El escultor Milén Ivanchev transforma árboles secos en esa ciudad del noroeste de Bulgaria para insuflarles nueva vida, pero con otra función: cultural y estética. Figuras de animales de madera, personajes de cuentos de hadas y símbolos del alfabeto búlgaro y de los libros, creados a su manera vanguardista, deleitan los ojos de los vecinos de Vratsa. En estos momentos, el artista está restaurando un par de árboles frente a una escuela primaria, convertidos en símbolo de las letras y la escritura.
En uno de los árboles secos hay esculpidos diez libros, incluidos la Biblia y el Manual del Pez del Dr. Pétar Berón, destacado activista del Renacimiento Nacional de los búlgaros (siglos XVIII y XIX), y en la parte superior de la escultura hay un búho, símbolo del conocimiento y la sabiduría. En el segundo árbol están recreadas las letras del abecedario búlgaro. Será renovada también la escultura que representa un águila en vuelo. La imagen de la majestuosa ave cobra vida ante la mirada de los habitantes y los visitantes de la ciudad, y en el tronco del árbol el artista ha dejado su mensaje: “Vratsa, nido de águilas”.
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