Los admiradores del servicio All Inclusive pueden estar tranquilos, ya que pese a las medidas antiepidémicas, podrán volver a disfrutar de todos las extras en los hoteles que hayan adoptado este paquete turístico en los centros de veraneo a orillas del mar Negro búlgaro. La seguridad está garantizada y los clientes andan contentos en los centros donde la atención a éstos se antepone a los beneficios. Algunos de los hoteles y playas siguen vacíos, pero éste no es el caso de Primorsko, centro de veraneo en el sudeste del país, el favorito de multitud de búlgaros. Hay, desde luego, una diferencia en la forma de acogida: se toma la temperatura, se rellenan formularios para dejar constar en ellos el estado de salud, pero una vez alojados los turistas, todo vuelve a la normalidad.
”Lo más importante en lo que nos hemos centrado en esta temporada es en garantizar la seguridad a nuestros empleados −dice Tsvetelina Zlátkova, directora ejecutiva de una de las importantes cadenas hoteleras en el litoral− . Los hemos provisto de mascarillas, guantes, gafas. Hemos instalado en todas partes tabiques de plexiglás, así como avisos con instrucciones para la prevención. Otro tanto se ha hecho en los restaurantes. Ya estamos trabajando en el sistema Todo Incluido. Todos nuestros huéspedes están siendo atendidos por nuestro personal, que se sitúa detrás de mamparas de plexiglás. Procuramos mantener la calidad de los servicios al nivel que tuvieran hasta ahora. Esto es lo más arduo, ya que por cada huésped debe haber un empleado que le atienda. De momento nos las apañamos y creo que vamos teniendo un buen resultado. Hacemos, además, la desinfección de todas las habitaciones con una maquina especial cada vez que se vayan clientes. Todas las superficies se están tratando por medio de una nanotecnología para eliminar patógenos y para que nuestros huéspedes sientan mayor seguridad”.
El aforo de las instalaciones de esta cadena hotelera debe mantenerse al 70%, según lo estipulado por el Ministerio de Turismo. A la seguridad se suman el trato cordial y la comida de calidad y ello no deja de atraer a los turistas.
”Nuestro restaurante ha sido ganador, por tercer año consecutivo, del primer puesto por la calidad óptima de la comida y el servicio”, enfatiza Tsvetelina Zlátkova, a quien se puede ver atendiendo, junto con los camareros, a los comensales en el restaurante.
“Tratamos de surtirnos de productos ecológicamente puros no sólo para nuestras cocinas −destaca Zlátkova− . Dejando de lado la granja de caracoles, que tuvimos que montar en el jardín del hotel, pues en Bulgaria no había dónde conseguirlos, puedo decir que procuramos apoyar a los productores de la región. Así por ejemplo, la mujer a quien compramos hortalizas tiene un huerto enorme, que dista una decena de kilómetros del hotel. Durante la temporada, muy a menudo llevamos allá también a nuestros huéspedes para enseñarles de dónde provienen los productos que consumen. Por otra parte, ayudamos asimismo al equipo que trabaja con nosotros. Son personas jóvenes que recogemos literalmente de la escuela, les damos formación y después estos jóvenes incluso comienzan a cursar estudios universitarios. Incluso tenemos a dos jóvenes que, tras esta formación, han llegado a ser directivos en gestión empresarial aquí”.
Lógicamente, con la llegada de la epidemia y las restricciones por el coronavirus, ha ido mermando el número de los turistas habituales procedentes del extranjero. ”Al comienzo de la crisis, al igual que cualquier otro hotelero, tuvimos dificultades, pero logramos encauzar a nuestros huéspedes de un hotel a otro. Era más duro trabajar con la plantilla de empleados ya que la gente no estaba acostumbrada a tal situación. Nadie se había topado hasta el momento con condiciones similares. Menos mal que tanto los empleados como los turistas han mostrado mucha comprensión frente a esta insólita situación. La frivolidad en las conductas parece haber desaparecido. Nuestros huéspedes son muy concienzudos, mantienen la distancia de seguridad, no se agolpan ni dan empujones”.
En cuanto a la prolongación de la temporada, Zlátkova estima que el período del 15 al 20 de octubre es estupendo.
Es el período óptimo para ir a la playa, el mar está en calma, las jornadas no son ni demasiado calurosas ni excesivamente frías −opina y agrega− : Muy probablemente en los días finales de la temporada organizaremos bastantes eventos, entre ellos ceremonias de nupcias y el tradicional torneo de petanca”.
Ahora que los turistas aún no son muy numerosos, la playa de Primorsko es mucho más tranquila y los veraneantes se sienten más seguros. Además, las sombrillas y las tumbonas son de uso gratuito por todos.
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: Darina Grigorova
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