El 3 de marzo de 1878, Bulgaria volvía a aparecer en el mapa político europeo como Estado. Se hacía realidad el sueño de la Liberación por la que lucharan y perdieran la vida miles de literatos, educadores y revolucionarios búlgaros.
”Desde el punto de vista de la Bulgaria de la modernidad, no hay que olvidar que el mundo entero había sido asombrado por la madurez de la sociedad búlgara en crear su estatidad −comenta el historiador Prof. Andrey Pantev− . Pese a todas las amarguras, decepciones, anhelos fracasados, los búlgaros logramos demostrar nuestra capacidad de autogobernarnos y de estructurar un sistema a través del cual hacer realidad el nombre de búlgaro, olvidado durante muchos siglos de un período tenebroso bajo el dominio de un poder extraño y hostil”.
A mediados del siglo XIV, cuando el país Bulgaria se encontraba fuertemente fragmentado y debilitado por las interminables batallas con Bizancio, hizo irrupción en el escenario político un agente nuevo y poderoso: el Imperio Otomano. Los soberanos búlgaros iniciaron sus acciones de resistencia, pero la guerra, que fueron librando hasta 1396, acabó con el perecimiento del Segundo Reino Búlgaro. Bulgaria fue el primero de los estados balcánicos en sucumbir bajo el dominio otomano y dejó de existir durante nada menos que cinco siglos.
Los búlgaros no dejaron de luchar por restaurar su condición de estado, protagonizando una sucesión de alzamientos malogrados ya en los primeros decenios del dominio otomano. En los años 1875 a 1876, advinieron tiempos duros para el Imperio Otomano. Los pueblos balcánicos subyugados se rebelaron.
El 20 de abril de 1876 en Bulgaria estalló el Levantamiento de Abril, considerado como el apogeo del movimiento por la liberación nacional. Las atrocidades de su sofocamiento provocaron una amplia repercusión. El emperador ruso Alejandro II le declaró la guerra al Imperio otomano, que sería libertadora para Bulgaria.
”Aquella idea excelsa de resucitar al Estado búlgaro fue manifestación de un patriotismo genuino −opina, contundente, el Prof. Andrey Pantev− . En nuestra historia no sólo hay luz, también hay sombras y tinieblas; no sólo hay heroísmo, sino también perfidia humillante. Debemos recordar y rendir homenaje a cuantos perdieran la vida al luchar por la liberación, y no dispensarlo a quienes se escondían y repudiaban de sus hogares a los insurgentes, a los rebeldes, a los revolucionarios”.
En 1877, las tropas rusas cruzaron el río Danubio y la ciudad de Svishtov llegó a ser la primera localidad liberada. Continuaron más de medio año los combates en el pico de Shipka, resultaron especialmente encarnizadas las heroicas batallas por la toma de la ciudad de Pleven. A comienzos de 1878 quedaría liberada la ciudad de Sofía, que sería la futura capital de la Bulgaria liberada. El 19 de febrero (3 de marzo por el calendario y estilo nuevos) de 1878 en la pequeña localidad de San Stefano se firmaría un tratado de paz, que marcaría el fin de la Guerra Ruso−Turca de 1877−1878 y de los cinco siglos de yugo otomano en Bulgaria.
”Al 3 de marzo le debemos reconocimiento, gratitud histórica, un homenaje a todos los soldados conocidos y anónimos que ofrendaron sus vidas en aras de la libertad de Bulgaria −dice el Prof. Andrey Pantev− . Debemos a ellos la idea de que no vivieron ni murieron en vano. Por mucha que sea la desazón que sintamos por el mundo moderno, nosotros ocupamos un lugar especial en el mapa político de continente europeo. El mundo no está obligado a conocer la fecha del 3 de marzo, pero nosotros hemos de recordar este día. Hay que saber, con todo, que hubo personas que fueron perdiendo sus vidas porque hoy existieran una bandera y un himno, un Parlamento y conmemoraciones”.
La fecha de la liberación de Bulgaria del yugo turco fue conmemorada por primera vez en la ciudad de Veliko Tárnovo el 19 de febrero de 1879. Por resolución de la Asamblea Nacional del año 1991, el 3 de marzo fue proclamado día de la Fiesta Nacional de la República de Bulgaria.
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: archivo, vasilgoranov.com y BGNES
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