“Día nuevo, año nuevo”, solían decir antaño los búlgaros en Ignazhden o Día del mártir Ignacio. Según el calendario popular, el 20 de diciembre comienza el “Año Joven”. En este día era muy importante quién sería el primer visitante que entraría a la casa: si era una persona buena, acaudalada y afortunada, para los moradores el año sería fecundo y próspero.
Según las creencias, en Ignazhden comenzaron los dolores de parto de la Virgen. En este día se inicia, asimismo, el tradicional ciclo de festividades por Navidad y Año Nuevo, acompañado por opíparas mesas y diversos panes, hogazas y roscones rituales. Mientras los amasaban, las mujeres practicaban ritos especiales y cantaban.
A primera hora de la mañana de Ignazhden, ellas preparaban la masa. Tan pronto ésta se esponjaba, tomaban un trozo con el peine y el cepillo para cardar el cáñamo y decían: “¡Esto es para el *cadí!”. En este caso, la palabra cadí es usada en lugar del nombre de diversas enfermedades porque mencionarlas era un tabú. Luego, de la masa hacían una pequeña rosca pero no la ponían a cocinar en el horno, sino que la dejaban en algún lugar a secarse. Más tarde la usaban como cura: ponían pequeños pedazos de la rosca en miel y se los daban a los enfermos. De la misma masa arrancaban con dos dedos un pedazo con el que marcaban una cruz en una de las vigas de la casa para ahuyentar el mal. Sólo después empezaban a preparan los panes. Hacían tantos panes cuantos eran los miembros de la familia, más uno que guardaban para incensarlo en Navidad.
En muchos lugares del país amasaban también otros panes. Por ejemplo, en la zona de Téteven, en el Centro norte de Bulgaria, en cada casa se preparaban un pequeño bollo en forma de anillo y un pan en forma de muñeca, untados de miel. Si el primer visitante era un varón le obsequiaban el bollo, si era una mujer, el pan en forma de muñeca. En el noreste de Bulgaria, hacían un pan especial llamado “hogaza de Ignat” (otro nombre por el que se conoce la festividad). Incensaban el pan y lo repartían entre toda la familia, y en los graneros llenos de trigo, así como en los cestos colmados de maíz echaban pequeñas pizcas de él.
Dimítar Marinov describe una costumbre interesante, conservada en su época (finales del siglo XIX y principios del XX) sólo en algunas aldeas de la comarca de Ruse, en el norte del país; consistía en custodiar la masa madre. Según explica este eminente etnógrafo búlgaro, la costumbre tenía carácter de magia, por lo cual los sacerdotes la prohibían. “Debería existir también en otros lugares, pero la mantienen en secreto”, escribe Marinov.
Para la mesa ritual de Nochebuena, se preparan varios panes votivos. El más importante es el bógovitsa (voz derivada de “bog”, Dios en búlgaro). Se le conoce también como “hogaza de Dios”, bozhichniak (palabra también derivada de “bog”) y “santo”. Este pan es un sacrificio incruento consagrado a Dios y a la casa. La decoración plástica de este pan debe incluir sin falta una cruz. Los extremos de los palitos de masa que la componen son curvos y dentados. El medio del pan se estampa con un sello de marcar panes rituales. En muchas aldeas amasaban también un pan llamado “capilla consagrada al Dios Joven”.
La segunda categoría de panes de Ignazhden está dedicada a las faenas agrícolas, la ganadería, el hogar y los enseres domésticos. El pan llamado “era de trillar” se decora con imágenes plásticas de la propia era y los pajares. Fuera de la cerca, por la casa velan tres perros sabatinos; se llaman así los canes nacidos el sábado. Según las creencias tradicionales búlgaras, son considerados intocables por los “malos espíritus”, tienen habilidades sobrenaturales y pueden reconocer a los seres demoníacos malignos, perseguirlos y destruirlos. Después de la incensiación, este pan se entrega al labriego, una parte de él se pone en la comida de los bueyes con los que se ara.
El pan llamado "barril" tiene la forma de un barril. Está destinado a quienes cavan la viña, y un bocado se lleva a la misma. Es difundida también la tradición de hacer pan sobre el que se ponen símbolos que representan un pastor y su rebaño, un labrador y sus bueyes, un barril y pajares (de los campos de trigo).
Con pan ritual obsequiaban, asimismo, a los koledar que visitan en la víspera de la Navidad las casas cantando votos de fuerte salud, bienestar y bonanza para todos. Los koledar son grupos de jóvenes solteros guiados por un hombre casado, que se sabe todos los villancicos de memoria y se los ha enseñado a ellos. Por lo general, el pan se hace de dos palos de masa curvados en forma de arco. En el punto donde se unen los extremos se añade una imagen plástica de rosas. Una vez horneada la rosca, en las rosas se fijan dos ramitas de boj o albahaca, y se decora con palomitas de maíz, etc.
Cada ama de casa hacía el pan en función de los conocimientos heredados y sus propias habilidades. Sin embargo, lo más importante era observar el profundo significado de cada rito y dejarlo “impreso” en cada detalle, desde los preparativos hasta la mesa festiva.
*Cadí − juez civil en los países musulmanes
Versión en español por Daniela Radíchkova
Fotos: BGNES y archivo
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