La Orquesta Sinfónica de Radio Nacional de Bulgaria estrena el año 2019 con un concierto el 18 de enero en la sala “Bulgaria” de Sofía. El programa seleccionado por el director invitado Plamen Dzhurov es variado e incluye obras realmente preciadas, accesibles y gratas para escucharlas, con historias curiosas y mensajes propios. Actuará como solista la joven violinista Lia Petrova quien interpretará uno de los “éxitos eternos” de Mozart. Sonará asimismo una obra emblemática búlgara como también una muestra excelente del Romanticismo. Plamen Dzhurov aporta detalles diciendo:”

Es siempre agradable trabajar con la Orquesta Sinfónica de Radio Nacional de Bulgaria. A veces lamento que el público no haya podido conocer siempre los nombres de los estupendos músicos que forman parte de la orquesta. En nuestros círculos culturales éstos resultan bien familiares como solistas o profesores pero no todo el mundo se da cuenta de que esta orquesta la integran unos artistas magníficos. Me he permitido el lujo de confeccionar un programa que resulta más complejo en cuanto a estilos. La Tocata de Dimitar Nenov, primera obra que será interpretada, es muy popular. Ha sido compuesta para ser ejecutada en piano. Es curioso que disponemos, por primera vez, de dos orquestaciones diferentes de obras búlgaras. Una de éstas es del clásico de la música búlgara Lazar Nikolov, y, la otra, que presentamos en estreno, es de Iván Staykov, el discípulo más joven de Dimitar Nenov. Es remarcable el que el compositor llevara años interpretando la Tocata de memoria antes de trasladarla a una hoja de notas. En esta pieza se observa “la sólida armazón” del arquitecto que fue, al mismo tiempo, excelente compositor y pianista. Sabido es que en los años 20 del siglo pasado Dimitar Nenov se graduó en arquitectura en Dresde, en los años 30 se especializó en Italia y se mantuvo durante algún tiempo ejerciendo esta profesión. La segunda obra es el Concierto Número 5 de Mozart, creado por este genial compositor en sus años de adolescente. La solista Lia Petrova es, a su vez, una chica encantadora que actúa y triunfa en las salas de conciertos mundiales. Toda persona que tenga la oportunidad de tener trato con ella será agraciada con una luz, con una esperanza. En fin, Lia es una representante excelente de la nueva hornada de músicos. Tocaremos también la popular Sinfonía en re menor de César Franck, una de las cumbres del romanticismo francés. En esta obra late mucha fantasía: de timbres, de dramaturgia. Hay en ella sensualidad y sensibilidad al mismo tiempo. César Franck, gran organista y compositor de obras para órgano, parece que había sentido una especie de “insuficiencia”, de carencia, y se dirigió por eso a una orquesta sinfónica para aprovechar todas las capacidades del aliento y la sensibilidad humanos y mostrar, de un modo muy brillante y declarativo tristeza, dudas, apoteosis, en fin el campo por el que uno se mueve de la desesperación a la esperanza. Esta obra le ayudaría al oyente moderno, acostumbrado a acoger la música como “cortina de fondo”, a hacer una distinción entre los “sucedáneos” que nos rodean y las auténticas obras de arte.

El Thibor Varga de Suiza, el Louis Spohr de Alemania, el Vaclav Huml de Croacia, sólo son una parte de los concursos internacionales en los que Lia Petrova ha sido galardonada. Tampoco hay que omitir su distinción más reciente, el Primer Premio del Carl Nielsen en Dinamarca, uno de los más prestigiosos concursos para violinistas en el mundo. Ella dio sus primeros pasos en la música a la edad de 4 años y al cumplir los 5 actuó en su primer concierto en el escenario de la Sala “Bulgaria” acompañada por la orquesta de cámara “Solistas de Sofía”, bajo la batuta del maestro Plamen Dzhurov.

Hemos actuado juntos a través de los años en un sinfín de conciertos y giras. De Plamen Dzhurov y de los “Solistas de Sofía” he aprendido un montón de cosas, hemos disfrutado de momentos muy agradables. Para mi ellos son una especie de familia musical. El año pasado efectuamos una gran gira por Japón. La música es una especie de contacto, de comunicación y cuando la gente ha compartido tanto tiempo en el escenario se crean vínculos muy fuertes entre esas personas. Los enseñantes son una parte muy importante y fundamental, pero no única, de la formación de un músico. Por cierto, tengo la suerte de estudiar orientada por estupendos profesores. Evelina Arabadzhieva, con la cual he terminado mis estudios en la escuela nacional de Música “Liubomir Pipkov” ha sido una personalidad muy importante para mi formación profesional. Actualmente finalizo mi enésima formación universitaria en Berlín, en la Hochschule fur Musik. También he estudiado en la Chapelle Musicale Reine Elisabeth en Bélgica. La experiencia, el intercambio de ideas y energías con otros músicos me parecen casi tan importantes como todo el proceso de formación. He actuado en tres ocasiones con Martha Argerich y aquello fue para mí una vivencia extraordinaria y memorable. Respecto a los concursos tengo que decir que son de utilidad, puesto que en corto tiempo tienen que preparar gran multitud de obras diferentes. Es la realidad para cualquier intérprete. Los concursos son asimismo una “puerta” para la realización de los intérpretes jóvenes como yo. Es que los músicos son muy numerosos pero las salas de conciertos y las oportunidades para manifestarse no son tantas. ¿Qué cuál es la victoria más difícil de conquistar? Creo que es la que uno consigue al luchar consigo mismo, el triunfo al que uno llega por permanecer absolutamente fiel a su esencia, a pesar de las modas y las preferencias de los demás. Sí, posiblemente sea ésta la victoria más difícil de lograr.

Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: Archivo y liyapetrova.com