En la base de la iniciativa están Martina Yordanova y Lazar Radkov. Su dedicación a la beneficencia ha resultado ser de vital importancia para cientos de bebés prematuros en Bulgaria. Entonces surgió la idea de usar tapones de plástico para comprar incubadoras y donarlas a los hospitales municipales que las necesitaran.
Según Lazar, se recolectan fondos porque hay muchas personas involucradas y hasta la fecha se han reciclado ya 70 toneladas de plástico. El precio medio de los tapones (polietileno de alta densidad) ronda los 40 céntimos/kg, es decir, cerca de 400 BGN por tonelada. Recopilamos datos de varios hospitales con el fin de determinar a quién donar las otras dos incubadoras de las ocho adquiridas, dice Radkov, y explica cómo surgió la iniciativa:
La idea era hacer un espacio deportivo, pero en cuanto a en qué emplear el dinero recolectado predominaba la idea de comprar incubadoras. Descubrimos que cada uno de los tres niños que han estado en una incubadora desarrolla una discapacidad visual y que uno de cada 10 recién nacidos en Bulgaria necesita una. En hospitales de municipios pequeños, la situación es increíble: faltan equipos y los que hay son de los años 80. Así surgió el lema "Tapones para el futuro".
Esta causa benéfica tiene una página de Facebook con casi 60.000 seguidores, y ya hay miles de personas en toda Bulgaria recolectando tapones. La idea se propaga de boca en boca, compartiéndose de una persona a otra, y los medios de comunicación ayudan a promoverla, explica Lazar, y prosigue:
Por un lado la campaña se ocupa del medio ambiente, por otro, ayuda a los bebés prematuros, y en tercer lugar, educa a las personas en el voluntariado y cambia su forma de pensar. Muchas personas nos han escrito comunicándonos que han comenzado a recoger tapones y a separar la basura. El voluntariado es algo importante y necesita y debe desarrollarse en Bulgaria. Toda sociedad desarrollada la construyen y la mueven las personas más activas que dedican su propio tiempo para mejorar el medio ambiente.
"Tapones para el Futuro" recae enteramente en voluntarios, personas que hacen su trabajo todos los días, ayudan en algunas causas y no son conocidas por ello; personas que son las que consiguen que las cosas mejoren poco a poco, no los gobiernos y las políticas, está convencido Lazar Radkov. Afirma que se actividad es completamente transparente, con informes completos de los fondos recibidos, incluidas las donaciones. Se han construido vías laborales para importar las incubadoras de calidad europea a precios preferenciales y con garantía. Radkov también explica el mecanismo por el cual los tapones de plástico se intercambian por incubadoras:
Bulgaria tiene la capacidad de procesar el plástico de la mitad, por no decir de todos los Balcanes. Una sola de las plantas de reciclaje tiene una capacidad de 220.000 toneladas por año, y en Bulgaria todos los residuos de plástico suman 170,000 toneladas anuales. Nosotros entregamos todo el plástico recolectado a un reciclador que transforma el plástico en gránulos para la producción. Hay plásticos que se pueden reciclar hasta 10 veces.
Cerca del 85% de los seguidores de la iniciativa son mujeres, y muchas guarderías y escuelas recogen tapas de plástico. Estos son los dos grupos principales, dice Lazar, y expresa su esperanza de influir en los niños a largo plazo, porque a través de ellos pasan las novedades en la familia. Queremos cultivar en ellos una cultura de voluntariado y formar la idea de que hay que mantener en buen estado el mundo y dejarlo un poco mejor tras nosotros.
Es necesario cambiar la forma de pensar del búlgaro, al menos de la generación más joven, porque esta es la manera de cambiar el futuro. Si fracasamos, al menos habremos limpiado algunas partes de Bulgaria y habremos comprado incubadoras para hospitales, concluye Lazar Radkov.
Versión en español por Marta Ros
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