La asignación y materialización de las contrataciones públicas en Bulgaria debería garantizar el interés de la sociedad por el gasto de fondos públicos, pero en los últimos años esto se ha ido convirtiendo en la encarnación de las prácticas corruptivas en el país. El bocado más apetitoso resultan las adjudicaciones en el sector de la construcción, donde los proyectos son de envergadura y tienen costos que ascienden a millones de euros.
”Las contrataciones públicas en Bulgaria no suelen ser ganadas, sino son repartidas a dedo”, dice en una entrevista con el programa Horizont de Radio Nacional Metodi Andréev de la Cámara de Ingenieros en Diseño de Inversiones y enseñante en la Universidad de Arquitectura, Construcciones y Urbanismo. Señala que el primer ministro, Boyko Boriso,v ha creado una administración que reparte las contrataciones públicas y genera “una situación de corruptela sumamente grave”.
“En este sentido, quienes formamos parte de esta Cámara y de la de Arquitectos hemos expresado reiteradamente nuestra posición seria en contra de esta forma de prácticas en el proceso inversionista de la construcción, pero, en última instancia, no se nos ha oído”, señala Andréev y explica cuáles son las consecuencias de ello:
”Primero, surge una dependencia financiera del proyectista con respecto al constructor, y así aquél debe amoldarse a los deseos de éste. Así se limita la libertad para la toma de decisiones por parte del proyectista, que en la mayoría de los casos no se producen en beneficio de la calidad y seguridad de la respectiva obra de construcción, sino que revisten carácter meramente comercial, satisfaciendo el interés económico del constructor a la vez que de los factores políticos que habían intercedido para la asignación al mismo de la contratación pública respectiva. Además, el papel dirigente del constructor en el proceso de ejecución de la obra le ofrece la posibilidad de elegir un proyectista que le sea leal y dispuesto, por los emolumentos que vaya a cobrar, a defender los intereses financieros del constructor. A consecuencia de ello, se crean proyectos deficientes y obras que adolecen de defectos. Luego se ejerce una supervisión formal de la que se encargan proyectistas dependientes en lo financiero del constructor y esto es perjudicial para la calidad y el coste de la respectiva obra de construcción. El resultado es la mala calidad de las obras, combinada con elevado nivel corruptivo de los precios”, explica Andréev.
A su juicio, para la existencia de un precio óptimo, buena calidad y protección del interés público, los agentes principales en el proceso deben disfrutar de independencia. La ingeniería practicada en Bulgaria “elimina esta independencia financiera y otorga al constructor el rango de dominador del proceso inversionista, detrás del cual va asomando el rostro de la corrupción política búlgara”.
Metodi Andréev vislumbra el papel de la oligarquía en la esfera del ”ladrillo” en el empeño por “blanquear un dinero”, aprovecharse de los fondos públicos, de los Presupuestos, de parte de los programas europeos y devolver una parte de este dinero “en forma de la respectiva comisión destinada a factores políticos”. Toda esta maquinaria está empujando hacia la periferia a las pequeñas y medianas empresas del sector de la Construcción, que sufren serios apuros en medio de la actual situación de crisis. En este sentido, se han dejado oír propuestas de cambiar las prioridades y en vez de dirigir los fondos a importantes obras de construcción como autovías, por ejemplo, encauzarlos a obras de reparación del entorno urbano para así apuntalar a las pequeñas empresas del ramo.
“Nadie en este país se opone a las obras de construcción ni a las inversiones −comenta Metodi Andréev− . A lo que sí nos oponemos es a la forma en que se materializan estas contrataciones públicas. Nos oponemos a la mala calidad, que no hay que achacar a las empresas constructoras; porque si una empresa tiene su contratación pública y deberá luego devolver en forma de comisiones y cohechos un 40% a un 50% de la cuantía que recibiera, no será capaz de fabricar un producto de calidad. Es de ahí de donde se deriva el problema para las pymes. Lo que pasa es que en Bulgaria existen de una veintena a una treintena de grandes empresas que, bajo distintas formas, suelen postular a todas las contrataciones públicas en la esfera de la construcción. A estas empresas se les conoce por haberse mantenido siempre allegadas al poder. Al adjudicárseles las contrataciones, se valen de pymes que utilizan como subcontratistas. En muchas ocasiones las grandes empresas no pagan lo que adeudan a las pymes. Existe, además, una legislación de cabildeo muy fuerte, que genera un fardo financiero complementario para los ciudadanos búlgaros”.
El experto es de la opinión de que todos los fenómenos negativos que van proliferando en la actualidad en el sector de la construcción hunden sus raíces en la corrupción. ”Esta corrupción es pandémica en Bulgaria y se ha transformado en un símbolo de la gestión del país” resume, contundente, Metodi Andréev.
Versión en español por Mijail Mijailov
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