo no es útil, sino que también es perjudicial. Lo más importante es que la relación con la Iglesia y sus sacramentos sea consciente, convencida y regular. En estas cosas no hay vacaciones ni días libres. El alma humana siempre necesita alimento espiritual y nunca debemos dejarla hambrienta o sedienta. Si vivimos una vida cristiana virtuosa en la comunidad de creyentes, eso es claro y es muy útil para nosotros mismos.
Versión en español por Marta Ros
Fotos: Archivo
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