Llaman a Borislav Asenov el poeta del barrio gitano de Sofía, debido a su amor por la poesía y las colecciones de poemas que escribe en búlgaro y en gitano. Tiene dos títulos universitarios: en Turismo y en Teología. El mérito por el segundo es de su esposa, quien después de sufrir un derrame cerebral grave, aprendió a caminar de nuevo y lo alentó a estudiar Teología en Alemania. Por su aporte a su comunidad, en un Congreso Mundial de los Gitanos, Borislav Asenov fue proclamado ministro informal de Cultura de la comunidad étnica europea.
Hoy, en la víspera del Año Nuevo gitano, que combina en sus tradiciones la Natividad cristiana y el Día de san Basilio, presentamos al pastor Asenov, quien habla sobre las costumbres en torno a las mayores celebraciones gitanas: Bango Vasil y Vasílitsa:
Bango Vasil es una de las fiestas gitanas en mayor estima, es el Año Nuevo gitano. Éramos un montón de niños y nuestra madre siempre trató de mantenernos limpios y aseados, y en Bango Vasil nos ponían chanclos y chándales nuevos. También poníamos una nueva estera de junco, que se cubría con un mantel sobre el cual se servían los manjares. Hasta la medianoche, a nadie se le permitía probar siquiera un solo bocado, y si alguno de nosotros se quedaba dormido, mi madre lo despertaba con las palabras: “¡No te duermas que Bango Vasil está cerca de la escuela!” Como vivíamos en proximidad a la misma, eso significaba que llegaría a casa en diez minutos.
El padre de Borislav Asenov era estañador. Para las fiestas, pactaba con una granja agropecuaria estañar los grandes calderos de cobre a cambio de productos.
Salían justo antes de Bango Vasil para traer lo que la granja había producido. Mi padre cumplía su palabra y ellos también lo hacían. Traían aceite, frijoles, papas, todo tipo de cosas. En su día nuestra casa era bonita y sólida. Teníamos tres habitaciones y una de ellas servía de despensa donde guardábamos las provisiones. Hoy en día las cosas han cambiado mucho, y la mayoría de mis compañeros celebran la Nochevieja cuando lo hacen los búlgaros, pero aún así el día 13 hay que preparar una olla de sarmí (hojas de repollo rellenas de carne picada y arroz). Puede que en la mesa falte el ganso, pero las sarmí son imprescindibles, porque todos sentimos la obligación interna de honrar esta fiesta, que ha llegado a nosotros de un pasado lejano, de nuestros bisabuelos, abuelos y padres.
Antaño, Bango Vasil duraba tres días y estaba envuelto en una solemnidad especial. Los jóvenes rendían respeto a los mayores y les pedían perdón.
No sé si mis nietos y bisnietos respetarán esta costumbre, por eso lo describo todo en mis libros –dice Borislav– . Una nación sin pasado, que desconoce sus tradiciones está condenada.
Al padre de Borislav le gustaba la historia de Bulgaria y cuando en 1961 los gitanos se vieron obligados a optar por nombres búlgaros, él eligió el de Rakovski, y para sus hijos, nombres de personalidades del Renacimiento Nacional búlgaro y de zares búlgaros. Le pedía con frecuencia a Borislav que le recitara versos de los mayores poetas nacionales y a guisa de recompensa le daba algunas monedas. Fue así cómo en el futuro poeta se gestó la pasión por el verbo poético, que fue precisamente la que le valdría el premio máximo de su vida:
Tenía seis años cuando mi maestra del preescolar nos llevó a la única panadería del barrio; nos quería mostrar cómo se amasaba el pan. Ella conocía mis dotes y me enseñó a recitar una poesía. Recuerdo al autor: Nikola Furnádzhiev. Cuando yo, el gitanillo, fui y se la recité al panadero ocurrió algo increíble. Ignoro cómo le habría tocado el corazón, pero me regaló un pan aún caliente, que era lo primero que ganaba en mi vida: el pan sagrado, lo más venerado por los pobres.
En la víspera de Bango Vasil, Borislav Asenov lanza su mensaje a búlgaros y gitanos:
Quiero que la gente sea mejor. Saludo a todos los gitanos por la fiesta. Que Dios bendiga a todo el pueblo búlgaro. Que disfrutemos y amemos este pedazo de tierra que es Bulgaria.
Entrevista: Magdalena Guígova
Autora del texto: Darina Grigórova
Versión en español de Daniela Radíchkova
Fotos: osis.bg, epicenter.bg y BGNES
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