Una semana antes de la Pascua de Resurrección ortodoxa, los búlgaros festejamos el Domingo de Ramos. Es el día que marca el comienzo de la semana más triste pero, al mismo tiempo, es la semana más saturada de mensajes espirituales en la vida de los fieles cristianos, el período en que Jesucristo acepta el sufrimiento y la muerte en la cruz para redimir a la humanidad de sus pecados y, al resucitar por entre los muertos, ofrecer a ésta la esperanza de la salvación. Según los textos evangélicos Jesucristo entra en Jerusalén montado sobre el lomo de una burra, la gante le acoge agitando ramos de olivos, hojas de palmera y de laurel y le saluda gritando “Hossana”.En la jornada del Domingo de Ramos los búlgaros que acuden a los templos llevan en manos ramos de sauce santificados, en alusión a las ramas de palmas con las que la gente acogía a Jesucristo en Jerusalén. La santificación de las ramas de sauce se realiza durante la vigilia en la noche del sábado. Al terminar la misa los cristianos se llevan a sus hogares esas ramitas de sauce, para tener buena salud.
En la mañana del Domingo de Ramos, según las rancias tradiciones búlgaras, sobre las puertas de los hogares se coloca una corona hecha de ramas de sauce. En las diferentes regiones de Bulgaria el Domingo de Ramos tiene nombres distintos, que en su mayoría, aluden al Sauce. En la mesa festiva se permiten platos a base de pescado si bien son los platos sin carne los que predominan en ella. En muchas zonas del país también se elaboran hogazas de pan en forma de flores.
Por tradición el Domingo de Ramos se celebra con mucha solemnidad en la ciudad de Lovech, en el centro norte de Bulgaria. Los festejos comienzan el día sábado, Día de San Lázaro. En 2019 también se han previsto conciertos de música folclórica, y artesanos magistrales presentarán objetos de los oficios artesanales. El puente peatonal sobre el río Osam será escenario de la ejecución del antiguo rito llamado ”Por el agua”. En este rito unas jóvenes lanzan al río pequeñas coronas que ellas han trenzado. La chica cuya coronita se adelanta a las del resto, arrastrada con rapidez por las aguas del río, se convierte en “madrinita” de honor para las festividades pascuales, y la benevolencia del río en llevarse tan rápido su pequeña corona se concibe como buen signo del destino que correrá la chica en el futuro.
Recopilado por Veneta Pavlova
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: Archivo
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