Antes aún de haberse recibido una propuesta oficial por parte del gigante estatal ruso Gazprom, Bulgaria declaraba estar de acuerdo en transitar gas ruso. Varios días después también Grecia manifestaba en Moscú su deseo de tránsito de gas ruso por su territorio. La prolongación del gasoducto “Corriente turca” vía Grecia es “completamente probable y realista”, ha dicho el presidente ruso, Vladimir Putin tras entrevistarse en Moscú con Alexis Tsipras, primer ministro heleno. Se trata de una prolongación del ya terminado gasoducto “Corriente turca”, a raíz de la cual una de las dos tuberías pueda cruzar por Bulgaria rumbo a Serbia y Europa Central, o bien, por Grecia hasta Italia, transportando cada año 15 800 millones de metros cúbicos de gas ruso. A tal efecto, Bulgaria deberá construir un gasoducto propio, de casi 500 kilómetros de largo, desde su frontera con Turquía hasta la que tiene con Serbia. Se espera que el coste de las obras ascienda a unos 1 600 millones de dólares estadounidenses, según el periódico ruso “Komersant”, el primero en revelar los planes de la Gazprom de los que forma parte Bulgaria.
De optarse por la “variante griega” se aprovechará el gasoducto Trans Adriático, el 80 % de cuyas obras ya se encuentran concluidas. Cabe recordar a estas alturas que en el año 2014, el proyecto en aquel momento para el gasoducto “Corriente del sur”, que debería haber transportado a través del territorio búlgaro más de 60 000 millones de metros cúbicos de gas ruso al año, fracasó por la presión ejercida por la UE y los EE.UU. El proyecto actual coincide en gran medida con el trayecto, previsto en aquel momento, para la tubería en territorio búlgaro. Ya entonces los beneficios económicos para el país despertaron dudas de una serie de expertos. Además, hubo consideraciones geopolíticas en este asunto, las cuales llegaron a prevalecer provocando así el fracaso del proyecto. Ahora las intenciones de Grecia de incorporarse a este juego rivalizando con Bulgaria sólo van complicando más las cosas. Según opiniones iniciales de expertos, la “Corriente búlgara”, desde el punto de vista económico, resulta más sólida y rentable.
Esto no se encuentra aún completamente demostrado, ya que no hay claridad respecto a los parámetros económicos del gasoducto y así, a esta etapa, van primando las ambiciones geoestratégicas de Rusia y la idea de Bulgaria de construir el hub gasista europeo “Balcan” a orillas del mar Negro que se surta de gas procedente de Rusia, Azerbaiyán y Grecia, y lo venda a todos los países europeos que lo deseen. Según el Ejecutivo, de esta manera Bulgaria no quedaría borrada del mapa de los corredores gasistas en el continente y tendría un mayor peso económico y político. O sea, según lo ha dicho el viceprimer ministro búlgaro, Tomislav Donchev “es importante que Bulgaria conserve su papel de repartidor de gas. Ello es no sólo cuestión de ingresos, sino también de la seguridad nacional, ya que Bulgaria no debería quedar al margen de todos los trazados gasistas”.
Dejando de lado los argumentos y motivos políticos y estratégicos, habrá que ver qué clase de provecho económico tendría Bulgaria de la construcción en su territorio de un gasoducto de gas ruso. Obviamente, se trata ante todo de unos ingresos en concepto de las tasas pagadas por el tránsito del gas. Estos ingresos fueron puestos en tela de juicio incluso cuando se trataba de la “Corriente del sur”, una instalación de una envergadura cuatro veces más grande, así que, ¿qué decir ahora de su réplica actual? Hasta ahora nadie ha hecho referencias de manera oficial a estos ingresos, únicamente la ministra de Energía, Temenuzhka Petkova, llegó a manifestar, de modo bastante oblicuo que se trataba de “unos beneficios estimados en los próximos 20 años de unos 2 200 millones de euros. La cifra representa una ganancia bastante modesta sobre el telón de fondo de la cuantía de la inversión que Bulgaria habrá de hacer. Y lo deberá hacer de manera urgente porque se reclama que la “Corriente búlgara” esté lista hasta finales del próximo año.
Respecto al centro repartidor de gas “Balcan”, éste ya se encuentra incorporado a la Estrategia Energética Nacional acabada de actualizar. No obstante, también en este caso faltan números, pese a que se asegura que el proyecto está siendo aprobado por Bruselas. Las obras de construcción reclamarán un dineral, unos 1 500 millones de euros. Tampoco aparece como muy claro cuánto y en concepto de qué se ganará, salvo de unos servicios de intermediario de Bulgaria en el comercio entre los compradores y vendedores de gas europeos.
A esta etapa y detrás de la euforia política despertada por las intenciones de construir un gasoducto para gas ruso por el territorio de Bulgaria, se comprueba la inexistencia de argumentos económicos de peso en pro de la rentabilidad del mismo. Es verdad que todo se encuentra aún al comienzo mismo pero, por resultar tan acortados los plazos previstos para la materialización del proyecto, no queda mucho tiempo para meditar y calcular. Ojalá, tal y como lo prometen los gobernantes, podamos los búlgaros hacer bien las cuentas y no volvamos a incurrir en los errores del malogrado gasoducto “Corriente del sur”. No vaya a ser que todo resulte un esfuerzo baldío, caso de quedar preferida la ruta griega del nuevo gasoducto.
Versión en español por Mijail Mijailov
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