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Tres maneras de leer una historia de Covid–19 en Bulgaria

Foto: archivo

No hay caos en la Sanidad de Bulgaria, ha manifestado en reiteradas ocasiones el ministro de Sanidad, Kostadín Ánguelov. A pesar de que las autoridades aseguren que se ha establecido la organización indispensable a nivel local a fin de que los centros hospitalarios puedan atender también los casos más graves, numerosos pacientes no dejan de denunciar problemas. Las quejas más comunes se refieren a dificultades en contactar al médico de familia, a la percepción de existencia de un círculo vicioso cuando se está en cuarentena y la necesidad de hacer los respectivos exámenes para prescribir el tratamiento adecuado.

”Dos semanas en una auténtica pesadilla”, dice una maestra de escuela búlgara aludiendo a su encuentro con la Covid–19. El matrimonio María y Vladimir de Plovdiv contrajo la enfermedad en dos días seguidos. Antes de tener el esposo el resultado de la prueba PCR y ponerse en cuarentena en casa, María se hizo una radiografía que no mostró nada alarmante. No obstante, la mujer sentía fuerte cefalalgia y dolores en las cuencas oculares. Llamó a su médico de familia, quien le aconsejó tomar un antibiótico. ”Lo compré en la farmacia sin receta, ya que mi médica de familia no permite el acceso de nadie a su consultorio”, cuenta María.

Al quedarse en casa como persona de contacto de un enfermo, María fue sintiendo otros síntomas de la infección por coronavirus. ”Al segundo o tercer día comencé a asfixiarme, literalmente no podía respirar”, comenta a la emisora regional de Radio Nacional en Plovdiv. Su médica de familia le recetó, siempre por teléfono, otro antibiótico. Luego, cuando sintió lacerantes dolores en el estómago, le aconsejaron llamar al 112. ”Al comunicarme, me dijeron en forma directa que en los hospitales no había plazas libres para hospitalizaciones, que no podían hacer nada más por mí y que yo siguiera en contacto con mi médica de familia”, prosigue María. Describe la situación como un círculo vicioso y abandonó por propia decisión tomar antibióticos. Para ir a consultar a un médico, tendría que ser llevada en coche al consultorio por su esposo, pero si salían de casa, se saltarían la cuarentena y serían sancionados con una multa. El oficial de policía encargado de controlar que los enfermos de coronavirus no se salten la cuarentena le aconsejó que llamara a la Inspectoría Sanitaria Regional, cuyos teléfonos, empero, daban ocupado o bien nadie descolgaba.

Dos semanas después del comienzo de la experiencia Covid–19 y tras pasar más de una decena de noches en desvelo, este matrimonio de Plovdiv ya va mejorando, pero la mujer sigue sintiendo una gran debilidad y tiene miedo a volver a la escuela donde enseña.

En este caso concreto hay desfase entre los puntos de vista de médico y paciente.

”En principio, no creo que sea correcto, pero en medio de la situación creada, en esta pandemia para la que no hay cura y no hay ninguna clase de escritos científicos que indiquen cómo es precisamente el virus, ni cuáles son los daños causados tras la recuperación, lo veo, lógicamente, como admisible”, ha señalado la Dra. Slavka Chetelázova, médica de familia, en relación con las consultas por teléfono y la prescripción de antibióticos sin receta. En cuanto a los pacientes en cuarentena, ha aclarado que deben llamar al teléfono de urgencias 112. ”Se trata de equipos médicos de urgencias que visten ropa de protección y están preparados para medir la saturación, examinar al enfermo, también pueden hacer una prueba rápida”.

Según la otra médica de familia del matrimonio de Plovdiv, la Dra. Marusya Ivanova, los medios informativos no tienen derecho a cuestionar las decisiones de los generalistas.

”Ando absolutamente desasosegada porque el trabajo es excesivo, estoy desbordada; tengo que trabajar en la clínica ambulatoria, atiendo a pacientes, estoy al teléfono las 24 horas, doy aclaraciones. Gracias a Dios, los pacientes están contentos y en este momento todos los enfermos están bien”.

En palabras de la Dra. Ivanova, los problemas son numerosos, pero el más grave es el de la morbilidad entre los trabajadores sanitarios, incluidos los médicos de familia.

”Como no se les ha dotado de la ropa indicada para practicar los chequeos médicos, tienen que comprárselo todo ellos mismos. El problema reside también en el caos que existe actualmente en la organización del sistema sanitario nacional”.

Adaptado a base de entrevistas realizadas por la emisora regional de Radio Nacional de Bulgaria en Plovdiv

Versión en español por Mijail Mijailov



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