Solidaridad internacional y diplomacia secreta
El afán de los búlgaros por la libertad alcanzó su apogeo con el Levantamiento de abril de 1876, que es cruelmente reprimido. Surgió una ola de solidaridad con el pueblo búlgaro en toda Europa. En la prensa empezaron a salir artículos conmovedores sobre el levantamiento y el destino de los búlgaros. Especialmente glamorosa es la pluma del periodista estadounidense, Januarius McGahan, que escribía para los periódicos británicos. En Rusia, el movimiento de solidaridad es particularmente fuerte, lo que está al unísono con las aspiraciones seculares de la monarquía rusa de dominar el Bósforo y los Dardanelos. Para no caer una vez más en el aislamiento a raíz de la Guerra de Crimea, en San Petersburgo comienzaron preparativos diplomáticos intensivos para la guerra contra el Imperio Otomano. Estas negociaciones con las grandes potencias probablemente delinearon el mapa de los Balcanes terminada la guerra. La parte rusa aceptó una serie de arreglos. Así que el emperador Alejandro II se quedó con las manos desatadas y, el 24 de abril de 1877, declaró la guerra al Imperio Otomano, que resultó ser libertadora para Bulgaria.
Una guerra inesperadamente dura y un arreglo de paz
El ejército otomano resultó ser un oponente fuerte. La guerra fue mucho más larga, más dura y feroz de lo que esperaban en San Petersburgo. Fue ganada con mucho heroísmo y gran apoyo por parte de los búlgaros. Se sumaron al ejército ruso las fuerzas rebeldes y principalmente el Movimiento de Resistencia Búlgaro, que participó en una serie de combates clave, inclusive en la batalla más importante de toda la guerra: la defensa heroica del puerto de Shipka - las Termópilas Búlgaras (21 a 26 de agosto de 1877). Allí, los rusos y los búlgaros frenaron el contraataque de Suleiman Pasa hacia el norte de Bulgaria. Después de la victoria en Pleven (diciembre de 1877), donde capituló el ejército del mariscal Osman Pasa, el comando ruso comenzó a planear una marcha invernal a través de los Balcanes. Todos los expertos militares consideraban que la operación era imposible, pero resultó exitosa gracias al apoyo masivo de los búlgaros. El ejército ruso avanzaba hacia el sur ganando victorias decisivas en Sofía, en Shipka-Sheinovo y en Plovdiv. El 3 de marzo de 1878 se firmó el tratado preliminar de paz de San Stefano. Pero el destino definitivo de las tierras búlgaras se resolvió en el Congreso de Berlín en julio de 1878, donde se materializaron las negociaciones de trastienda y se llegó a acuerdos entre las grandes potencias. El Principado de Bulgaria (actual Bulgaria septentrional y la provincia de Sofía) quedó libre, que formalmente sería vasallo de la Sublime Puerta. Parte del sur de Bulgaria se convirtió en una región autónoma dentro del Imperio Otomano, un tercio del territorio del Exarcado Búlgaro fue devuelto incondicionalmente al Sultán con derechos apenas claros del su futuro autogobierno. En la carrera balcánica subsiguiente, la lucha de los búlgaros por la unificación continuará otras 4 décadas con un éxito limitado.
La Liberación y la geopolítica global
El papel de la Rusia zarista y su política en los Balcanes se vuelvieron controversiales apenas ocurrida la Liberación, cuando la élite búlgara se dividió en rusófilos y rusófobos. Rusia era un estado autoritario, mientras que las ideas de la revolución nacional búlgara vinieron de los países de Europa Occidental. Pero incluso en las batallas más feroces entre rusófilos y rusófobos, nadie impugnó el acto de la Liberación. En 1888, el 3 de marzo fue declarado Día de la Liberación, porque es el día en que, después de cinco siglos, en el mapa político resucitó el nombre de Bulgaria. La fiesta no fue revocada ni en 1915-1918 y ni tampoco en1941-1944, cuando Bulgaria fue un aliado de Alemania en las dos guerras mundiales, y en 1916 libró duras batallas contra Rusia en la zona de Dobrudja. El 3 de marzo se convirtió en fecha patria de Bulgaria en 1991. Sin embargo, la sociedad búlgara sigue discutiendo sobre el tema de cuál de los acontecimientos del pasado debe celebrarse como fiesta nacional búlgara. Pero el homenaje a nuestros antepasados que murieron por la libertad exige que se conmemore también la fecha 3 de marzo.
Porque incluso Rusia no lo haría y no podría liberarnos antes de que hubiera un Renacimiento búlgaro y una lucha por la independencia.
Así es como nuestros antepasados pudieron liberar nuestra patria, con la ayuda de Rusia. Aprovecharon esta oportunidad porque la geopolítica no es un baile de amor, sino un juego de intereses. No podemos discutir con la historia. De ella podemos sacar lo bueno alcanzado soñando, trabajando y con el sacrificio de las personas. ¡Saquemos los diamantes de las cenizas!
Versión en español por Ludmila Sávova
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