El 9 de septiembre se cumple el 75 aniversario de un suceso que permanece en la historia búlgara como un momento crucial entre dos sistemas sociales radicalmente diferentes: el fin del Reino de Bulgaria y el comienzo de la República Popular de Bulgaria. En el fragor de la Segunda Guerra Mundial, cuando el Ejército Soviético lanzaba una ofensiva después de la batalla de Stalingrado y llegaba a las fronteras de Rumania en agosto de 1944, Bulgaria seguía siendo un aliado de la Alemania nazi. Bajo la amenaza de hostilidades por parte de la Unión Soviética, rompió sus relaciones con el Tercer Reich, tratando de mantener su soberanía. Pese a estos esfuerzos, en la noche del 8 al 9 de septiembre de 1944, el Gobierno del país, al que habían sido atraídos varios partidos democráticos, fue derrocado. Con la ayuda de las unidades del Tercer Frente Ucraniano del Ejército Rojo, subió al poder un gobierno del Frente de la Patria, encabezado por Kimón Gueorguíev. Así, Bulgaria pasó a formar partede la esfera de influencia soviética tomando el camino del desarrollo socialista.
En los próximos meses, hasta finales de 1944 se desató una ola de ajuste de cuentas con personalidades incómodas para el nuevo poder hasta el establecimiento del llamado Tribunal del Pueblo. Según diversas fuentes, el número de personas asesinadas durante este período varía entre 15,000 y 40,000. En sólo cuatro meses, el Tribunal del Pueblo emitió 9,550 sentencias, 2,730 de las cuales a la pena capital y 305 a cadena perpetua. Fueron condenados como enemigos del pueblo ministros, diputados, generales del Ejército, periodistas, banqueros, alcaldes, sacerdotes, terratenientes, maestros... Estos acontecimientos sangrientos, empero, tienen su prehistoria. A principios de 1924, la Asamblea Nacional aprobaba una Ley de Protección del Estado, que estaría vigente hasta octubre de 1944. En virtud de la misma, escritores prominentes, periodistas y figuras públicas como Gueo Milev y Yosif Herbst desaparecerían en fosas comunes, y el poeta Nikola Vaptsarov sería fusilado. Fue un período marcado por el revanchismo, los asesinatos políticos, los golpes de Estado y las luchas clandestinas.
La historia relacionada con el período de la Segunda Guerra Mundial sigue siendo un tema doloroso para los búlgaros, que no pueden olvidar los relatos de sus familiares que vivieron aquellos sucesos en carne propia. Por un lado, están los archivos del régimen totalitario del pasado reciente, por otro, las pruebas de las represalias perpetradas contra los oponentes de los gobernantes en el poder antes y después de 1944.
Hasta hace treinta años, el 9 de septiembre de 1944 se asociaba con la victoria sobre el hitlero−fascismo, la abolición del sistema capitalista y el establecimiento de una sociedad socialmente justa. Sin embargo, después del 10 de noviembre de 1989, cuando Bulgaria rechazó el totalitarismo como forma de gobierno y cambió el curso de su desarrollo político, los acontecimientos del 9 de septiembre de 1944 fueron definidos como un “golpe militar” que puso fin a la democracia en este país. Es por eso que la posición oficial búlgara, expresada recientemente por el Ministerio de Asuntos Exteriores sobre el tema, es que ”los acontecimientos del 9 de septiembre y sus secuelas deben ser analizados por los historiadores y la Historia para que reciban una evaluación exhaustiva y precisa de su impacto en el desarrollo de Bulgaria en el siglo XX”. Esta declaración ha sido motivada por una muestra organizada por la Embajada de la Federación Rusa en Sofía para esta fecha, titulada 75 años desde la liberación de Europa del Este del nazismo. En este sentido, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Bulgaria ha aconsejado a la Embajada rusa “no tomar posición en apoyo a una dudosa tesis histórica (“la liberación”) que privilegió sólo a algunos círculos políticos en Bulgaria” y ha definido el evento como una “injerencia en el debate político interno de nuestro país”. En respuesta, la parte rusa ha señalado que el objetivo de la exposición es familiarizar al público búlgaro con los archivos de los fondos documentales rusos y “no tiene nada que ver con el debate político interno búlgaro actual ni con ninguna fuerza política en particular”.
La interpretación de todos aquellos sucesos no es unívoca, por eso aquel período de la historia de Bulgaria debe ser examinado conjuntamente con las relaciones causales que condujeron a él. No obstante, la interpretación objetiva de la historia contemporánea no será posible mientras los búlgaros sigan divididos sobre el tema. En lo que todos coinciden es que lo sucedido en la segunda mitad de la década de 1940 provocó cambios radicales en el desarrollo de la sociedad búlgara contemporánea y probablemente seguirá incidiendo también en el futuro.
Versión en español de Daniela Radíchkova
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