Esta noche, en la Sala de Conciertos Bulgaria de Sofía, tendrá lugar un evento realmente raro: el estreno en este país de un una obra de un compositor de fama mundial, considerada perdida durante más de un siglo. Más impresionante aún es que será interpretada por artistas búlgaros que han invertido un gran esfuerzo en restaurarla y lanzarla. La obra en cuestión es el Concierto para Piano Nº 1 de Moritz Moszkowski, y será tocada por Ludmil Ánguelov, acompañado por la Filarmónica de Sofía bajo la batuta de Vladimir Kíradzhiev (o Kiradjiev, según la transcripción en inglés del nombre).
Moszkowski, natural de Polonia, de ascendencia judía polaca, es uno de los pianistas más renombrados de su época. Como compositor, cobró reconocimiento sobre todo por sus virtuosas composiciones para piano: estudios de conciertos y la llamada música de salón.
El mérito por la restauración y edición de la obra recae principalmente en Ludmil Ánguelov, afamado pianista concertista búlgaro con una carrera mundial, secundado en esa labor por el director de orquesta Vladimir Kíradzhiev, también búlgaro, residente en Viena desde hace años, aunque su actividad de director operístico y sinfónico se desarrolla en toda Europa.
Empezamos nuestro trabajo en este concierto unos siete u ocho años atrás −cuenta Vladimir Kíradzhiev−. Un amigo en común encontró la partitura en la Biblioteca Nacional de París, la ciudad donde Moszkowski falleció en 1925. La partitura del concierto permaneció en la Biblioteca, almacenada en una carpeta. El trabajo resultó realmente duro. La partitura está escrita a mano, además nadie sabe a ciencia cierta si la obra fue interpretada alguna vez.
Había tantas cosas que no estaban claras, como la orquestación, por ejemplo. Luego, gracias a otro amigo nuestro, publicamos la partitura en la Editorial Symétrie, Lyon. En la década de los 70 del siglo XIX, Moritz Moszkowski fue considerado el mayor virtuoso del piano después de Franz Liszt. El concierto es muy interesante. Es una obra temprana, un opus 3, en la que el compositor recurrió a todas las técnicas que dominaba. El concierto dura unos 50 minutos. Es una música brillante, orgánica y tan hermosa emocionalmente... Es un romance combinado con un virtuosismo y sutiles teclados, algo muy raro de escuchar.
También vamos a tocar la Sinfonía Nº 5 de Antonín Dvorak, que forma parte del ciclo de conciertos La Quinta Sinfonía de la Filarmónica de Sofía. Es un Dvorak juvenil y fresco, que quizás no conozcamos tan bien. He dirigido otras sinfonías tempranas del compositor, pero esta no, y me siento muy contento de tener la oportunidad de hacerlo.
Versión en español de Daniela Radíchkova
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