Una buena parte de las empresas del sector económico nacional se atienen a lo estipulado por la ley y están operando en medio de una transparencia, abonando todos los impuestos, tasas, sueldos y cotizaciones a la seguridad social y sanitaria de sus respectivos trabajadores contratados.
Existe, empero, también un segmento económico que, funcionando de manera ilegal o semilegal, va generando de un 20% a un 30% del PIB del país, según las distintas estimaciones hechas por los sindicatos y los empresarios.
Lo anterior ha trascendido en un foro organizado por la Asociación del Capital Industrial en Bulgaria y el Centro Nacional “Economía transparente”, en el cual se ha presentado el estudio titulado “Economía transparente”.
Según este sondeo, el segmento de la economía sumergida se ha reducido ocupando ahora una quinta parte, aproximadamente, del sector económico búlgaro. La expansión de los negocios legales, en un 4,5% en 2018, ha sido la más significativa del último lustro. Este fenómeno ha sido fomentado por la estabilidad financiera y económica, y las medidas tendentes a mejorar el entorno empresarial y restringir la economía sumergida. Vasil Velev, presidente de la Asociación del Capital Industrial en Bulgaria, ha recordado que la economía sumergida no sólo causa daños al erario público, sino que representa, además, una forma de competencia desleal con respecto a las firmas que funcionan conforme las reglas.
No obstante ello, la citada Asociación resalta deficiencias pertinaces existentes en algunas políticas del Estado. Así, por ejemplo, en el sector energético persiste la situación privilegiada y al margen de las leyes del mercado de los productores de corriente eléctrica generada por las centrales hidroeléctricas y por cogeneración, como también por las llamadas centrales termoeléctricas norteamericanas. La tendencia, sin embargo, está clara y los tiempos de la economía de mercado salvaje y de la arbitrariedad desde hace ya mucho tiempo pertenecen al pasado. Hoy en día no sólo es más fácil mantener negocios legales, sino que también es más beneficioso. El mérito por esto corresponde no sólo a los círculos de negocios, sino también a las autoridades que procuran facilitar y no entorpecer ni siquiera el funcionamiento de las pequeñas empresas incipientes y, de ahí, un tanto inestables. Con vistas a ello se está trabajando en crear infraestructuras mejores, acertados marcos legales y una administración de justicia eficiente. Son éstas las cosas que atemorizan a los empresarios y los mueven a optar por la clandestinidad. Encierran riesgos importantes para el surgimiento de una economía sumergida sectores como el de la Construcción, el Turismo, el Transporte y, en particular, las pequeñas empresas. No obstante esto, a juicio de Vasil Velev, no debe hacernos pesimistas.
En 1993 el Producto Interno Bruto per cápita en Bulgaria fue de 3583 dólares estadounidenses. Con la adopción en 1997 del Consejo de Control Monetario, subió a 3810 dólares, y en 2017 ya alcanzaba los 8 331 dólares estadounidenses, o sea, había crecido 2,3 veces. Esto se ha logrado gracias a los 350 mil empresarios en Bulgaria y por ello es bueno divulgar asimismo los buenos ejemplos, ha sugerido el presidente de la Asociación del Capital Industrial en Bulgaria. Fueron justamente algunos de los buenos ejemplos los que quedaron galardonados en el concurso organizado por el centro Nacional “Economía transparente”: Jristian Mitev, diputado por la coalición de los Patriotas Unidos; la Agencia Ejecutiva “Inspectoría general del trabajo” y la redacción búlgara de la emisora Deutsche Welle.
Los expertos registran una aceleración de la tendencia a “poner en claro” la economía búlgara y auguran que, dentro de cinco años, el sector de la economía sumergida en el país habrá descendido a un nivel europeo aceptable, de un 13% a un 15%. Es que, según lo ha recalcado Biser Petkov, ministro de Trabajo y Política Social, se vuelven cada vez más numerosos los trabajadores que van cayendo en la cuenta de que las pérdidas por el trabajo informal las acaban encajando ellos mismos. Puede que, actualmente, estos trabajadores estén contentos con la posibilidad de disponer de mayor cuantía de recursos por impago de impuestos y cotizaciones pero en el futuro se verán situados al borde de la supervivencia con los ingresos exiguos que perciban en forma de indemnizaciones y pensiones. También va saliendo perjudicada toda la sociedad, ya que los ingresos reducidos en concepto de pago de impuestos y cotizaciones limitan las capacidades del Estado para invertir en ámbitos públicos de importancia vital como la Sanidad, la Educación, el Sistema Social.
Versión en español por Mijail Mijailov
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